El suicidio tendría complejas aristas, desde psicológicas hasta religiosas, quizás muchas con el común denominador de la extrema depresión; siendo la muerte desde la perspectiva del suicida, su única salida…, momentos en que la mente altamente perturbada, atormentada… tomaría la fatal decisión; vista incluso por algunos, como un acto de cobardía, al decidir la persona salir por la puerta de atrás de la vida…
Difícil, complejo y quizás injusto aventurarse a juzgar o entender los precipicios, los rincones y/o las penumbras íntimas y profundas del alma agobiada, de quien en vida tomó dicho extremo y doloroso camino…
Al suicidio se lo ha visto como algo asociado también a temas psiquiátricos, a poca claridad, e incluso a insuficiencia de inteligencia para poder discernir y entender bien las cosas en su justa dimensión, a fin de no tomar caminos unidireccionales empedrados de dolor y lágrimas.
Sin embargo y sin pretender hacer apología de este, puede ser interesante explorar otras aristas, en las cuales estarían presentes diferentes elementos, ajenos a la oscuridad mental. Por ejemplo, el caso de A. García, quien desde muy joven ya intentaría empuñar armas por defender sus convicciones políticas; incluso, llegando en su momento a sugerirle a un conocido suyo, que el suicidio pudiera ser una opción por considerar para aquella persona cercana. Quizás, esto nos lleve a suponer, que en la mente de García, las armas constituirían también para él herramientas importantes y válidas para defender ideales y concomitantemente para atacar a sus adversarios…
En todo caso, la vida de García, con su ideología política que respeto pero no comparto, fue adornada por su profunda inteligencia, carisma, cuanto por su capacidad persuasiva y de oratoria, acompañada y enmarcada del poder, del triunfo, del éxito, y también por supuesto del adulo embustero; llegando a ser por dos ocasiones presidente de su país; saliendo relativamente bien parado del segundo mandato; pese a que, paradójicamente este último sería parte de la causa de su posterior e irreversible decisión...
Aquel día, me atrevo con respeto a omitir la palabra fatídico, en el que la autoridad -con o sin razón- golpeó la puerta de su residencia, a fin de comunicarle que se lo llevarían detenido; García en la lucidez de su inteligencia, habría optado con determinación por abrir concomitantemente otra puerta, no por depresión ni cobardía, sino quizás por brillantez y valentía; ya que probablemente luego de profundas y extensas reflexiones, habría resuelto con firmeza previamente en la intimidad de su conciencia, no permitir ni aceptar que sus enemigos políticos lo humillen ante su familia, ante su país, ante el mundo…; ni que hieran de muerte su trayectoria ante la historia; ni que se manche ni ofenda su honor... Así, aplastaría el gatillo de su arma, acto con el cual abriría el pestillo de la puerta… la de la eternidad; atravesando en su respetable visión y decisión, el dintel hacia la leyenda y la gloria… (O)