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la peninsula de las casas vacias
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Considerado como un fenómeno literario, poco después de su primera publicación en abril 2024, La península de las casas vacías se mantuvo seis meses consecutivos en el primer lugar de ventas en España y suma15 ediciones. Ha sido traducida al portugués y al italiano.

27 Marzo de 2025 14.41

Durante un mes, desde la devastada península íbera, el mensajero recorrió en su furgoneta 150 leguas hasta llegar a París para entregar al artista el cargamento que contenía la cabeza de un toro, un caballo despedazado, el tronco descuartizado de una madre junto a su hijo muerto y un quinqué que no había dejado de arder desde el bombardeo a Guernica.

El olor nauseabundo del encargo, que también incluía una pierna cortada, el brazo de un soldado, trozos humanos y animales se sentía a una cuadra de distancia; era el hedor de la guerra que Picasso plasmó en el famoso cuadro que apenas muestra una parte de la Guerra Civil de Iberia.

¿Por qué Iberia? Porque David Uclés (Úbeda, 1990), escritor, traductor, músico y dibujante se refiere así al país de la Guerra Civil, que incluye también a la región de Lusitania. Se trata de uno de los mayores conflictos del siglo XX que el autor investigó durante 15 años.

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Iberia, junto con Portugal, sería un país más rico cultural y económicamente: "Yo, románticamente, me declaro íbero", adujo el autor en una entrevista con la Radio y Televisión de España (RTVE), en la que también se recuerda que Saramago alguna vez planteó esa idea geopolítica.

No es una novela más de tantas que se han escrito, es distinta e irreverente, es el realismo mágico que el autor actualiza en el siglo XX con personajes y familias divididas, que además permite recordar a Patria de Aramburu o El tiempo y el viento de Veríssimo; pero tampoco es una novela histórica, es toda la Guerra Civil española narrada por los personajes y por el autor.

En 700 páginas encontramos desde una lluvia de garbanzos hasta una situación tan aguda de hambruna, en la que a falta de comida a las gallinas las engañaban dándoles de comer aserrín, pero las aves ponían huevos de madera.

Son 691 episodios, incluido el epílogo, por los que transita el patriarca Odisto, su mujer, sus hijos, algunos republicanos, otros falangistas, la guerra no distinguía ideologías, había que alinearse con una de las dos banderas en conflicto.

No parecería novedad que un escritor español escriba sobre su guerra, no recuerdo a ninguno que no lo haya hecho, incluido Pérez-Reverte, que la había esquivado hasta que publicó Línea de fuego, aunque centrada en exclusiva en la decisiva batalla del río Ebro.

Uclés, en las últimas páginas de su voluminoso libro incursiona en esa parte de la guerra y en sus angustiados personajes, en la euforia por el triunfo y en la desazón por la derrota, pero definitivamente ese no es el eje de su larga y dolorosa descripción que roza en la distopía.

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A ochenta años del conflicto el autor, poco conocido hasta el año pasado cuando presentó su obra en la Feria del libro de Madrid, incursiona en el conflicto de una manera diferente, con otra mirada y mediante el realismo mágico, cuyo precursor en las letras latinoamericanas fue García Márquez.

En una entrevista reciente en la RTVE (Radio y Televisión de España) insistía en que su intención no fue escribir una novela histórica, pero sus ideas son todo lo contrario de lo que hemos leído anteriormente acerca de la Guerra Civil.

"No quería que brote sangre, la sangre no sale bien de este teclado", explicaba el autor al justificar que de las heridas de sus personajes salía arena o cenizas; puede ser menos dramático, decía, pero es una manera de narrar.

La novela es la descomposición de una familia y de un pueblo (Jándula), es la desintegración de un territorio y de una península que se queda con sus casas vacías. Es la historia de una familia de cuarenta miembros que viven en Jándula, una pequeña aldea semejante a Macondo.

La novela está correctamente ambientada en el lenguaje del siglo anterior, por ejemplo, la distancia en leguas, que equivale a lo que un hombre puede recorrer en una hora de caminata, varía entre los cuatro mil y los cinco mil metros. Las casas vacías suman 1,3 millones, incluidas las que abandonaron los habitantes de Almería después de un bombardeo aéreo de Hitler.

En Madrid los poetas, escritores, pintores e intelectuales de todo el mundo se reunían para dar su apoyo a los republicanos o rojos como los denominaba Francisco Franco.

Diálogos, ficticios o reales entre artistas otorgan al libro una atmósfera de enorme intelectualidad, aunque también posiciones antagónicas y lecturas diferentes sobre el tema de la guerra; mientras eso ocurría algunos museos y monumentos recibían el impacto de las bombas.

Casi ni hay familias en España cuyos antepasados vivieron o participaron de la guerra, de hecho, mediante el personaje Odisto el autor rinde un homenaje a su abuelo y a otros parientes que fueron absorbidos por el conflicto.

El escritor cumple también el papel de narrador en gran parte de la novela, dialoga con Franco en una iglesia: "era necesario tener un pulseo con él", dice en la entrevista; además admite que le resultaba perturbador que el caudillo se auto defina como el adalid de la cristiandad.

Considerada como el nuevo Polo Norte, la guerra en Teruel duró los dos primeros meses de 1938 y se escenificó con 20 grados bajo cero. Un piloto voló a gran altura, pero el avión se quedó congelado en el aire y los proyectiles disparados desde tierra también. 

Los pilotos de Franco enviaban una lluvia de panes para ganarse la voluntad del pueblo en Madrid, mientras que el oro del Banco de Iberia se lo habían llevado a Moscú. Sin dinero disponible Franco vendió el nombre de la capital a un gobierno provisional de China: en el relato Madrid se convirtió en Madriz.

El olor de la guerra estaba compuesto de ocho sustancias: meado, mierda, miedo, vómito, sudor, pólvora, descomposición y hambre. Si en Macondo llovió cuatro años, once meses y dos días sin interrupciones, en Jándula el diluvio fue de un mes, pero logró detener la historia de la provincia íbera.

Otra escena macabra envolvió al famoso fotoperiodista Robert Capa, el mismo que mostró en imágenes la tragedia de Vietnam: "su pie izquierdo se detuvo al sentir que había pisado algo metálico -una mina- que una vez pisado no se podía desactivar, porque si levantaba el pie explotaba". Capa, dice esta historia, se quedó con el pie sobre la mina durante cuarenta años.

Considerado como un fenómeno literario, poco después de su primera publicación en abril 2024, La península de las casas vacías se mantuvo seis meses consecutivos en el primer lugar de ventas en España y suma15 ediciones. Ha sido traducida al portugués y al italiano y los editores de Siruela Nuevos Tiempos preparan presentaciones en otros idiomas. Las otras dos publicaciones de Uclés -El llanto del león y Emilio y octubre- no registraron el mismo impacto. (O)

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