La herida
Es probable que el corte en su pulgar deje una cicatriz, como la que dejará el corte de la relación en nuestras vidas. Su dedo también necesitará tiempo para sanar.

Pasaron ciento veinte días desde la última vez que compartimos el café de la mañana. 

Volvimos a amanecer en el lugar formado por el cruce de mis brazos en su cintura, la mezcla de olores de nuestros cuerpos y el encuentro de los latidos entre su espalda y mi pecho. 

Despertamos cargados de ilusión, pero también de las preguntas que siguen a los finales abruptos.

Pasaron ciento veinte días del corte. Del desgarro. De la herida que, como pareja, no supimos tratar y nos separó como se separa la piel de un solo cuerpo.

Estábamos ahí. Atraídos por la misma fuerza que nos unió hace tanto y repelidos por los mismos pensamientos que nos separaron hace poco. Pero estábamos. Y ninguno tenía intenciones de irse.

¿Es el tiempo el lente con el que se entiende el pasado?

¿La ausencia es la forma de valorar a la presencia?

¿Dónde se esconde la herida en ese amanecer?

La Tierra pareció girar más lento los días en que ella estuvo ausente. 

Yo, que no tengo buena memoria, me dediqué a recordar, como coleccionista, los momentos compartidos y todo lo que no había sido.

Nos volvimos a encontrar como quien encuentra lo que ha estado esperando para volver al hogar. 

Como llenos de la sed de lo que jamás dejó de ser. Como gritando con la mirada para ahogar nuestro silencio. Como si las manecillas del reloj no hubiesen girado más de doscientas cuarenta veces. Algo en ese encuentro insospechado fue más grande que la pena acumulada. 

¿Podremos vivir con esta cicatriz?

Como ritual que anuncia el inicio de un día juntos, preparamos café en la prensa francesa. Aquella mañana volvimos a compartir el aroma y el sabor.

Pero cuando ella lavaba la prensa que minutos antes nos regaló placer, esta se rompió en sus manos e hizo un corte en el dedo pulgar de la mano derecha. 

La sangre invadió su mano y el pánico lo hizo en su cuerpo. Ella se desvaneció mientras yo intentaba ayudarla.

Corte y Dolor. La herida es profunda, hay que ir al hospital, le dije.

Ya en el hospital, el cirujano consideró necesario suturar la herida, pero ella se resistió. 

El daño ya estaba hecho y no había otra manera de sanar.

¿El corte dejará cicatriz?

Es probable que sí. 

Es probable que el corte en su pulgar deje una cicatriz, como la que dejará el corte de la relación en nuestras vidas. Su dedo también necesitará tiempo para sanar. 

Su piel, hoy trizada por catorce puntos, volverá a ser una sola piel que recordará el desgarro, la separación, el miedo, lo imperfecto, pero también la reparación, la valentía de atreverse a sanar después del daño.

La cicatriz será un recordatorio de lo sufrido, pero también de lo sanado. 

Será un monumento a la belleza de lo imperfecto restaurado. La historia detrás de lo que más ha costado aprender. Fragilidad y fortaleza. La conclusión de un dolor y el inicio de un aprendizaje.

Al momento de la anestesia las enfermeras le regalaron un chocolate para que le subiera la presión. 

Limpiaron el corte con cuidado y lo suturaron con calma. En veintiún días sacaremos los puntos, dijo el doctor.

Salimos del hospital tomados de la mano. De su mano izquierda, para no lastimar la herida. 

Decidimos ir por un café. 

Y también decidimos continuar juntos. (O)