Generalmente con los tiempos aparecen en las jergas populares (o no tan populares), los estribillos, aquellas palabras o frases que se repiten o intercalan en el discurso con excesiva frecuencia, como si se tratara de un tic de la persona que habla, muletillas que se van incorporando en las conversaciones hasta que ya parece que suenan bien o que están correctamente utilizadas; al punto que hasta algunos aún más sofisticados en el idioma, pecan con su uso.
¿No me van a decir que a la mayoría no le ha tocado la famosa muletilla lo que es? Por ejemplo ¿qué me sirve vecina?… Hoy tenemos lo que es el pollo al jugo. En restaurantes más sofisticados claro está… lo que es la langosta. Por cierto, lo que es, no depende solo de una pregunta, sino que también aparece naturalmente cuando hay algo que ofrecer.
La escena no cambia mucho en un almacén de electrodomésticos: Este parlante tiene lo que es el blu tut. La muletilla hasta se la encuentra uno en la entrevista en la televisión nacional cuando le preguntan al entrevistado que compone las calles, qué es lo que está haciendo y dice que hace lo que es el bacheo de la avenida. En fin, el lo que es, está ahora en todo lado de lo que es Ecuador, llegando a ser hasta simpático, por lo menos, a mí, así me parece.
Luego, aunque posiblemente ya desapareciendo porque no lo oigo tanto como antes, está el estribillo en este caso. El operador de las telefónicas es el que más destaca en su uso. Por ejemplo, ya habrán llamado por algún problema con su celular, y lo primero que nos dicen de respuesta a nuestra inquietud es… En este caso vamos a hacer un reseteo de equipo. Otros ya más genuinos, dicen… En este caso vamos a hacer lo que es el reseteo del equipo. Esto también puede resultar, simpático o gracioso, hasta a veces me hace sonreír.
El estribillo que sí está insoportable y muchos me darán la razón, en este caso, es lo que es la palabra ya. La moda ahora es el ya, casi al fin de toda oración, no sé si lo han notado, o ya la mayoría están contagiados ya del ya.
La verdad es que ya es un adverbio sumamente flexible, pero ya no es para tanto. Se usa para determinar un tiempo u ocasión, inmediatez y otros, pero ahora está en gran parte de las conversaciones sin sentido alguno; y, yo ya ni logro entender cómo interpretar el ya.
Es decir, cuando hablo con alguien, (y ahí sí ya gente supuestamente docta en cómo expresarse y en el idioma), no sé si me dice ya luego de cada oración como para reafirmarse; o, para darle más fuerza a lo que dijo, como si yo dudara de lo que me dijo.
Lo otro que se me viene a la mente es que yo soy el limitado que no entiendo lo que me dijeron por primera vez, por lo que tienen que complementar su mensaje con el ya, a ver si capto, o sea, un ya de ¿comprendes? El problema es que muchas veces el ya también viene acompañado de un movimiento de cabeza que implica afirmación, pero otras veces no, entonces no se ya que mismo. Ya… (este último ya con movimiento de cabeza)
El tema es muy confuso, pues otras veces siento que el ya, me lo dicen como para terminar la conversación; y, pum, otra vez viene otra oración que también acaba con el ya, pero ha sido un ya de los de afirmación.
A tal punto ha llegado el ya, que hasta el curita de mi parroquia estaba contagiado. No es exageración, las homilías iban acompañadas de aproximadamente entre cincuenta y setenta yas; las conté innumerables ocasiones por afición, pues ya es pan nuestro de cada día. Ya… Les juro, si no es porque cambiaron al curita, tal vez me voy a otra parroquia porque estoy harto del ya. Ya…
Pero lo cierto es que lo dice no solo el cura sino el abogado; el tendero; el político; el panadero; la dentista; el ingeniero; el juez; la comadre; la vecina; el taxista; la directora; y, ya pues ya. En definitiva, en este caso, lo que es yo, ya estoy aterrado del ya. Ya…
En fin, de a poco van desapareciendo estas insanas costumbres, pero ojalá que por lo menos, en este caso, lo que es el ya, desaparezca ya, porque ciertamente es aterrador, y ya demasiados están pegados el ya. En todo caso, si me van a seguir hablando con el ya a mi, entiendan que no me da ni más credibilidad ni fuerza a lo que me dicen, así que ya. Ya… (este último también con movimiento de cabeza de afirmación). (O)