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Estamos entrando a una época de crisis mundial moral en la que necesitamos no solo líderes intrépidos y exitosos en lo material, sino también en lo político, moral, cultural e intelectual. Necesitamos líderes que se la jueguen por lo que es correcto con inteligencia y sagacidad.

9 Agosto de 2023 10.07

El Networking me ha permitido tener las conversaciones y aprendizajes más poderosos que cualquier otra persona promedio podría tener en su vida. Ayer almorcé con un empresario que no solo ha hecho su carrera siendo empresario, sino que además dice apasionarle la política. Lo escuché con atención e inmediatamente supe cuál debía ser mi siguiente artículo para Forbes: “Necesitamos más empresarios políticos como él”. Y no solo eso, líderes como el que le inspiró también a él. Te contaré por qué.

La palabra Política viene del término “Polis”, antigua expresión griega para poder darle significado a la cosa pública y a quienes se involucran en ella. De ahí el término “políticos”. A lo largo del desarrollo de la humanidad, los líderes han sido quienes han tenido una relación más directa con la Polis y en especial los líderes que han tenido un sentido social. Unos se han formado para ser políticos con carrera y dedicación al 100% de su tiempo a esto, y otros más bien se fueron por el emprendimiento empresarial y construyeron imperios económicos. Pero en el centro de ellos hay algunos que no solo han construido imperios económicos que generan desarrollo.

Hay 3 tipos de empresarios: 1) Los carentes de ningún tipo de intención social, que igual terminan haciendo su parte y son importantes, porque aunque son egoístas, necesitan dar trabajo y pagar impuestos para poder conseguir lo que quieren, 2) Los Empresarios Filántropos que, luego de hacer dinero, se dedican a objetivos sociales a tiempo completo, dejan ya de producir riquezas y más bien se dedican solo a compartir los recursos acumulados para vivir el resto de sus vidas realizados, y en el centro están los que llamaré 3) “Empresarios Políticos”, los que casi no hay, pero necesitamos urgentemente.

El empresario egoísta (1) es aquel al que lo motivan los intereses de los suyos y el suyo propio. Viven decepcionados por la política y suelen criticar a los que dan un paso adelante para hacer algo al respecto. Los consideran a casi todos corruptos y buscan la forma de pagar la menor cantidad de impuestos posibles porque creen que la democracia no tiene remedio y que vivir en comunidad no es la mejor solución. Crean fundaciones que ellos controlan y buscan hacer sus propias ayudas sociales redireccionando sus recursos hacia métodos que ellos puedan controlar, porque creen que el peor recurso otorgado es el que ellos no controlan, y dárselo a los políticos lo consideran ineficiente y tonto. Por lo general, contribuyen con los candidatos ganadores porque saben que tendrán el poder y necesitan igual mantenerlos con una relación aliada para que les dejen trabajar. No se desgastan en hacer opinión política ni en investigar y estudiar mucho cómo solucionar los problemas de las sociedades como comunidad, sino más bien en servir a la sociedad con sus productos de los cuales lucran. El empresario egoísta tiene además pocos proyectos de impacto social; sus sueños dejaron de ser tan llamativos en algún momento de su vida y se volcó más bien a los números. No es una persona tan hábil para las relaciones y sus empleados los consideran y agradecen o reconocen, pero pocos los aman.

Los empresarios filántropos (2), por el contrario, se dedican el resto de su vida a dar lo que acumularon durante una carrera exitosa y productiva, pero usualmente de manera distante del contacto social bajo, y más bien se los ve jugando Golf la mayoría del tiempo. Les gusta poner su inteligencia y habilidades adquiridas en los años de producción al servicio de la humanidad, pero difícilmente se involucran humanamente. Es más, lo ven como una forma de “cumplir con su conciencia”. Ser generosos sin duda les da satisfacción y elicita estados de felicidad. Dios, además, también paga bien cualquier acto de caridad, indistintamente de la forma en la que se haga. Algunos contribuyen porque ser parte del Jet Set les compromete socialmente a esto, no serían realmente “ricos” si no lo hicieran. No se me vaya a confundir, no estoy proponiendo, por si acaso, que todos los filántropos sean así. De hecho, hay filántropos con un altísimo compromiso humano con el prójimo, pocos, pero si los hay.

