En el dinámico contexto actual de la economía en América Latina, la inclusión financiera continúa siendo un tema de vital relevancia. La inclusión financiera siempre ha sido una responsabilidad compartida entre países, sectores e industrias. Hoy, debemos entender cómo los cambios de consumo, preferencias, mayor competencia y nuevas tecnologías están impactando la inclusión y prosperidad en la región.
Por tal motivo, en Mastercard, una empresa de tecnología en la industria global de pagos, nos asociamos con la firma de investigación Americas Market Intelligence (AMI) para producir un informe que calificaría el impacto a largo plazo de COVID-19, la aceleración digital en la inclusión financiera en América Latina y que nos brindaría lecciones importantes para que los proveedores de pagos tengan en cuenta en su desarrollo.
Pero, partamos de un concepto general. Mucho se ha hablado de inclusión financiera a lo largo del tiempo, pero ¿Hoy en día, como la definimos?
En 2023, la inclusión financiera se define como la capacidad no solo de acceder una cuenta bancaria, o realizar pagos, sino también de realizar pagos de forma digital y a través de un dispositivo móvil. Las discusiones sobre la inclusión financiera deben incluir no solo el acceso a otros productos, como los son el crédito, ahorro, seguros, inversiones y planificación financiera, sino también entender los avances en los cambios de comportamiento de los consumidores en la industria.
Hablemos del efectivo: Si bien el uso de efectivo para los gastos del día a día ha disminuido tras la pandemia a favor de los medios de pago digitales - especialmente en países como Argentina (-20%), Brasil (-17%) y México (-17%) para aquellos que pagan más de la mitad de sus gastos con dinero en efectivo - el efectivo sigue siendo el método de pago utilizado diariamente por casi la mitad de la población. Ahora bien, la cantidad de "Consumidores que solo pagan en efectivo" ha disminuido drásticamente del 45 % a solo el 21 %, lo que equivale a la inclusión de más de 115 millones de personas.
Sobre los pagos digitales: Los pagos digitales se han convertido en una puerta de entrada rápida a otros servicios financieros digitales, lo que permite el acceso al comercio electrónico, los bienes digitales y la conectividad a la economía global. La región ha logrado avances impresionantes desde 2020: más de 100 millones de latinoamericanos (alrededor del 25 %) accedieron a servicios financieros digitales por primera vez y, de estos, 72 millones comenzaron a probar transacciones digitales para diversos casos de uso.
Brechas en la región: El acceso al crédito es un componente esencial de la inclusión financiera, pero los métodos tradicionales de calificación crediticia han impedido que muchas personas accedan a oportunidades crediticias. Así mismo, la falta de educación financiera se identifica como una gran barrera en la región, ya que el 68% de las personas nunca ha recibido capacitación, asesoramiento ni orientación financiera.
Como conclusión es muy importante resaltar, que todos actores del ecosistema debemos reconocer que aún queda trabajo por hacer para democratizar completamente el acceso al ecosistema digital. Para lograr una inclusión financiera sólida debemos; priorizar la personalización, centrar el desarrollo de productos en el crédito, reconceptualizar la “educación” financiera, aprovechar la comodidad y crear incentivos y seguir impulsando la colaboración público-privada.
La inclusión financiera debe consistir en ayudar a los consumidores a imaginar la vida que desean y brindarles las herramientas financieras necesarias para que esto suceda. Pero esto solo puede lograrse a través de la colaboración.
Cuando el crecimiento económico es inclusivo, ampliamos las oportunidades para que todos tengan éxito. Una entidad por sí sola no resuelve todas las brechas del ecosistema. La inclusión financiera es un viaje en conjunto marcado por pequeños pasos prácticos que contribuyen colectivamente a un mayor cambio tanto para las personas como para las economías. (O)