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La política tiene como único fin crear las condiciones para que los miembros de la sociedad, por su propio esfuerzo y en ejercicio de sus derechos, alcancen la plenitud personal y familiar; para que ejerzan cada día la libertad de elegir; para que cuenten con las herramientas y las seguridades indispensables para educarse y educar, fundar una empresa o escribir un libro; para debatir y expresarse; ser laico o católico; quedarse en el país o migrar.

31 Enero de 2025 15.18

La política como dogma y estilo de vida ha invadido las sociedades. Se ha convertido en la preocupación principal de la gente y ha desplazado a la religión, la economía, la familia y la cultura. Se han "politizado" todos esos ámbitos y se han transformado en dependencias del Estado. Eso explica la razón por la cual, para cada actividad humana, se crean ministerios, juzgados, intendencias, controles o agencias. Y se emitan cientos de reglas de toda categoría y muchas de ellas caóticas, contradictorias y absurdas.

¿Es esa la función de la política? ¿Es normal este fenómeno?

I.- El carácter instrumental de la política.- La política debe es una herramienta que sirva para:  (i) justificar (legitimar) el hecho del poder; (ii) en la democracia, para darle sustento a la tesis de que el poder radica en cada ciudadano; (iii)  que el gobierno y la legislatura son encargos transitorios y limitados del principio de autoridad, cuyo ejercicio genera responsabilidades; y, (iv) que su único objetivo es el servicio a la comunidad a fin de crear las condiciones (el bien común) para que la gente llegue a su plenitud personal.

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Pero, la política -el poder- ha perdido su carácter instrumental y se ha convertido en fin que condiciona la vida social, penetra en la intimidad, suplanta las metas de la sociedad y las reemplaza por las que proponen los proyectos o ideologías de partidos, movimientos o caudillos. Expropia el destino, y entonces, la actividad humana se reduce a obediencia, se sacrifica la iniciativa y se condicionan los derechos. El pensamiento pierde autonomía y la cultura se reduce a una forma de modular las propuestas del poder, o de endiosarlo.

II.- El problema de las libertades. - La desnaturalización de la política, la expansión de sus estilos y estrategias a numerosos ámbitos de la vida humana, generan dependencia, alientan el intervencionismo y promueven las acciones discrecionales del Estado. Los espacios de libertad se achican, los derechos parecen nacer de las leyes y dejan de ser patrimonio moral de las personas. La política, casi siempre, es enemiga de la libertad.

II.1.- Del servicio público al permiso y la sanción. - La deformación de la política conduce a que las facultades de las autoridades, de su función original de herramienta "al servicio de...", se conviertan en "permiso para..." o en "sanción por...". Esto provoca la expansión de la burocracia, la proliferación de toda clase de leyes, reglamentos, resoluciones, etc., que no solo regulan los derechos, sino que los pervierten; esto es lo que alguien llamó "la telaraña legal" que atrapa a las personas y condiciona su conducta. 

Hay que considerar, además, que el poder ejerce el monopolio de la fuerza, y es lógico que el miedo, la amenaza de las penas en que se sustentan las acciones estatales, enerven la iniciativa y menoscaben las libertades. La gente dedica parte sustancial de su tiempo a prevenir los riesgos que provienen de la "legalidad represora", a defenderse, justificarse y establecer redes de contactos que, hipotéticamente al menos, contribuyan a proteger sus intereses y a minimizar las penalidades. La política alienta "el arreglo" y la corrupción. La sumisión es fruto de la politización.

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III.- La politización de las instituciones sociales. - No todas las instituciones son políticas, ni todas provienen de la Constitución o de la Ley. La economía, la religión, la familia, la educación, la cultura, el entretenimiento, son "instituciones sociales" -estructuras de pautas y valores- que nacen espontáneamente de la sociedad, que genera sistemas de convivencia y de satisfacción de necesidades. El Estado, como entidad política, debe facilitar su operación, racionalizar su gestión, promover la equidad y la justicia en las relaciones entre los individuos. Sin embargo, la política, convertida en finalidad última, pone las instituciones al servicio del poder, menoscaba la capacidad creativa de la sociedad, transforma los derechos en concesiones, y hace de la libertad una osadía de quienes no se someten. Las instituciones se transforman en oficinas públicas.

IV.- Democracia y electoralismo. -  La democracia es un método para expresar la naturaleza instrumental y subalterna de la política -siempre que se trate de la democracia liberal-, y que se traduzca en el Estado de Derecho, esto es, aquel que somete el poder a la legalidad, limita la acción de los gobernantes, y establece como fin del Estado el respeto a los derechos individuales y a las libertades. Sin embargo, la democracia puede convertirse en electoralismo, esto es, en simple sistema para elegir a los actores del poder y para asignarles potestades. Y para protegerles. Así, la democracia puede conducir a las dictaduras populistas.

La "democracia como procedimiento" -como regla electoral- no puede negar ni suplantar a "la democracia como ideal", cuya sustancia es la tolerancia y el servicio. La democracia como procedimiento no puede desmontar la democracia como forma de ser republicana. Penosamente, eso lo que ocurre con frecuencia, y entonces, la sociedad en manos del poder absoluto, aparentemente legitimado por una mayoría coyuntural, se convierte en el conejillo de indias de ideologías, propuestas o doctrinas de grupos de iluminados, que se creen dueños de la verdad. Esto es lo que se conoce como la "democracia ilimitada", o la "democracia autoritaria", que niega que el ideal de la verdadera democracia sea el autogobierno de la sociedad. 

V.- El fin de la política. - La política tiene como único fin crear las condiciones para que los miembros de la sociedad, por su propio esfuerzo y en ejercicio de sus derechos, alcancen la plenitud personal y familiar; para que ejerzan cada día la libertad de elegir; para que cuenten con las herramientas y las seguridades indispensables para educarse y educar, fundar una empresa o escribir un libro; para debatir y expresarse; ser laico o católico; quedarse en el país o migrar. El único fin que justifica la existencia de la política y del Estado es crear el ambiente para que la gente pueda, bajo su responsabilidad, acertar o equivocarse, triunfar o fracasar.

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