Y finalmente tenemos a los que propongo deberíamos incubar más: Los “Empresarios Políticos” (3). De estos hay también muy pocos. Ayer almorcé con uno de ellos y realmente es la primera vez que me encuentro con uno así. Pensé que era una familia única, pero luego me di cuenta de que había mentores y liderazgos, de entre ellos, de los cuales esto se aprendió. Son empresarios que nunca dejan de producir, quieren morir produciendo porque encuentran en el servicio su manera de donarse y amar. Pero movidos no únicamente por un afán de lucro, sino también por un sentimiento honrado de impacto y ayuda social desde la concepción sana y honrada del hacer político. Ricos integrales, que no solo han creado un imperio, sino que además se involucran activamente en la política con resultados no solo económicos, sino intelectuales. Tienen grandes bibliotecas en casa. No buscan cargos públicos, pero tampoco les huyen a ellos. Son mucho más productivos fuera del cargo público que dentro, pero si les tocara servir, lo hacen más bien por patriotismo. Saben bien que, aunque un cargo público genera visibilidad y da poder, también resta aliados y pone en riesgo su patrimonio y negocios. Son gente que no solo es hábil para hacer dinero y administrar riqueza, sino que además son constructores de patrimonio, de sistemas, de redes. Entienden a sus estructuras privadas como parte de una gran estructura social y jamás dejan de participar intelectual y filosóficamente en la sociedad en la que se desenvuelven para proponer soluciones y ayudar. Evitan perjudicar el bien común para satisfacer el bien propio. En la mayoría de los casos sin esperar retribuciones a cambio. Pagan sus impuestos desde una perspectiva social, política y comunitaria. Es decir, aunque pueda haber algunos que se roben el dinero, ellos contribuyen lo que dice la ley, con su espíritu y no con sus interpretaciones. Saben que solo deben opinar si honradamente entran a la mesa con su contribución sincera. Viven vidas y Gobiernos Corporativos Familiares bien estructurados en los valores. Difícilmente se ven divorcios, vicios muy acentuados o problemáticas no resueltas. Son estratégicos, muy inteligentes, especialmente en lo social. Tienen un contacto frecuente con los pobres, sabiendo lo relevante que es además que el pobre no se sienta desplazado por las diferencias sociales, buscando, al contrario, crearle oportunidades y animándolos a crecer. Intentan construir lazos afectivos con sus empleados y meseros, recuerdan a sus familiares enfermos cuando se los atiende y buscan con sus recursos ayudarles, especialmente en los momentos en los que más lo necesitan. Todo esto sin petulancias populistas donde se pueda tergiversar el acto como una vanidad demostrativa de habilidades políticas falsas. Son empresarios de una capacidad intelectual potente. El arquetipo que más o menos podríamos ver en el personaje principal de la película “Meet Joe Black”. Ese empresario salomónico, sabio, justo, al que la misma muerte admira y respeta por la vida que ha vivido y decide quedarse para poder aprender el de y enamorar a su hija. Que no teme perder y sabe hacerlo cuando se ha equivocado. Que lo reconoce y que con cada caída o quiebra aprendió una lección y buscó seguir sirviendo y aprendiendo. Que a pesar de la edad que tenga, aprecia y gusta de lo que puede aprender de los demás, incluso de los más jóvenes.

Estamos entrando a una época de crisis mundial moral en la que necesitamos no solo líderes intrépidos y exitosos en lo material, sino también en lo político, moral, cultural e intelectual. Necesitamos líderes que se la jueguen por lo que es correcto con inteligencia y sagacidad. Que demuestren que la Gracia de Dios es más poderosa que cualquier miseria cuando se pide y se usa para hacer el bien. Necesitamos líderes con carácter que sepan controlarse a sí mismos primero antes de pensar en controlar lo que está mal. Que inspiren con su ejemplo más que con sus palabras. Necesitamos una nueva generación de empresarios en Ecuador: “Empresarios Políticos”. (O)

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