La fórmula del éxito: educación superior como catalizador del desarrollo nacional
Los gobiernos deben priorizar la educación superior en sus planes de desarrollo, estableciendo objetivos claros y medibles, asignando recursos adecuados y adoptando un enfoque integrado que conecte la educación superior con otras áreas clave del desarrollo.

La educación superior (ES) se ha convertido en un motor clave del desarrollo social, económico y cultural de las naciones. No solo es un vehículo para la formación de capital humano altamente calificado, sino también una fuente vital de innovación, investigación y progreso social. En el contexto de los planes nacionales de desarrollo (PND), la inclusión de la educación superior adquiere un rol central, ya que permite alinear los objetivos educativos con las prioridades estratégicas de un país, contribuyendo a la consecución de metas nacionales y globales, como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). 

Históricamente, las naciones que han logrado avances significativos en su desarrollo económico y social lo han hecho mediante fuertes inversiones en educación, en particular en la educación superior. La UNESCO subraya que una sociedad altamente educada es sinónimo de progreso, ya que las innovaciones tecnológicas y los avances científicos dependen de la existencia de un capital humano cualificado y de un sólido sistema de investigación. De hecho, muchos países de ingresos bajos y medios que han logrado transformarse en gigantes industriales y tecnológicos han priorizado la educación en sus políticas públicas, invirtiendo en instituciones y en la formación de millones de estudiantes.

La planificación a largo plazo, que incluye la educación superior en los PND, permite a los gobiernos establecer una visión estratégica para el desarrollo nacional. Este enfoque no solo facilita la creación de consensos sobre las oportunidades y desafíos que enfrenta un país, sino que también proporciona un marco para la asignación de recursos y la implementación de políticas efectivas que pueden marcar una diferencia significativa en el futuro de una nación.

Países como India, Corea del Sur y China han destacado por su enfoque estratégico hacia la educación superior en sus planes nacionales de desarrollo, lo que les ha permitido lograr un notable crecimiento económico. En India, por ejemplo, el gobierno ha trabajado para aumentar la tasa de escolarización en la educación superior, con el objetivo de alcanzar el 50% para 2030. Corea del Sur, por su parte, ha invertido en una educación superior de calidad, lo que ha sido un factor clave en su transformación de una nación devastada por la guerra a una de las economías más grandes del mundo.

Estos países han entendido que la educación superior no solo se traduce en mayores ingresos para los individuos, sino también en una mayor capacidad de innovación, un aumento de la productividad y un impulso al desarrollo tecnológico. Además, la educación superior ha facilitado la movilidad social y ha contribuido a una mejor gobernanza, creando sociedades más equitativas y resilientes.

Incluir la educación superior en los PND es fundamental para asegurar que este sector se convierta en un pilar del desarrollo nacional. Según el informe de la UNESCO sobre la integración de la educación superior en los PND, se destaca que, si bien todos los países analizados reconocen el papel de la educación en el desarrollo, solo un tercio de ellos tiene un capítulo dedicado específicamente a la educación superior en sus PND. Esto sugiere que, aunque existe un consenso sobre la importancia de la educación, la educación superior aún no ha sido plenamente priorizada en muchos países.

Los países que logran integrar de manera efectiva la educación superior en sus PND tienden a tener objetivos claros y medibles. Estos objetivos abarcan desde el aumento de la matrícula en la educación superior hasta la mejora de la calidad educativa y la reducción de las desigualdades en el acceso. Además, muchos países están comenzando a vincular la educación superior con el mercado laboral, asegurando que los graduados tengan las habilidades necesarias para contribuir a sectores clave de la economía.

Uno de los principales desafíos que enfrentan los países en desarrollo es la falta de indicadores claros y medibles para evaluar el éxito de las políticas de educación superior. Aunque muchos países establecen metas ambiciosas en sus PND, pocos vinculan estos objetivos con indicadores específicos que permitan un seguimiento adecuado. Esta falta de mecanismos de seguimiento dificulta la evaluación del impacto de las políticas y puede resultar en una implementación ineficaz de los planes.

Sin embargo, la creciente adopción de tecnologías emergentes, como la inteligencia artificial y la digitalización de la educación, ofrece nuevas oportunidades para mejorar la calidad y el alcance de la educación superior. Estas tecnologías pueden facilitar el acceso a la educación en áreas remotas, mejorar la calidad del aprendizaje y permitir una mayor personalización de los programas educativos, adaptándose a las necesidades específicas de los estudiantes.

La inclusión de la educación superior en los PND también está directamente vinculada a la Agenda 2030 de las Naciones Unidas y sus ODS. El ODS 4, que busca garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad, resalta la importancia de la educación superior para el desarrollo sostenible. Las universidades y otras instituciones de educación superior juegan un papel crucial en la formación de profesionales que serán responsables de abordar los desafíos globales, como el cambio climático, la pobreza y la desigualdad.

Además, la educación superior contribuye de manera significativa a la investigación y el desarrollo tecnológico, esenciales para la innovación y el crecimiento económico sostenibles. Las universidades también pueden liderar esfuerzos en áreas como la sostenibilidad medioambiental, promoviendo prácticas sostenibles tanto en sus operaciones como en sus programas educativos.

La inclusión de la educación superior en los planes nacionales de desarrollo no es solo una cuestión de mejorar la educación de los ciudadanos, sino una inversión estratégica en el futuro de las naciones. A medida que los países enfrentan desafíos cada vez más complejos, como el cambio climático, la globalización y la automatización, contar con una población educada y un sistema de educación superior robusto será esencial para garantizar la resiliencia y el crecimiento sostenible.

Los gobiernos deben priorizar la educación superior en sus planes de desarrollo, estableciendo objetivos claros y medibles, asignando recursos adecuados y adoptando un enfoque integrado que conecte la educación superior con otras áreas clave del desarrollo. Solo de esta manera la educación superior podrá desempeñar plenamente su papel como motor del progreso social, económico y ambiental. (O)