¿Se imaginan que a alguien se le habría ocurrido crear un “video reacción” de la cara de los influencers, cuando Francisco Briones (Director del SRI) anunció, que a partir del 2023 todo influencer en el Ecuador está obligado a facturar? ¡Estoy seguro que habría sido tendencia instantánea!
La meta del gobierno es recaudar 1.000 millones de dólares adicionales (si, leíste bien: MIL MILLONES de dólares), a lo que se recaudó en el 2022. Esto significa cambios importantes para nuestros famosos amigos de las redes sociales y también para los negocios digitales informales que a través de Instagram o Whatsapp, escapan al control de la entidad.
¿Una medida de dulce o de sal?
De dulce:
Esta podría ser una buena noticia para los influencers más exitosos (macro influencers y celebrities). Ya que no tendrán que preocuparse por esconder sus ingresos o fingir que son simples "aficionados" en las redes sociales. Ahora podrán mostrar su verdadero estatus de estrella y ser reconocidos como lo que son: empresarios digitales exitosos.
Desde un punto de vista competitivo, las agencias, empresas y marcas van a preferir contratar a los creadores de contenido que están regularizados, versus los que no ofrecen ningúna garantía. Ya que al existir un documento legal, las empresas pueden declararlo como un gasto y cruzarlo con su declaración mensual de impuestos.
A pesar de ahora tener que pagar impuestos, la facturación personal les da a los influencers más libertad para elegir con quien trabajar. Ya que en Ecuador se dan casos con exitosos creadores de contenido, que al no contar con su propia contabilidad, dependen de “managers” que cobran una comisión elevada a sus clientes, únicamente “por poner la factura”.
En este contexto, el SRI a partir de Noviembre del año pasado, convirtió la facturación digital en obligatoria para la gran mayoría de los negocios y personas naturales. Y aunque este sistema tenga sus detractores y por ahí uno que otro “rudito” al que le cuesta adaptarse al siglo XXI, es una solución muchísimo más económica que sacar el facturero y enviarlas físicamente a través de mensajería a donde se encuentre la oficina de tu Cliente.
La factura también es un documento que ayuda a los reclamos por incumplimiento. No olvidemos que Ecuador es un país donde reina la informalidad y que a la hora de cumplir con lo que se pacta, pretextos no faltan. Y si bien es cierto, una factura no garantiza el cumplimiento, pero en escenarios de demanda, ayuda muchísimo.
De sal:
Por otro lado, podría ser una mala noticia para los influencers más pequeños (nano y micro influencers), si no están generando suficientes ingresos, tendrán que pagar impuestos sobre todo lo que cobren, lo que significa que tendrán menos dinero para invertir en su estilo de vida, que por lo general debe mostrarse siempre por encima de la medida del ciudadano común, es decir: sus seguidores.
En el caso de los negocios informales digitales. El SRI debe hallar una manera inteligente, eficiente y empática de no meter a todos en el mismo costal. Ya que es muy diferente una cuenta de Instagram que vende electrónicos a nivel nacional, que puede tranquilamente generar 20 o 30 mil dólares mensuales por debajo del radar. A una madre de familia que vende postres para redondear su sueldo y que apenas llega a los $300 mensuales.
¿Ke aser, komo saber?
El reto que debe enfrentar el SRI es complicado, mucho más si consideramos que por un lado le está metiendo la mano al bolsillo a un segmento de la población que actualmente tiene más influencia que muchos medios de comunicación (sino pregúnteles a los candidatos que han hecho el ridículo en TikTok toda la campaña). Y por el otro, se enfrenta al 65% del país que no tiene trabajo formal y que en las redes sociales ha encontrado una manera de ganarse la vida honestamente.
Otra duda que ronda las redes es: ¿cómo va a saber el SRI, quién es influencer y quién no? Porque hasta la fecha de este artículo, tal denominación no existe al crear un RUC. Lo que se estila es el rubro de “creación de contenidos para redes sociales”, pero en el caso de un influencer que es veterinario, pero que gana muchísimo más en colaboraciones pagadas con las marcas. ¿Debe tributar como veterinario o como YouTuber? ¿Y si es YouTuber, qué pasa con los ingresos que recibe de esa plataforma, también le van a “mochar” ese dinero?
En otros países, de la mano de las plataformas más importantes como Instagram, YouTube, y TikTok se ha normado todo contenido que incluya promociones pagadas o colaboraciones de marca, sea etiquetado en la misma plataforma como tal. Pero, a menos de que el SRI tenga acceso al API de estas Apps y desarrolle un módulo que se conecte directamente a su sistema y parametrice un cobro proporcional de impuestos dependiendo del caso o de la categorización debidamente registrada y actualizable en tiempo real de macro, mini, nano influencer por red social, no lo veo muy viable. Y estamos hablando de un país donde la cita para actualizar el RUC se demora una semana…
En fin. Independientemente de si eres un influencer exitoso o no, hay algo que es seguro: tendrás que estar mucho más pendiente de tus finanzas a partir del 2023. Ya no podrás simplemente publicar una foto con un shampoo y esperar que el dinero caiga del cielo. Tendrás que ser mucho más estratégico, consciente y competitivo con tus contenidos para aumentar tus ingresos y regular tus gastos. Y como diría Shakira: ¡A seguir siendo una estrella en las redes sociales, pero facturando! (O)