A los analistas económicos les encanta ver al Estado como un hogar con necesidades o como una empresa que necesita generar utilidades. Adormecidos en un frío mar de números se les olvida que un cero de más (o uno de menos) afecta directamente la vida de millones de personas, especialmente cuando es tiempo de discutir sobre el futuro del dinero público, del que supuestamente ¡nos pertenece a todos!
Hace unos días el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) presentó la Proforma presupuestaria 2024, un documento que a modo de rendición de cuentas nos enseña en qué se van a utilizar los recursos del Estado. Siempre triste y lleno de más problemas que soluciones, este pdf nos persuade a que 'pongamos el hombro para salir adelante' y ratifica, a modo Milei, que este año, mismo mismo, 'no hay plata'.
Entonces, para cocinar este pastel presupuestario necesitaremos varios ingredientes, aunque los principales siempre son: petróleo, impuestos y deuda. El primero tiene un gran tamaño, llegando a US$ 14.340 millones. Pero, después de unos buenos mordiscos de Petroecuador (US$ 4.102 millones), la cuenta de importación de derivados o CFDD (US$ 6.575) y los contratos que administra el Ministerio de Energía (US$ 1.186 millones), solo nos queda una tacita de oro negro para nuestro proyecto culinario (US$ 1.204 millones).
El segundo ingrediente no se encuentra a 9.000 metros de profundidad, sino en tierra firme. Entre los 18 millones de ecuatorianos hacemos vaca para juntar US$ 15.716 millones en impuestos. Aquí es donde los macheteros financieros empiezan a salivar porque huelen que US$ 9.823 millones se van a ir en sueldos y esto los repugna. Sabiendo o sin saber que la mayoría está destinada para cubrir los sueldos de profesores, médicos, policías, militares y jueces. La tributación también financia todo lo referente a lo social, con US$ 5.108 millones en bonos y transferencias a la seguridad social para apoyar a nuestros compatriotas más vulnerables.
El último producto cambió de nombre en la lista, ya no se le dice 'deuda' sino 'financiamiento'. Este ingrediente se importa, pero también lo encontramos dentro de nuestras fronteras. Entre ambas suman US$ 10.991 millones y siempre se gastan en el presente y se patean hacia el futuro. Un problema para el próximo chef que arribe a la cocina en 10, 15 o 20 años, con los respectivos intereses.
Lamentablemente, otra vez nos quedamos cortos de materia prima. El pastel de 2024 no tendrá ni cerezas ni chocolate ni crema porque superó nuestro presupuesto en US$ 4.808 millones. Nadie tiene la receta perfecta para este pastel, la economía es una ciencia social, no exacta. Pero, la falta de claridad y transparencia en el gasto de los recursos petroleros, me lleva a preguntarme si es hora de apretar el cinturón ahí, en lugar de afectar a los servicios que ofrece el Estado y a la gente que los provee a escala nacional. (O)