La mayoría de ustedes recibió al menos una o dos, incluso la dosis de refuerzo, de la vacuna contra la COVID19. Detrás de esos mililitros que nos inyectaron por vía intramuscular, existen muchos rostros y muchos pasos que no quiero dejar de contarles, particularmente de un importante punto de vacunación: la Universidad de Las Américas (UDLA).
Todas las mañanas que abría su punto de vacunación, el equipo de movilidad y logística de la UDLA acudía a unos de los bancos de vacunas del Ministerio de Salud Pública (MSP). Aquí, se entregaba las dosis definidas previamente, las cuales requerían de una cadena de frío, entre 2 y 8 grados. Al llegar al campus, estos cartones no podían ser abiertos hasta contar con la presencia de los representantes de las Fuerzas Armadas (FF.AA.) y del médico del MSP como coordinador del punto.
El instante que se tenía el visto bueno, se procedía con la preparación de las vacunas, ya sea Pfizer, Astrazeneca, Sinovac o Casino, en función de la disponibilidad que tenía el Gobierno Nacional. Para su manipulación, los estudiantes de Medicina y Enfermería, quienes estaban a cargo de administrar la vacuna, recibían cofia, mascarilla, guantes y bata, indumentaria que proveía la UDLA.
Ellos eran los responsables de su brigada, conformada por otros dos estudiantes más, tanto para el registro en el sistema como para llenar el carnet. Cada día, se contaba con 22 brigadas, de tres alumnos comprometidos desde abril de 2021 con este proceso. Periódicamente, los líderes de estos inolvidables equipos controlaban la temperatura de las vacunas y el tráfico de la gente para la administración de más dosis.
Jornadas intensas de atención de 8 horas diarias, pero incluyendo las horas de preparación y de cierre y cuadre de vacunas administradas y frascos entregados, alcanzaban 12 horas. Para lo cual, la coordinación era permanente con instituciones a nivel nacional y local como el MSP, las FFAA, la Policía Nacional y la Agencia Metropolitana de Tránsito.
Pero hay otro proceso que es necesario dar a conocer porque, aunque no se ve, es importante por temas ambientales y de salubridad. Esto es la administración de los desechos, principalmente los infecciosos.
Por un lado, existen mandiles, guantes, mascarillas, cofias que se depositan en un tacho rojo. Sin embargo, hay otro que requiere un cuidado mayor. Seguramente se fijaron en un tacho pequeño de color rojo con tapa blanca, donde se depositaban la aguja y el embolo.
Lo interesante es que la Universidad ya tenía procesos establecidos en su bodega de residuos, donde el personal de limpieza capacitado entregaba al gestor de deshechos, cumpliendo así con la normativa nacional y los procesos internos.
De esta manera, el punto de vacunación de la UDLA recibió un reconocimiento por parte del MSP por la logística, y el aporte técnico y humano para este objetivo que tiene el país.
Así, 140 estudiantes de Medicina, Odontología, Enfermería, Fisioterapia y Veterinaria, apasionados por su vocación de servicio; y, 110 colaboradores, entre académicos y administrativos (personal de logística, limpieza, movilidad, tecnología y seguridad), de la Universidad de Las Américas fueron parte de este gran trabajo.
A todos ellos y a sus autoridades, les decimos ¡GRACIAS! por apoyar al prójimo y velar por su bienestar.
A este extraordinario equipo humano y a la infraestructura física que se adaptó perfectamente a las necesidades, la UDLA contribuyó con insumos: jeringuillas, alcohol, mascarillas, torundas, cuartos fríos, ultracongeladores, entre otros.
Después de 10 meses de dedicación y empeño, la UDLA culminó una etapa en la que, en coordinación con el Gobierno Nacional, administró alrededor de 240.000 dosis. La Universidad, particularmente el campus Granados, deja de ser punto de vacunación, el cual no solo estuvo a disposición de la comunidad universitaria sino sobre todo del público en general, y se prepara para el retorno a clases con aforo al 100%. (O)