Supongo que la idea de usar un mecanismo para transportar personas o carga de manera vertical es sumamente antigua. Se sabe que los gladiadores subían desde el sótano hasta la arena del Coliseo Romano en plataformas impulsadas por animales. Hasta hace doscientos años, las construcciones estaban limitadas por los materiales que se utilizaban para la construcción y por los límites propios del ser humano: con la llegada del acero y el concreto, pudimos construir hacia arriba. Pero el ser humano no podía subir tantas gradas a pie. Por eso no se construía más de siete pisos. ¡Que agotador vivir en la azotea!
Sin embargo, hubo un señor Otis al que se le ocurrió un sistema anticaída para los ascensores. Lo cierto es que la llegada de este invento revolucionaría el urbanismo y el diseño de edificios. Por fin se podía construir rascacielos para gozo y disfrute de la humanidad. Este invento fue el detonante para llegar de manera rápida y segura a pisos superiores. Y aunque el invento tiene mucho tiempo, todavía hay personas que tienen dificultades para su uso. Por eso, es necesario tomar en cuenta lo siguiente:
1.- Si va a usar el ascensor, aplaste el botón una sola vez. El ascensor no es un ser pensante, no le va a hacer caso si aprieta más de dos veces. Peor si aplasta como máquina de coser. El ascensor no es un mecanismo de desfogue de ansiedad, es únicamente un aparato que sirve para transportar personas o carga de un lugar a otro.
2. Si el botón ya está encendido, no es necesario que lo vuelva a aplastar. El ascensor no es caprichoso, por lo tanto, hace caso a una persona y a otra también. Tampoco tiene órganos así que no escucha gritos ni responde a súplicas. En el caso de aplastar de manera obsesiva, remitirse a lo descrito en el numeral anterior. Repita en su mente: “el ascensor no llega antes si aplasto apresuradamente los botones”.
3. Si quiere subir, aplaste sólo el botón de subir. Si quiere bajar, únicamente aplaste el botón de bajar. Repita conmigo: si sube, pulse la flecha de subir, si baja la de bajar. No aplaste las dos a la vez. El ascensor es un bien mueble, no tiene cerebro humano. Entonces, si va a subir no debe aplastar el botón de bajar para que el ascensor baje, le recoja y suba con usted. Si no entendió no le recomiendo que vuelva a leer el numeral, sino que no se suba en un ascensor sin acompañante.
4. Cuando llegue la cabina y se abran las puertas, es importante que primero deje salir a las personas que están adentro. No entre a empujones ni con desesperación. Es de elemental educación dar tiempo a que salga la gente. Tampoco grite, que el ascensor tiene la virtud de no hacer caso a alaridos ni se activa con comandos de voz. Es recomendable que no entre en pánico, las puertas no prensan ni aplastan.
6. Si logra ingresar al elevador, es recomendable que se coloque en las esquinas. ¡Eso sería lo más higiénico! Si bien dependerá de la cantidad de personas en el interior de la cabina, siempre opte por dejar un espacio adecuado para que entre otra persona. Es fundamental aprender a esperar. No presione el botón de cerrar y menos si ve gente corriendo hacia el ascensor gritando, “¡espere!”. Es muy común tener la tentación de hacer la travesura, pero no es de buen gusto.
7. En el ascensor, es importante mantener un comportamiento adecuado y considerado hacia los demás pasajeros. Evite hacer ruidos incómodos o excesivos y no fume. También evite las flatulencias. No es correcto en espacios cerrados (ni en ningún espacio público). Baje el volumen: a nadie le interesa sus conversaciones por teléfono ni lo que esté escuchando. A diferencia de lo que ocurre en la calle u otros espacios, en el ascensor la incomodidad del silencio es apreciada.
8. Respete la capacidad máxima de usuarios que pueden subir al ascensor. Como el ascensor realiza un movimiento vertical, lo ideal es estar lo más quieto posible. No se recomienda saltos o bamboleos y así no estropear el correcto funcionamiento del ascensor.
9. Al llegar, solo salga. La ciudad se ha quedado abajo y usted no es el mismo. Sonría, ha llegado a su destino. (O)