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La otra India
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Tal vez si miramos este fascinante lugar más allá de lo externo, en muchos sentidos puede resultar un ejemplo. Lo que queda claro, es que para quien visita la India no hay puntos medios. Se dividen entre quienes no volverían nunca y los que la aman y solo desean regresar.

9 Febrero de 2022 16.25

La India es un lugar en el que nunca he estado, por lo menos en esta vida. Sin embargo, me embriaga una curiosidad inmensa e insaciable por este país, donde habitan mil doscientos millones de personas, se hablan más de ochocientos idiomas y se veneran a casi veinte millones de dioses. Un mundo aparte, donde conviven hindúes, musulmanes, parsis, jainistas, budistas y cristianos.

Llevo años recorriéndola, sin haber puesto un pie en ella. Las lecturas me han transportado desde las historias de los los Maharajás, pasando por la revolución de Gandhi y posteriormente Nehru, Indira Gandhi y sus hijos, o textos milenarios como las Upanishads y su teoría de los cinco cuerpos o Los Sutras de Patanjali, donde encontramos las raíces del Yoga. Una historia llena de enseñanzas, de formas de vida, de contradicciones, un gigante tecnológico y espiritual al mismo tiempo. Con pobreza y riqueza extrema. La democracia más grande del mundo y el hogar de eruditos y cuenteros, lo que demuestra las polaridades de este increíble país.

Los contrastes de la India se reflejan en los personajes que nacieron y caminaron en ella.  Entre otros: Rabindranath Tagore, escritor, dramaturgo, poeta, pintor y compositor, quien recibió el Premio Nobel de literatura en 1917. Sri Aurobindo, político y luchador por la independencia de la India; Anandamayi Ma, una santa que tenía el don de la precognición y la curación. Krisnamurti, filosofo, poeta y escritor; Jagadish Chandra Bose, científico, botánico y biólogo; Paramahansa Yogananda, Krishnamacharya, Swami Sivananda, BKS Iyengar, algunos de los grandes Yoguis de nuestro tiempo. La lista es interminable. Difícil encontrar un país que compita con la India en la cantidad de personajes emblemáticos en distintas áreas. Tantos conocimientos generados en este submundo, que es interesante tratar de encontrar la razón de esta fuente inagotable de sabiduría. 

En este camino por conocer la India a la distancia, me encontré con un libro fabuloso: "La Otra India". Su autor, el español Ramiro Calle, uno de los Yoguis más sabios y equilibrados de esta época, a quien tuve la oportunidad de conocer en una experiencia inolvidable. En este libro, Ramiro Calle describe la India desde una perspectiva diferente, como resultado de más de cien viajes al subcontinente asiático. En esta mirada se acerca no sólo a líderes espirituales sino también a la gente de la calle, lo que le permite guiarnos a través de una India que no siempre puede ver un viajero clásico. Los relatos dejan sin aliento al lector, empezando en el primer capítulo con su paso por la ciudad de Benarés, donde se realizan rituales funerarios jamás vistos en otra parte del mundo y donde se mezclan, sadhus, embusteros, sabios, cazadores de turistas, sacamuelas callejeros, con tradiciones ancestrales y culturas inimaginables. Sin duda, uno de los aspectos que distingue a la India de otros puntos del mundo es su gente. Esos millones de almas que, a pesar de condiciones extremas, pueden seguir caminando como seres completos, viviendo el presente. Tal vez es necesario entender su visión del karma o del Ahimsa, el principio de no violencia, y sus tiempos distintos, y así encontrar una de las explicaciones para que en medio de un aparente caos y un mundo que no se detiene, puedan sostener una cierta armonía y millones de sonrisas que nos enseñan otros aspectos de la vida.

Con el tiempo, he encontrado que los relatos de primera mano de diferentes viajeros son los que más conmoción me han causado, para bien o para mal. Viajes con tinte espiritual, otros puramente turísticos. La mayoría de los aventureros va sin saber que esperar y vuelven con una mezcla de desconcierto por las circunstancias intensas de pobreza y maravilladas cuando pudieron ir más adentro y ver la riqueza de la esencia de este pueblo. Tal vez si miramos este fascinante lugar más allá de lo externo, en muchos sentidos puede resultar un ejemplo. Lo que queda claro, es que para quien visita la India no hay puntos medios. Se dividen entre quienes no volverían nunca y los que la aman y solo desean regresar. Cuando escucho esas historias asombrosas y aquellas sensaciones contrapuestas, tal vez descubro la razón del por qué hasta ahora no he llegado a visitarla. Quizá es la duda que tengo en mi interior, en el sentido de que luego de tanto conocerla de lejos, el día que llegue a encontrarme en realidad con ella, no saber si estaré entre los que no quieren volver verla o los que sueñan con regresar. (O)

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