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En 1968, tres astronautas de la NASA, Anders, Borman y Lovell, se convirtieron en los primeros humanos en orbitar la Luna. La misión Apolo 8 capturó una fotografía de la Tierra desde el espacio que cambió para siempre la forma en que nos veíamos a nosotros mismos.

30 Junio de 2024 19.30

A lo largo de la vida, muchas veces nos vemos abrumados por nuestro día a día, por nuestro trabajo, por nuestros problemas, sueños y miedos. Por esta razón la rutina nos engaña, nos hace creer que los cuartos que habitamos, que las calles que caminamos y que las personas con las que convivimos son nuestro mundo. Pero esto es una mentira. 

“De repente me di cuenta que todo es relativo. Cuando estás en una habitación tu mundo gira alrededor de esas paredes. Cuando estamos afuera, tu mundo gira alrededor de lo que puedes ver. Pero, cuando estás en una nave espacial piensas en términos de océanos e islas”. Mientras Jim Povell y su tripulación estaban orbitando la Luna, regresaron a ver hacia atrás y observaron la Tierra. 

Esta fue la foto que tomaron: 

Tierra
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“No ves ciudades, no ves fronteras, no ves países, no ves gente, parece que el lugar está deshabitado”. En el marco de la Guerra Fría y de la carrera espacial, había cero interés en fotografiar nuestro planeta. La misión era clara: rodear la Luna y volver a la Tierra vivos. En sus manos tenían una cámara Hasselblad 70 milímetros con un cargador para 200 exposiciones de película delgada. Bill Anders fue el autor que inmortalizó este hermoso instante civilizatorio. 

Ahora, imagínate estar junto a ellos, apreciando una esfera azul del porte de una canica, donde todas las personas que amas te esperan. Según la tripulación, el primer pensamiento que atravesó por su mente fue un baño de humildad. ¿Qué importa ser un CEO de una multinacional, presidente de un país, celebridad o astronauta de un grano de arena? ¿Cómo cambiaría nuestra perspectiva si todos regresáramos de un viaje como ese? Nuestras guerras, nuestros problemas, nuestras aflicciones, que pequeñas se verían rodeadas por toda esa oscuridad. 

Otro punto importante que los inspiró fue el reflejo de nuestra propia fragilidad. La especie humana cree haber dominado el entorno natural, asfaltando los caminos, tecnificando sus procesos, hasta 'bombardeando nubes' para dar la ilusión de control frente al cambio climático. 8.000 millones de personas dejarán una huella que nunca será escuchada en el infinito universo que nos rodea. Al igual que el soneto de Percy Bysshe Shelley que en la inscripción de una estatua destruida se muestra: “Mi nombre es Ozymandias, rey de reyes, ¡Contemplad mis obras, poderosos, y desesperad!”

TIme
TIme

La tripulación regresó sana y salva a casa. Esta fotografía, la más famosa de la misión, recorrió el mundo, desde EE.UU. y la Unión Soviética, hasta Europa, Asia y África. Todos querían ver (se). En la comparecencia para el Congreso estadounidense, Borman alegó que, “llevamos una enorme emoción con nosotros sobre que realmente todos existimos en un pequeño globo. Y cuando te alejas 384.400 km no es una realidad muy grande”. Al final de su intervención compartió una parte del poema escrito por Archibald MacLeish: “Ver la Tierra como realmente es, pequeña y azul, en ese silencio eterno donde flota, es ver jinetes en la tierra juntos, hermanos en esa brillante hermosura en el frío eterno, hermanos que ahora saben que son verdaderamente hermanos”. 

En 1990, a 5.900 millones de kilómetros de distancia fue tomada esta segunda fotografía, la más lejana que tenemos hasta la actualidad: 

Tierra
Tierra

Un planeta que se ve más pequeño y vulnerable que antes. Un hogar que necesita ser cuidado y protegido por todos porque, en el gran esquema del universo, solo nos tenemos a nosotros mismos. (O)

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