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El Gobierno ha decidido eliminar el subsidio correspondiente a las gasolinas Extra y Ecopaís, lo que significa cerca de 631 millones de dólares, pero, más allá de todo, aquí cabe preguntarse: ¿está llegando este subsidio al sector que realmente lo merece?

31 Julio de 2024 16.17

Muchos años han pasado desde aquella década de los 70 del siglo 20, en que el Ecuador emergió como un potente productor petrolero ante los mercados internacionales. La abundancia de recursos económicos no significó necesariamente desarrollo, sino, al contrario, el nacimiento de una perniciosa doctrina estatal resumida en la tan manida frase de 'ser generoso con plata ajena'.

Fue entonces que surgieron los subsidios, aplicados con un sentido rentista en primera instancia, pero que poco a poco fueron distorsionando su razón de ser hasta llegar a parecerse a la figura del enajenado que se cree multimillonario y enciende cigarros con billetes.

Esta involución nos ha llevado a aceptar, sin sentido crítico, un modelo de subsidios convertido en el conviviente amorfo de la sociedad y del Estado ecuatorianos, cuya utilidad ya nadie sabe a quién beneficia, constituyéndose en un barril sin fondo que devuelve mucho menos de lo que engulle.

 Para 2024, se estableció un presupuesto de 3.093 millones de dólares para subsidios. La sola cifra debería escandalizarnos, pero para tener una idea de esta carga solo podemos decir que es más del doble del presupuesto destinado a educación en este año que es de 1.319 millones de dólares.

El Gobierno ha decidido eliminar el subsidio correspondiente a las gasolinas Extra y Ecopaís, lo que significa cerca de 631 millones de dólares, pero, más allá de todo, aquí cabe preguntarse: ¿está llegando este subsidio al sector que realmente lo merece? Y la respuesta es aún más escandalosa que las cifras, pues menos del 10% de ese monto, es decir cerca de 50 millones de dólares, son el subsidio que está llegando a quien realmente lo necesita.

Cómo explicar entonces que Pichincha, Guayas y Azuay, que se supone tienen la mayor cantidad de autos en el país, reciben menos subsidio por combustible que El Oro, Zamora Chinchipe y Galápagos. A El Oro va el doble de este subsidio que a Pichincha y Galápagos recibe 42% más que Guayas. ¿A dónde va todo ese dinero de subsidio?

No se trata de narrar lo absurda que es la herramienta del subsidio como está planteada. Se trata de refrendar un primer paso en el proceso de desmontar todo este esquema de supuesto beneficio pues eso implica entender que de ninguna manera un Estado es mejor en tanto entrega beneficios monetarios a los ciudadanos. Un Estado es mejor en tanto entrega mejores servicios a los ciudadanos.    (O)

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