Saber que en el mundo hay adversidades y desgracias, no nos libera de la obligación cotidiana de intentar que sea mejor. Esta certeza es lo último que nos queda para levantarnos todos los días con la esperanza de creer que tiene remedio. La Fiscal General del Estado entendió muy bien este tema, porque se levanta con valentía para combatir lo que ahora se ha repetido como un “secreto a voces”.
Las acciones que está emprendiendo son necesarias en un país que se ha acostumbrado a la impunidad, donde los ladrones tienen una respuesta para todo. Usualmente repiten que los corruptos siempre fueron otros o que no hay pruebas. Pero ahora la Fiscal General si tiene pruebas y está claro quienes fueron los corruptos. Hay dos casos que están sacudiendo, para bien, la sociedad ecuatoriana y que está en manos de los jueces hacer una investigación seria y sin presiones.
Hay delincuentes comunes y otros no tan comunes que han logrado una descomposición feroz del sistema. Se ha demostrado con estos casos como los políticos buscan ganar elecciones para tener poder y lograr cooptar las estructuras de justicia para no ser perseguidos o seguir haciendo fechorías. Los narcos buscando políticos para lo mismo. Los operadores de los delincuentes armando estructuras complejas para poder seguir con sus negocios utilizando funcionarios públicos, empresas privadas, troll center y una gama amplia de recursos para servirse del poder.
¡Que engranaje tan salvaje! Lo que se está revelando gracias a la investigación de la Fiscalía es asombroso. Falta muchísimo por descubrir porque, por ejemplo, es inentendible que Mayra Salazar haya adquirido tanto poder sola. Hay algo atrás de esta figura que no se entiende. Ella era parte de la mafia, pero no sabemos cuál. ¿A quién reportaba? ¿Con quién trabajaba? Son respuestas que faltan en este entramado. Seguramente seguirá saliendo pus y hay muchos nombres a los que se les debería hacer estas mismas preguntas. Hay gente con mucho poder a la que hay que seguir la pista y otras personas que permanecen en las sombras, pero que son igual de peligrosos que los que trinan desaforados twits o salen en medios de comunicación a echar la culpa al lawfare o a la persecución política.
Es evidente que por cualquier lugar que surja la corrupción o el abuso de cargos públicos para beneficio personal, se desvirtúa la actividad del Estado. Indirectamente transgrede la calidad de vida de la gente. Es innegable que la corrupción tiene un costo social. Por eso, quienes se dedican a delinquir es gente despreciable y podrida que ha confundido valores. Esta gente piensa que la picaresca y la viveza debe superar al trabajo. La sonrisa, el encanto, el bigote sexy, el guiño del ojo verde y el billete son la herramienta del carismático para ganarse la confianza del poderoso. Es más importante tener conocidos que conocimiento. Total, esos son los que reparten contratos o comisiones.
Por eso, es decepcionante saber que hay gente que se llena los bolsillos con dinero que jamás habría conseguido si hubiera jugado limpio y aquí no pasa nada. Es indignante ver cómo el tráfico de influencias, contratos sobrevalorados, jueces corruptos, ordenes de libertad truchas y tantas arbitrariedades que consumen a la sociedad quedaban en la anécdota. Por suerte tenemos una Fiscal General que está develando estas estructuras, sacando la metástasis enquistada, limpiando la pus de la sociedad. Sin duda, la delincuencia no paga y lo que está haciendo la Fiscal General es fundamental para que salga a la luz la podredumbre y se persiga a quienes hacen del crimen su forma de vida.
Ante todo esto, yo elijo creer que Ecuador todavía tiene salida. La purga empieza en casa, los delincuentes deben ir a la cárcel y, estoy convencido, existe gente honesta y proba que hará bien las cosas. Plantemos un sistema más transparente, que los abogados transgresores no vuelvan a ejercer su profesión, que los jueces y fiscales sean los mejores, los asambleístas velen por el país y no por el líder que debería estar en una cárcel. Tantas cosas que estas líneas se quedan cortas. Por eso, empecemos todos a limpiar, quizás esa sea la mejor manera hacer los cambios que este hermoso país requiere. (O)