La cuestión judeo-palestina: consideraciones fácticas (II)
Es importante aclarar que nuestro artículo no llama "a Israel y a Hamas a hacer la paz y a buscar la justicia". El llamamiento es al Estado de Israel como país serio y respetable, y a los palestinos como nación. El hecho de que hoy Palestina esté gobernada por una vergonzosa organización terrorista como Hamas es, por cierto, una realidad que ojalá pronto sea superada.

Complementemos nuestras ideas vertidas la semana pasada en relación con la cuestión judeo-palestina. Cuando la religión hace presencia en la política, el resultado es desastroso. Aquella nunca debe salir de los centros de oración. El laicismo es garantía de armonía entre los pueblos. La intolerancia del fundamentalismo islámico es repudiable en todo orden, como igual son abominables las prácticas terroristas de Hamas, y esta como organización execrable.

Si de religión hablamos, es indispensable ponderar el hecho de que Palestina -y Jerusalén en particular- son lugares sagrados tanto para el islam como para el judaísmo. Para el primero, es de donde Mahoma ascendió a los cielos luego de su viaje nocturno desde La Meca a lomos del Buraq. Para los judíos es la tierra prometida. También para el cristianismo lo es, en tanto su cuna. La Iglesia católica quiso controlar Palestina bajo el "justificativo" de ser el lugar de nacimiento, pasión y muerte de Cristo. No olvidemos que los nazis emprendieron contra el noble pueblo judío con el pueril argumento de que mataron a Jesucristo, argumento que cae por su propio peso. 

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La Resolución 181 de la ONU (1947), que dispone un régimen internacional particular para Jerusalén, es otra causa de antagonismo. En efecto, los palestinos reputan a Jerusalén Oriental como su capital. Esta sección de la ciudad volvió a dominio israelí a raíz de la Guerra de los Seis Días de 1967. Estudiosos afirman que Israel no pretendía tal anexión y aquella de territorios egipcios, sino solo destruir al ejército de Egipto por el peligro que representaba para Israel, que sin duda lo fue. Hoy, el riesgo sigue siendo los vecinos del Estado de Israel, como quedó demostrado con el último ataque de Hamas.

La posición judía en torno a la ciudad está contemplada en la Ley Fundamental: Jerusalén, Capital de Israel, expedida en 1980 y enmendada en 2000. Prevé que la Jerusalén "íntegra y unificada" es la capital del Estado de Israel, que ciertamente lo es en historia y en justicia. Agrega que allí se asentará el Presidente, el Parlamento, el Gobierno y la Suprema Corte. Aboga por la protección de los lugares sagrados, así como por cuidar el libre acceso a ellos tanto de profesantes de cualquier religión como de sus creencias. Este precepto legislativo es también factor de discordia, que no debería serlo. Nuevamente, el extremismo islámico desempeña un rol negativo.

Tampoco cabe excluir del análisis a la Ley de Propiedades Ausentes, expedida soberanamente en 1950 por el Estado israelí. De conformidad con ella, los palestinos que abandonaron sus bienes tras la guerra de 1948 no pueden reclamar sus derechos de propiedad sobre los mismos. El régimen declara a esos bienes como de dominio de nadie, siendo que sus propietarios originales han desaparecido. Es una aplicación de la "institución" romana res nullius (bienes que a nadie pertenecen, las cosas sin dueño), que tiene por cierto fundamento jurídico. Está complementada por la Ley de Asuntos Legales y Administrativos de 1970.

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Cuando este artículo estaba escrito tuvimos acceso a una comunicación cursada a Forbes Ecuador por D. Sagi Rabovski, Jefe Adjunto de Misión de Israel en Ecuador, en relación con nuestra columna de la semana pasada (I). Con el mayor respeto y consideración leímos la misiva. El anterior y este -como todas nuestras publicaciones- son ensayos estrictamente académicos sobre un tema de por sí controversial, y por ende sensible. Nuestra intención no ha sido polemizar con alguien, menos todavía en temas políticos que no son nuestra materia.

La referencia del funcionario diplomático a una supuesta comparación nuestra entre "fundamentalistas asesinos [Hamas] con un estado democrático [Israel] que busca la paz", está alejada del contenido de nuestro artículo. De hecho, hemos sido enfáticos en calificar a Hamas como lo que es en realidad... una organización terrorista que debe ser eliminada en bien no solo del Estado de Israel sino del mundo entero. Somos fervientes admiradores de la trayectoria judía en cuanto a su democracia, valores y todo lo que representa el pueblo judío para el desarrollo del saber en la historia de la humanidad y en el presente. Cada vez que volvemos a Israel y estudiamos a sus notables pensadores nos cautivamos por la intelectualidad de su pueblo. 

Nuestra cita a Gaza como región invivible en las circunstancias, los datos relativos a desplazamientos palestinos, y aquellos referentes a acuerdos y resoluciones en materia de Derecho Internacional se basan en análisis y pronunciamientos de organizaciones internacionales como la ONU. Ninguna de esas narraciones corresponde a criterios personales nuestros. La propia comunicación del señor Rabovski señala expresamente que "Gaza se ha convertido en un bastión de pobreza, terrorismo y fundamentalismo", lo cual corrobora nuestra aseveración comentada al inicio de este párrafo: es una región invivible.

Por último, es importante aclarar que nuestro artículo no llama "a Israel y a Hamas a hacer la paz y a buscar la justicia". El llamamiento es al Estado de Israel como país serio y respetable, y a los palestinos como nación. El hecho de que hoy Palestina esté gobernada por una vergonzosa organización terrorista como Hamas es, por cierto, una realidad que ojalá pronto sea superada.

Lamentamos que una columna periodística haya sido mal interpretada. En todo caso, nuestro saludo y respeto al Estado de Israel, a su ilustre pueblo y a su legación diplomática en Ecuador. (O)