La verdadera hazaña es levantarse todos los días. Ser de carne y hueso tiene sus complicaciones. Por eso a veces creemos que los héroes llevan capa y hemos olvidado que los verdaderos superhombres son mundanos y no de caricatura. Los héroes se gestan todos los días, solo que a veces no nos damos cuenta. Desde los más comunes y mortales, que somos nosotros, siendo héroes por el hecho de levantarnos cada mañana, hasta aquellos que son mortales y presidentes de Ucrania. Estos profanos son los que nos recuerdan lo que debemos ser.
El heroísmo es un valor fundamental del ser humano y forma parte de su naturaleza. Este valor, el del héroe, se ha exaltado desde siempre y, por supuesto, es parte sustancial del hombre. Sin héroes ni ejemplos de valentía no se gestarían hazañas, ni monumentos, ni libros, ni poemas, ni podríamos ver en estos espejos una motivación que nos sirva para luchar por la vida, para ser héroes nosotros mismos. La épica frente a la estética. Ambas necesarias y que, cada una a su manera, dan sentido al mundo porque siempre buscamos ser titanes, en mayor o menor medida, porque la vida obliga.
De valientes está hecho el mundo y Zelensky es un héroe sin capa. “Sorpréndeme 2022” y Putin ha parido un hijo, que se llama Volodymyr Zelensky. Dejó de comerse las uñas y no le quedó más remedio que comerse el mundo. Si bien le tocó enfrentar la arremetida brutal del matón de barrio, del bully del colegio, del Goliat contra el David, del acomplejado, en vez de salir corriendo y ocultarse en un bunker o debajo de las cobijas, que es donde más protegido uno se siente, decidió enfrentar sus circunstancias. Dar la cara, ser valiente y liderar la Resistencia. Este hecho, independientemente de cómo termine este conflicto, se dice fácil, pero hay que hacerlo.
Zelensky, la persona común, se transforma en héroe. Por eso, de vez en cuando, es necesario volver a recordar el valor del héroe, pero, sobre todo, de la heroicidad. Como menciona Luis Antonio Espino, un héroe “es esta persona común y corriente que es llamada a cumplir una gran misión. La persona no quiere, se resiste, expresa dudas, insuficiencias personales y temores ante lo grande y difícil de su misión. Pero una circunstancia fuera de control lo lleva a enfrentar a un enemigo poderoso, malvado y cruel. Ese choque con la realidad hace que la persona común y corriente se lance al viaje, donde irá pasando tribulaciones en su lucha contra enemigos y adversidades”.
El héroe tiene que estar siempre listo para enfrentarse a lo que sea. Zelensky demostró, en esta época edulcorada, que siendo una persona común y corriente (parecía más corriente de lo que terminó siendo) tuvo que sobreponerse a las adversidades y dar la cara en el conflicto armado que le tocó afrontar. Eso es de valientes, como estar dispuesto a morir por lo que piensa y, aunque lo anterior puede ser retórico, decidió defender y adoptar la vía difícil, porque lo heroico está en lo épico y en tener el valor para enfrentarlo. Los héroes, dice Antonio Caballero, suelen salir vivos de sus empresas; si no, no serían héroes sino víctimas. Por eso, muchas veces solo necesitamos de un ejemplo que se vuelva cercano y que sirva de espejo.
Todos tenemos la oportunidad de ser héroes. De aquellos como Máximus Décimus Meridius, el Ulises cantado en la Ilíada, una mamá que se desvive por sus hijos o Zelensky. Lamentablemente lo políticamente correcto y la forma de pensar de unos cuantos ha invadido lo colectivo, por eso la historia nos vuelve a recordar los valores de los héroes. La guerra es siempre monstruosa y forma parte de nuestra naturaleza masculina, guerrera, violenta. Todo el tiempo estamos haciendo guerra, sino es contra el vecino, es en twitter, donde lo único que ha hecho esa red social repleta de haters (otros no), es amplificar lo que somos. Por eso, la guerra se nos viene natural. De esta manera, podemos aprender que, cuando las circunstancias son devastadoras, emergen las personas que con coraje superan adversidades y que, como cantan los argentinos en su himno nacional, no busquen una recompensa material, sino que “coronados de gloria vivamos/ o juremos con gloria morir”.
¿Para qué? Para nada. Por la gloria. Que es la mejor manera de trascender. (O)