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Escribir es argumentar; es utilizar los medios para mejorar la calidad de nuestras ideas. Con buenos argumentos se puede obtener un buen impacto sobre un auditorio, sobre los lectores. Una argumentación no es un asunto de palabras sino de ideas; lo que podrá persuadir a alguien no serán las palabras que empleemos sino los razonamientos que formulemos.

10 Enero de 2024 10.51

Mantener una columna en un medio escrito y decir lo que le parece con relación a los intereses públicos es un privilegio. Y como tal, es un reto, una aventura, un desafío.

Proponer el tratamiento de  temas de actualidad e  interesantes para el lector, significa luchar con la velocidad del vértigo impuesto por las redes sociales y sus abundantes y cambiantes noticias. Se impone entonces la síntesis porque el público es un lector voraz con tiempo reducido. Por ello el columnista se esfuerza para aportar valor añadido y apostar por la reflexión y el análisis, con pocas palabras. 

Se escribe y se comunica para alcanzar, con argumentos,  un acuerdo sobre la  esencia de un problema de interés para la población. Por ello los temas son amplios, como amplio es el horizonte de la convivencia social. Esto implica conocimiento profundo, capacidad de discernimiento, cultura, objetividad y ecuanimidad del escritor. Su respaldo se encuentra en la lectura permanente, en el análisis, en el dominio de las formas de acceder al conocimiento. 

El mejor aporte al análisis de una situación es ubicar perfectamente el problema y encontrar sus causas. Evitar las simples descripciones o la explicación por tautologías, falacias y sofismas. La mentalidad debe permanecer  abierta para el debate, para la aceptación de las ideas novedosas nacidas de la evolución del conocimiento y de las realidades sociales. El pensamiento crítico, ante todo.

La opinión responde al interés por la política y la actualidad. Se hace con el  ánimo de influir en el devenir de las cosas, sin una estrategia ni agenda, reaccionando a los acontecimientos con criterios consistentes y con capacidad de convicción.

Una opinión no es  una información y no se puede juzgarla con los criterios de imparcialidad propios de ésta. La opinión es por definición subjetiva y será mejor cuanto más original y personal sea, recurriendo a  todas las armas retóricas lícitas. Sin embargo, en un país polarizado, toda opinión pública  tiende a encuadrarse en un bloque; esto se ha convertido en un gran escollo para  aceptar ideas que son ajenas a nuestro esquema de valores, con otra visión del mundo. 

Los seres humanos no tenemos línea directa con ninguna fuente de verdades absolutas;  de modo que todo el tiempo estamos obligados a verificar la solidez de nuestras convicciones. Y es  inevitable que ese esfuerzo nos lleve a someter nuestras certezas a la crítica ajena. Escuchar la crítica, por injusta que sea, puede revelar algo que está mal pero que se puede arreglar en el futuro. Es además una manera de incorporar puntos de vista diferentes, de considerar posibilidades que no se nos habían ocurrido y de beneficiarnos de lo que aprendieron otros.

Escribir es argumentar; es utilizar los medios para mejorar la calidad de nuestras ideas. Con buenos argumentos se puede obtener un buen impacto sobre un auditorio, sobre los lectores. Una argumentación no es un asunto de palabras sino de ideas; lo que podrá persuadir a alguien no serán las palabras que empleemos sino los razonamientos que formulemos. Un análisis bien argumentado es la puerta que conduce  al diálogo con el mundo. (O)

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