Forbes Ecuador
Eilat, Israel (Pixabay)
Columnistas
Share

Israel es en día en una potencia tecnológica, es uno de los países más innovadores, más atractivos a la inversión extranjera, con un alto ingreso per cápita superior incluso a algunos países europeos; en definitiva es un estado rico e influyente en el mundo, así como su gente una de las más adineradas del planeta. 

1 Diciembre de 2023 16.16

Influyó positivamente al establecimiento de Israel como Estado, la reacción de una parte del concierto internacional, ante el holocausto nazi y la inhumana persecución a los judíos; germinando la idea, en el sentido de, subsanar de alguna manera el sufrimiento de dicho pueblo. La ONU en noviembre de 1947 se pronunció favorablemente, a fin de atender el sentir judío de tierra propia, votando por la división de Palestina, asignando una parte para Israel (una tierra sin pueblo, para un pueblo sin tierra) y otra para la población árabe. El 14 de mayo del año siguiente, Israel se declaró Estado independiente, y casi inmediatamente recibió represalias bélicas de algunos de sus vecinos. 

En sus inicios, Israel era un estado con una economía frágil, influenciado por ideas socialistas - aunque suene inverosímil - y con gobiernos intervencionistas. Para 1984, Israel tenía una inflación que llegó cerca del 400%; por los años 90s, el ingreso per cápita de Israel, era casi la mitad comprado con el de Francia o Alemania.

Uno de los líderes más sobresalientes, que marcaron un antes y un después, fue Shimon Peres, premio nobel de la paz en 1994, dos veces primer ministro (1984 y en 1995), y presidente de Israel desde 2007 hasta 2014. Se pudiera colegir que, la fórmula del fortalecimiento de la economía israelí tuvo en él a uno de sus grandes pilares e impulsores, ya que, a lo largo de los años, tomó válidas medidas que sumaron poderosamente a fin de que Israel esté en el importante sitial donde está ahora.  Éstas fueron principalmente: reducir la burocracia, detener el incremento de sueldos del sector público; suspender la emisión inorgánica de dinero, férreo control del gasto público, combatir el déficit fiscal,  transferir al sector privado las empresas públicas ineficientes, brindar autonomía al Banco Central protegiéndolo de las influencias y presiones de los venideros gobernantes de turno, logrando con esto último que el pueblo recupere la confianza en la moneda local frente al dólar; y quizás uno de los grandes aciertos fue, el llamado Programa Yozma,  que consistió en fomentar el emprendimiento y apoyar las nuevas ideas en el campo tecnológico, mediante el mecanismo de participación del estado de Israel en el 40% del capital de estas nuevas empresas, y el 60% restante fruto de capitales de inversión  locales y principalmente  extranjeros, cuyos programas eran calificados de manera profesional ajeno a influencias políticas, sumado a estímulos fiscales. Inversión estatal que podía ser, devuelta al sector privado, a fin de que Israel pueda recuperar el monto de la inversión inicial más un interés. 

Todas las medidas indicadas aplicadas a lo largo del tiempo, acompañadas sin duda, de la disciplina y talento judío, del respeto al cumplimiento de la inversión local y extranjera, a la captación de inmigración calificada, han permitido que Israel (conocido como el Silicon Valley de Oriente y pese a su vecindad no precisamente destacada por la riqueza), sumado a otros factores de su pueblo, entre ellos  la práctica del diezmo y de la ley de los tres tercios, que consiste en tener una tercera del patrimonio  en tierras (inversiones seguras pero con poca rentabilidad); otra tercera parte en acciones (inversiones de riesgo pero rentables); y, la otra tercera parte en cash (para emergencias y realizar inversiones o adquisiciones  de oportunidad), sea hoy en día en una potencia tecnológica, en uno de los países más innovadores, más atractivos a la inversión extranjera, con un alto ingreso per cápita superior incluso a algunos países europeos; en definitiva en  un estado rico e influyente en el mundo, así como su gente una de las más adineradas del planeta.   

Estas prácticas han dado sólidos resultados a lo largo del tiempo; y constituyen buenos ejemplos a seguir para América Latina y de manera particular para el Ecuador, con mayor motivo con el nuevo gobierno entrante.  (O)

10