En estos tiempos de crisis se habla mucho de inversión extranjera. La capacidad de atraerla es la vara por la cual se mide el desempeño económico de los países de Latinoamérica y el hecho de poder conseguirla sirve como certificado para evaluar la gestión de los gobiernos. El anhelo es que la inversión extranjera aparezca en los países y aporte con capital financiero, tecnología y desarrollo de nuevas destrezas en la fuerza de trabajo, lo cual contribuirá a la mejora de la producción nacional.
Lastimosamente, les cuento que no se da siempre así. No es que uno atrae inversión extranjera y de pronto todo es maravilloso. El rol del capital extranjero en crisis financieras ha sido ampliamente estudiado. La apertura de los mercados financieros nacionales puede atraer grandes cantidades de dinero en un principio, pero puede causar desastres bancarios al salir de manera atolondrada. Estas debacles afectan sobre todo a los pequeños inversionistas nacionales y por esta razón en muchos países en vías de desarrollo se imponen controles a la entrada y salida de capitales especulativos.
La inversión extranjera que llega a manejar empresas nacionales ha demostrado ser mucho más estable. En este caso podemos distinguir dos tipos: la adquisición de empresas nacionales y la iniciación de nuevas empresas/proyectos en el país con capital extranjero.
En cuanto a la adquisición de empresas nacionales en marcha, esto le permite al inversionista ganar acceso al mercado valiéndose de marcas establecidas, con ventas estables, disminuyendo riesgos comerciales y financieros. Sin embargo, no todo es color de rosa, porque los inversionistas eventualmente se llevarán sus ganancias hacia la sede central, causando un aumento en las salidas de divisas del país. La clave es lograr que reinviertan en el país.
La esperanza de dar un salto de crecimiento entonces se encuentra en inversionistas de largo plazo que vengan al país a instalar nueva capacidad productiva, los llamados Greenfield Investments, buscando nuevas posibilidades de negocios que los empresarios locales no podrían explotar. Los resultados de este tipo de inversiones no son uniformes, varían de acuerdo al ámbito donde se realiza.
Comparemos brevemente el impacto de inversión en petróleo y en agroindustria, por ejemplo. Mientras la inversión en petróleo refuerza la dependencia en materias primas y tiene un impacto ambiental, la agroindustria tiende generar empleo para personas con diversas destrezas en muy diferentes áreas como la agrícola, ecológica, tecnológica y hasta en marketing. Este traspaso de conocimientos en varios ámbitos tiene un beneficio sostenido en el tiempo.
Cabe anotar que aquí también juega un rol importante la figura legal de inversión que se elige. Las Joint-Venture, modalidad en la cual un inversionista extranjero se asocia con empresarios locales, han demostrado tener un impacto positivo mayor que la inversión extranjera que simplemente adquiere empresas nacionales. La lógica detrás de esto es que al estar aliados el capital extranjero y el nacional, los socios nacionales ganan conocimientos tecnológicos y de prácticas gerenciales que pueden aplicar en sus otras empresas. China se ha manejado de esta manera con un notable éxito. Aquí en Ecuador, en cambio, se está apostando por alianzas publico - privadas como mecanismo legal para atraer inversiones.
Lo expuesto quiere decir que un país tiene que tener claro qué objetivos de desarrollo busca y el rol que la inversión extranjera cumple en la consecución de esas metas. Tiene que existir un plan sobre qué hacer con ella, más aún en el caso ecuatoriano, donde la capacidad de atraer dólares frescos es primordial.
Lo que se necesita entonces es una estrategia nacional de inversiones, donde se reconcilien dos objetivos: apoyo para el aumento de la producción nacional y rentabilidad para el capital.
Aquí habría que hacer énfasis en un entorno que privilegie la participación tanto de los inversionistas pequeños que ahorran para su retiro, como de los dueños de pequeñas y medianas empresas (los grandes ya son rentables, por eso no los incluyo).
Un entorno donde todos los inversionistas puedan ganar, es un entorno donde los capitales (extranjeros y nacionales) de variados montos y objetivos llegarán naturalmente, porque al fin y al cabo, el capital busca en todas partes lo mismo: rentabilidad. (O)