A pesar de que actualmente no quedan dudas de que las nuevas tecnologías de la información han modificado profundamente las formas tradicionales de comunicación y han introducido numerosas alternativas que hicieron que el periodismo perdiera su posición de mediador exclusivo en la transmisión de la información pública, también es igualmente cierto que los medios de comunicación tradicionales aún tienen un peso relevante a la hora de establecer la agenda y de influir en la opinión de una gran parte de la población. Es por ello que la comprensión de las lógicas con las que trabaja el periodismo y, en particular, los conceptos y términos con los que estos se manejan, constituye sin duda una ventaja comparativa para cualquier político que se proponga construir una relación positiva y productiva con la prensa.
Una cuestión clave pasa por la comprensión por parte de los dirigentes y funcionarios de todos los niveles, legisladores, candidatos y sus equipos encargados de la prensa y la comunicación, no solo de la diferencia entre géneros periodísticos sino también del concepto mismo de “noticia”. En materia de géneros periodísticos, la gran distinción clásica es la que diferencia entre el género informativo, el interpretativo, y el de opinión. Son ejemplos del género informativo las notas tradicionales o con declaraciones; las entrevistas o artículos de análisis del género interpretativo; y las columnas o editoriales, del género de opinión.
Más allá de esta importante distinción, lo que se define como noticia es el resultado de un proceso discursivo que hacen los medios a partir de información que elaboran los periodistas con sus fuentes, para ofrecer a sus audiencias en formatos periodísticos. Siguiendo a la mayoría de los manuales de estilo de los diarios más prestigiosos del mundo, la “importancia” es una de las características definitorias de lo que se considera noticia, aunque sabemos que en la práctica hoy hay una suerte de desplazamiento desde la “importancia” hacia el “interés”.
Lo cierto es que el proceso de construcción de noticias rehúye de explicaciones simplistas: es un proceso complejo, fruto de la interacción y la dialéctica entre múltiples actores, como los periodistas, los medios, las audiencias y los actores que generan la información, y que, por ende, no responde a una única variable. Que un hecho pueda ser considerado noticia depende de una serie de condiciones que se denominan “valores noticiables” y que, en síntesis, pueden resumirse en cuatro grandes factores.
En primer lugar, la noticiabilidad de lo informado, que puede derivar de algunas de las siguientes características: novedad, actualidad, relevancia, proximidad, consonancia con los valores y creencias de la sociedad, sorpresa, entre otras. En segundo lugar, su adecuación a las rutinas periodísticas de cada medio, como ser la calidad periodística de la información, su valor en relación a la competencia con otros medios, y la capacidad para maximizar sus audiencias. En tercer lugar, su condición de prensable, lo que alude a la capacidad de una información de captar el interés de la prensa en función de algún atributo o cualidad distintiva. Y, por último, no debe descartarse el criterio de oportunidad, que tiene que ver con el propio ciclo de las noticias, caracterizado por momentos donde hay menor actividad, y ciertas normas relativas a horas de cierre, entre otros aspectos que pueden terminar convirtiendo una información en noticia.
En esta misma línea, podemos profundizar un poco más en algunos de los atributos que convertirían una información en noticia: la pertinencia, que se refiere a que las noticias deben divulgar sucesos o cuestiones que sean significativos para muchas personas o para la sociedad en general; la intensidad, que significa que las noticias deben divulgar conflictos o sucesos inesperados y dar prioridad a las acciones o reacciones de los involucrados; la actualidad, que implica que las noticias deben reportar sucesos que acaban de suceder y lo que probablemente sucedera? en el futuro inmediato; y la cercanía, que se refiere a que las noticias deben reportar cuestiones o sucesos próximos a la gente, tanto cultural, psicolo?gica como geográficamente.
Más allá de estos factores, tampoco deben soslayarse las estrategias de los medios ante el desafío que le plantean Internet y las redes sociales como nuevos canales informativos. Entre estas estrategias, cobra especial relevancia la tendencia a aggiornar los contenidos y estilos para acercarlos a criterios más próximos al entretenimiento popular. De allí que, cada vez más, hayan venido ganando protagonismo los conflictos, peleas, escándalos, o el interés por la vida privada de los políticos, en detrimento de otros aspectos más profundos o sustanciales de la política electoral, la gestión de gobierno o la actividad legislativa. Una transformación que busca atraer a audiencias tradicionalmente poco interesadas en la política con una oferta de contenidos políticos ma?s accesibles y atractivos, susceptibles de entretener.
En definitiva, el conocimiento de todas estas cuestiones por parte de los líderes políticos, gobernantes, candidatos y de sus equipos es fundamental para entender qué información difundir y cómo lograr mayor impacto en los medios de comunicación. Así, una estrategia de comunicación que se plantee llegar al público a través de los medios en pos de recuperar legitimidad social debe adaptarse a una exigencia básica de la lógica mediática, y fundamentalmente, entender la idea de noticia, que continúa siendo la columna vertebral del periodismo. (O)