Los negocios desempeñan un rol vital en la economía de un país: generan trabajos, impulsan la innovación, proveen de bienes y servicios esenciales para el funcionamiento de la sociedad. Pero también juegan un papel fundamental en un mundo lleno de retos como la pobreza, la desigualdad, el desempleo o el cambio climático.
Como consecuencia de esta realidad, el mundo está empezando a cambiar la forma de hacer negocios. Así, surgen las empresas con propósito cuyo objetivo no solo es generar utilidades (que es lo que corresponde en toda actividad empresarial), sino que, sin perder esa finalidad, buscan un sentido a su actividad empresarial como elemento central de su negocio para lograr un impacto positivo en la sociedad o el ambiente.
Parece difícil, pero no es tanto: las compañías toman la decisión de generar un impacto positivo utilizando su negocio como herramienta. Es decir, no sólo se dedican a hacer dinero, sino que se plantean como objetivo lograr un beneficio e interés colectivo a través de una actividad específica, permanente y comprometida que se deberá realizar al desarrollar el negocio con conciencia. Por ejemplo, compañías florícolas que deciden no usar fertilizantes que dañen el ambiente, aseguradoras en salud que se enfocan en prevención para mejorar la salud de sus clientes, fábrica de chocolates que paga mejor a proveedores y a sus trabajadores, industria de muebles que establece como política contratar en un porcentaje determinado a madres solteras o compañías de alimentos que deciden que sus productos sean siempre orgánicos. Ejemplos abundan con propuestas de valor que van más allá de la lógica de obtener una rentabilidad indiscriminada y que, utilizando el modelo de negocio, buscan generar un impacto positivo en la sociedad. No se trata de una simple decisión gerencial o de mercadeo, se trata de incorporar en el corazón de la compañía el propósito que regirá la forma de hacer negocios.
Las Sociedades de Beneficio e Interés Colectivo (Sociedades BIC) es, a la fecha, la figura societaria que mejor articula la conjugación de intereses descritos anteriormente y que está expresamente reconocida en la Ley de Compañías ecuatoriana. La Sociedad BIC deberá adoptar voluntariamente dicha calidad e incluir en su objeto social la obligación de crear un impacto material positivo (nuestra legislación reconoce cinco áreas de impacto) al que se va a dedicar. Además, debe ampliar en el estatuto el deber fiduciario de los administradores para que estos cumplan ese objetivo impuesto por la sociedad. Este compromiso se plasma de manera expresa para que el administrador no distraiga la intención de la compañía de generar un impacto material positivo.
Así, la actividad productiva se vuelve un catalizador para tener una mejor sociedad, mucho más inclusiva, justa y empática. En otras palabras, esta figura societaria otorga la posibilidad de alcanzar un éxito económico con un valor compartido que tome en cuenta otros desafíos sociales.
Las organizaciones con un propósito se están abriendo camino rápidamente y está desplazando al viejo concepto de responsabilidad social empresarial. La diferencia radica en que RSE era una estrategia y no parte de la actividad, como es el caso de las empresas con propósito.
Como menciona Fernando Ruiz, Presidente de Deloitte, “está demostrado que las empresas pueden tener más éxito y ser más sostenibles en el largo plazo cuando su estrategia está relacionada con un objetivo social, económico y medioambiental: cuando el compromiso es de esta naturaleza, las compañías transmiten mayor confianza y generan más “conexión” con sus grupos de interés. Las empresas con propósito atraen y retienen el talento, incrementan las recomendaciones de los consumidores, mejoran los procesos de transformación e incluso generan más valor para el accionista”.
De esta manera, la necesidad de replantear el rol de las empresas como agentes de cambio en la sociedad es cada vez más evidente. Hoy existen las herramientas para que las empresas, sean multinacionales, medianas, pequeñas o familiares, adquieran conciencia e implementen mecanismos que les permita generar un impacto positivo a través de sus modelos de negocio, adicionalmente a la búsqueda de utilidades como único mecanismo para medir el éxito en los negocios.
En definitiva, las Sociedades BIC buscan un cambio de concepción y esquemas tradicionales, con el fin de usar el poder de mercado para contribuir a resolver problemas sociales y ambientales y, de esta manera también asegurar la perdurabilidad de las compañías en el largo plazo. (O)