Los animales más peligrosos del mundo, alias la humanidad, usan y desusan al reino "salvaje" a su antojo. Al estilo del Viejo Testamento, los seres vivos parecen estar subordinados a la voluntad divina de los Homo Sapiens Sapiens. Sin embargo, esta afirmación es más errónea que nunca. Desde aves con las alas rotas hasta monos con severos traumas, los refugios muestran la cruda realidad del país.
Ecuador, una de las naciones con mayor biodiversidad del mundo, enfrenta una amenaza silenciosa: la trata de animales. De acuerdo con el Ministerio del Ambiente de Ecuador (MAE), cada año se decomisan alrededor de 4.000 animales silvestres en el país, una cifra alarmante si consideramos que esta representa solo una fracción de lo que circula en el mercado negro. Entre las especies más afectadas se encuentran loros, tortugas, monos y reptiles, animales cuya captura y venta generan ingresos significativos para redes criminales, pero que dejan consecuencias devastadoras para los ecosistemas locales.
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La demanda de fauna silvestre no solo proviene del mercado local, sino también de compradores internacionales. Según un reporte de Traffic, una red global de monitoreo del comercio de vida silvestre, se estima que la trata ilegal de animales en Ecuador y sus países vecinos mueve alrededor de US$ 3.000 millones anuales en América Latina. Esta actividad ilícita representa un riesgo considerable para las especies endémicas y para el mantenimiento de los ecosistemas ecuatorianos, ya que la extracción de ejemplares de sus hábitats afecta la cadena alimentaria y disminuye las poblaciones en peligro de extinción.
Un ejemplo claro de esta problemática es el impacto en la Isla de la Plata, en la provincia de Manabí, un hábitat clave para tortugas marinas y aves migratorias. La recolección y tráfico de huevos de tortuga y la captura de aves exóticas para el comercio internacional no solo ponen en riesgo la supervivencia de estas especies, sino que también afectan al turismo ecológico, una de las principales fuentes de ingresos para las comunidades locales. Según datos de World Animal Protection, alrededor del 50 % de los animales traficados no logran sobrevivir al traslado debido a las condiciones inhumanas en las que son transportados, lo que hace aún más urgente enfrentar este problema.
Además de las consecuencias medioambientales, la trata de animales también está vinculada a problemas de salud pública y al crecimiento de redes de tráfico de drogas y armas, aprovechando las mismas rutas de contrabando. En este contexto, el papel de las autoridades ecuatorianas y de la cooperación internacional es fundamental. Aunque el gobierno ha implementado campañas de sensibilización y ha aumentado los decomisos en puertos y aeropuertos, el problema persiste y, en muchos casos, aumenta. En 2022, el MAE registró un aumento del 18 % en el tráfico de especies en comparación con el año anterior, reflejando la insuficiencia de las medidas actuales.
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La solución a esta crisis requiere un enfoque integral que combine la educación ambiental, la legislación efectiva y la participación de la comunidad. Invertir en programas de concienciación para reducir la demanda, capacitar a las fuerzas de seguridad para identificar el tráfico de fauna y fortalecer las leyes que penalizan esta actividad son pasos cruciales para reducir el impacto de la trata de animales en Ecuador. A nivel legislativo, se necesitan sanciones más severas para los traficantes y una mayor colaboración con las organizaciones internacionales dedicadas a la protección de la fauna. (O)