El Yoga fue definido hace más de 2.000 años como “el estado en el cual las fluctuaciones mentales y emocionales se han aquietado”. Este concepto se encuentra en “Los Yoga Sutras de Patanjali”, texto que constituye un compendio estructurado de las enseñanzas que venían de 3.000 años atrás. Este milenario conocimiento, es el resultado de una importante búsqueda interior, mediante la indagación interna y la verificación de los resultados a través de la experimentación. El Yoga es la consecuencia de un camino de disciplina para encontrarse con uno mismo, sin perderse en los bullicios de la mente. Sin embargo, este largo recorrido que concluyó en uno de los seis sistemas filosóficos, un Darshana como se llama en la India, ha llegado a convertirse en los últimos años en una moda con más de 300 millones de personas enfocadas principalmente en la obsesión por el culto al cuerpo.
La mercantilización de esta sabiduría ha llevado a popularizar el Yoga en Occidente, lo cual se puede evidenciar con una simple mirada a las redes sociales donde encontraremos miles de fotos relacionadas con posturas perfectas y en algunos casos extremas y sus subsecuentes millones de “likes”. De igual manera, podemos ver una interminable cantidad de aplicaciones, recetas para salud y fitness, así como una larga lista de mensajes cliché y promoción de caminos espirituales. De otra parte, la publicidad sobre muchos personajes famosos visitando maestros verdaderos o charlatanes, caminando por sendas icónicas relacionadas al Yoga o meditando en paisajes motivadores, ha ido desde los Beatles, quienes acudieron a retiros en la India con increíbles repercusiones mediáticas, hasta artistas, actores o políticos de toda índole, que unos con una verdadera intención de encontrar un camino diferente y otros con el propósito de elevar sus carreras u obtener seguidores, postean en Instagram cada día su fervor por esta práctica.
Desde el punto de vista económico, el Yoga actual ha generado una industria gigantesca de mercadeo de todo tipo de indumentaria, productos y servicios relacionados con esta forma de vida. Esta moda mueve algunos billones de dólares al año en el mundo. Solo en el caso de la industria textil, las grandes marcas dedican ingentes inversiones en el desarrollo de ropa especializada. Lo que en el ámbito publicitario se ha denominado “la industria de la felicidad y bienestar” ha generado una moda que, en realidad, muy poco tiene que ver con el verdadero espíritu del Yoga. Esta desnaturalización no ha ocurrido solamente en occidente. De hecho, en su lugar de origen, la India, su comercialización ha llegado a tal punto que es igual de común encontrar escuelas y profesores dedicados más al exhibicionismo que a la verdadera práctica, como lo es en los países de este lado del mundo.
Si bien muchos maestros serios se oponen a considerar estás prácticas enfocadas exclusivamente en el cuerpo como Yoga, en ocasiones pueden ser una puerta adicional para entrar al camino más profundo de las enseñanzas. Para esto, es necesario tener la claridad de que lo físico es solamente una parte. Entender que el Yoga trabaja en lo opuesto al ego y la comparación. Es importante ir más allá del trabajo corporal y aceptar que el Yoga real consta de varios pasos que funcionan como un espiral, es decir, pueden ir dándose de forma paralela. Estos escalones están compuestos de principios universales y formas de actuar personales que tienden a una vida balanceada y respetuosa de uno mismo y tu entorno, como es el concepto de la no violencia denominada “Ahimsa”. Comprender que las posturas, los mantras, los mudras y el manejo de la respiración, son herramientas que nos pueden llevar a una concentración profunda y si esta es mantenida podremos alcanzar el objetivo fundamental que es la meditación. Y quizá en algún momento, acercarnos al llamado Samadhi, es decir, un estado en el que la mente este tranquila, clara y ausente de fluctuaciones emocionales. Esto es el Yoga.
En definitiva, el yoga se sostiene en la experimentación de técnicas creadas hace miles de años y no solo en creencias. No es una religión, aun cuando te puede conectar con una espiritualidad inmensa. No es un deporte, aunque puede tener efectos positivos en tu salud. No se trata de una medicina, pero puede tener resultados sanadores y preventivos. Es un método donde nada está librado al azar y que te puede ayudar a encontrar el silencio interior, la ecuanimidad y el sosiego, si lo entiendes en su totalidad. Un proceso compuesto por un conjunto de herramientas para el desarrollo armónico de tu cuerpo, tu mente y tu energía y como consecuencia escuchar, entender y tener la posibilidad de actuar sin el filtro de una mente ofuscada y el sufrimiento relacionada con ella.
Quienes desarrollaron este sendero, descubrieron la importancia de la consciencia en nuestro diario vivir, de la necesidad de estar presentes. Ahora esta filosofía y estos conocimientos están al alcance de todos aquellos que se revelen a vivir bajo el domino de una mente que salta de un lugar a otro, del pasado al futuro, influida por las huellas que han dejado las experiencias pasadas de esta vida u otra. Los sabios Yoguis definían a la mente como: “un mono loco, borracho, picado por un alacrán”. Y a pesar del paso de miles de años, seguimos luchando por salir de ese laberinto. Lo importante, es que hay salidas. Y si pudiste empezar, aun con una sola parte del Yoga, tal vez puedas hacer una pausa, mirar más adentro, dar un segundo paso e iniciar tu camino en el maravilloso mundo del Yoga genuino y completo, comenzar a calmar al mono loco de tu mente y darte la oportunidad de escuchar a quien realmente eres. (O)