En estos días, se habla mucho de la facturación electrónica y de la obligatoriedad de miles de contribuyentes a adoptar este sistema nuevo, más moderno, más digital, ¿más fácil? para las operaciones contables. En términos generales, esta acción va permitir que la autoridad tributaria pueda tener mayor control electrónico en los cruces y así identificar inmediatamente esos casos donde hay problemas.
Todos estos avances tecnológicos, que son positivos para la gestión y administración tributaria, y que han ocurrido durante el tiempo independiente de quién fue o haya sido o sea el Director del Servicio de Rentas Internas (SRI) o incluso del Gobierno de turno, demuestran que esta entidad de control ha mantenido su propósito original de modernidad, servicio y vanguardia. Hemos ido, poco a poco, pasando de recibir a funcionarios fiscalizadores dentro de las empresas, donde llegaban a ver qué había, a tener por parte de esta entidad requerimientos orientados y profesionales respecto a cualquier diferencia o aclaración pertinente.
Sin embargo, cabe preguntarse si el incremento de la base de contribuyentes, se ha modernizado de la misma manera y a la misma velocidad; a simple vista tal parece que no es así y no por la automatización per se, sino porque esa automatización no ha podido resolver el problema de insertar a todos los actores económicos a la base de contribuyentes. Quienes tributamos, alrededor del 35% de la Población Económicamente Activa, somos los que realmente estamos controlados y sobre quienes pesan todas las decisiones de política impositiva que se establece. Sí, es verdad que se han hecho cosas, válidas, como la creación del RISE o el RIMPE y con ello ha crecido un poco más esa base, pero el foco sigue apuntando solo hacia optimizar, controlar y recaudar de mejor manera al grupo de los que actualmente SI pagamos.
¿Y la identificación de la base no formal? Conceptualmente, todos deberíamos pagar impuestos, o sea, el que gana más, paga más y, el que gana menos, paga menos. Pero lo que no debería estar dentro de este concepto general es que alguien que gana, porque no factura, no paga nada?. Existe un movimiento económico importante que no está controlado, es un porcentaje alto de la población. Y en esto la actual administración de be trabajar arduamente para incorporar a este segmento informal de la economía y a la fecha no se ven estrategias, incluso tecnológicas, que lleguen a este nicho. A la final se sigue controlando, de una mejor manera, solo a quienes ya están controlados.
Sería absurdo pensar que la autoridad tributaria no se da cuenta de que este segmento de la población no está formalizado, ni factura, ni tributa, pero ya son muchas administraciones, desde cuando se hizo la reforma a la Ley de Régimen Tributario Interno, que no han podido tomar decisiones y acciones sobre este aspecto en beneficio de todos los ecuatorianos. La pregunta es ¿qué pasa? ¿El rechazo de la población hacia dejarse formalizar, en este segmento, es muy fuerte o cuál es el impedimento cierto para poder formalizarla?
¿Es necesario avanzar hacia una administración tributaria 5.0? Creo que sí, y de manera urgente. Porque la población económicamente formal ya no avanza a sostener todo el peso de la necesidad financiera del Estado. Quienes más controlados estamos somos las industrias, los obligados a llevar contabilidad, que en la práctica en la realidad, son los que generamos fuentes de empleo, ingresos que tributan y cumplen en su contexto general, todos los deberes y obligaciones, no solo con el SRI, sino a la vez con el Seguro Social, con los Municipios y cualquier otro tipo de obligación que exista. Por eso, lo que empezó con una versión original, a medida que avanza el tiempo, hay que seguir perfeccionando el concepto general, que ya está planteado, y obtener una mejor recaudación, justa, válida y para todos.
Desde ningún punto de vista es válida la negativa a pagar impuestos, ya sea de quienes estamos en la base de contribuyentes o de quienes no lo están y deberían estarlo. No es ético, ni honesto, ni decente, ni justo, evitar la tributación bajo cualquier pretexto. Porque si mañana se ve a una persona que vende, gestiona o hace comercio y se le pregunta Usted ¿por qué no paga impuestos, y dice: Ah, pero de qué sirve, vea cómo están las calles, hay inseguridad, no hay salud, educación…, se puede entender que no están de acuerdo con el destino de nuestros impuestos, pero esta reflexión no justifica el no contribuir en justa medida. Por supuesto que deberían ocuparse bien nuestras contribuciones, nuestros impuestos, pero eso no debería ser el postulado para NO tributar. En un sentido de proporcionalidad, todos debemos colaborar, quien tiene que dar un dólar que den un dólar, el que tiene que dar US$ 100.000 tiene que dar US$ 100.000. Y, si alguien no está utilizando bien nuestros impuestos, eso ya es tema de otro análisis. (O)