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El clima, la temperatura del mar, las playas, el paisaje, los sabores de su gastronomía, la calidez de su gente y otros factores diferencian a esta provincia que vive del turismo, (se calcula que la actividad deja cerca de US$ 60 millones anuales) pero que enfrenta retos permanentes.

26 Agosto de 2024 16.51

Las playas de Esmeraldas tienen una magia inexplicable. El amor con Same, Tonsupa, Atacames  y otros destinos nació hace unos 25 años, cuando por primera vez visité -desde la lejana Cuenca- esas playas. Ese sentimiento se reactiva cada vez que llego a esos mismos destinos, aunque cada vez es más triste y tedioso el viaje por la carretera.

Atacames, Tonsupa y Same son tres de los destinos turísticos más populares en la provincia verde. Aunque las cifras exactas de turistas pueden variar, se estima que estos destinos reciben una gran parte del turismo que llega a la provincia de Esmeraldas. Antes de la pandemia Atacames recibía hasta 300.000 visitantes al año; a Tonsupa llegaban unos 150.000 y a Same, unos 100.000.

El clima, la temperatura del mar, las playas extensas y blancas, el paisaje, los sabores de su gastronomía, la calidez de su gente y otros factores diferencian a esta provincia que vive del turismo, (se calcula que la actividad deja cerca de US$ 60 millones anuales) pero que enfrenta retos permanentes.

Uno de esos desafíos es el estado de la vía en un tramo en particular: Quinindé-San Mateo. Son cerca de 80 kilómetros que duran, con una vía adecuada, cerca de una hora y quince minutos. Pero ahora, ese mismo tramo vive uno de sus peores momentos. Al menos 15 puntos de hasta 50 o 60 metros de largo de ese trayecto están sin asfalto, que ha sido reemplazado por piedras, tierra, polvo, agua y lodo.

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Atravesar ese 'paisaje lunar' es un dolor de cabeza para los viajeros y una dolorosa carta de presentación de la provincia. Cruzar por allí, junto a camiones y buses, atemoriza a cualquiera y, estoy seguro, aleja a los visitantes.

Hace un par de semanas tuve el gusto de volver a Tonsupa, luego de casi tres años, y la sorpresa fue grande al ver el olvido en el que está ese tramo. Eso me hizo preguntar qué pasa con el mantenimiento, por qué no hay peajes en la vía, qué entidad es la responsable de cuidar ese tramo, está en manos de Ministerio de Transporte, de la Prefectura de Esmeraldas o de los municipios de la provincia, qué dicen las autoridades de turismo al respecto, por qué no se concesionan las vías teniendo en cuenta la cantidad de turistas que circulan por vía terrestre y la belleza de ese destino.

Del tema he conversado con amigos y familiares que viajan con frecuencia, por trabajo o por vacaciones, a esos y otros destinos de Esmeraldas. Todos coinciden en que pagarían peaje porque vale la pena el viaje para desconectarse y disfrutar de la belleza de las playas esmeraldeñas.

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Esmeraldas, marcada por una serie de circunstancias y eventos en los últimos años, no merece esas carreteras. Los habitantes de los destinos que viven del turismo están asfixiados por distintos temas de dominio público, aunque al menos tienen aún al turismo como actividad fundamental. Esmeraldeños y visitantes merecen una mejor conectividad terrestre, merecen vías dignas. Un destino así no puede estar tan maltratado. (O)

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