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Protejamos a la mujer mediante acciones que permitan que el empresario le vea como “una gran aliada” al tenerla dentro de su nómina.  Que el empresario sea el “cófrade” de nosotras las mujeres para que no perdamos participación en la fuerza laboral al inicio de nuestra vida precisamente cuando la maternidad es un momento tan hermoso que al mismo tiempo nos complica en organización y tiempo.

6 Octubre de 2021 10.56

Empiezo este artículo enumerando algunos hechos.  No busco explicaciones, ni pido soluciones inmediatas, pero si me interesa relievarlos para que estemos conscientes de que son realidades.

  1. Las mujeres a nivel mundial ganan un 30% menos que los hombres.  Para quienes no lo sepan, esto sale de estudios salariales donde se compara ambos sexos para los mismos cargos y además con las mismas obligaciones.  La brecha ha disminuido en los últimos tiempos, pero no desaparece.
  2. Las funciones de más alto rango como son las directivas y gerenciales lo ocupan en su mayoría hombres.  Los porcentajes de participación de las mujeres varían dependiendo los continentes, pero en Latinoamérica todavía hay una cultura que restringe el ascenso de mujeres aptas a esas responsabilidades. Es más, creo que el porcentaje sigue en rangos bajos (así lo siento).
  3. Según estudios de ONU, las mujeres tienen una responsabilidad desproporcional en lo relativo al trabajo sentimental que no es remunerado.  Se dedican de 1 a 3 horas más que los hombres a las labores de carácter doméstico y el doble o más del tiempo comparado con ellos cuando se se trata del cuidado de hijos, personas enfermas, padres, etc.
  4. La tasa de participación de las personas entre 25 y 54 años en la fuerza laboral mundial varía mucho dependiendo de su situación familiar. Cuando viven solos (pueden ser solteros o divorciados sin hijos), la participación en la fuerza laboral de la mujer es del 82%, mientras que en el caso del hombre 90%.  Pero, y aquí viene el tema importante, cuando existe un hijo menor a 6 años, la tasa de participación de la mujer se derrumba al 48%. La razón es clara y motivada, pero el hecho existe y tiene consecuencias en el bienestar o capacidad de generar ingresos de la familia. Casi el 50% de las mujeres abandonan sus trabajos por la hermosa realidad de ser mama.
  5. Ahora que el país habla, discute (con dificultad porque algunos se niegan en hacerlo) de cambiar la ley laboral, yo me pregunto como mujer que siente toda esa realidad y pelea por su espacio, acaso no es necesario incluir en la agenda además del esfuerzo por disminuir el desempleo, poner sobre el tapete el tema de la desventaja por la hermosa posibilidad de pronto ser mamá, con la cual muchas mujeres jóvenes del país inician su viva laboral. Singular desventaja que marca con seguridad toda su carrera profesional.  La ley laboral actual que ya contiene normas de protección a la mujer embarazada, cuya razonabilidad o intención luce protectiva, en la práctica crea un desincentivo para contratar a cualquier mujer joven.  Yo se que muchos negarán esta reflexión, pero si usted lector de la columna se pone en el sitio de un empresario (pequeño o grande, da lo mismo y tiene un proceso de selección en el cual participan un hombre y una mujer (con similares fortalezas) y, siente que existe una leve sospecha de que ella, con todo el derecho y naturalidad, pueda formar una familia en el futuro cercano, lo más probable es que se incline por el hombre solo por la valoración de todos los costos, multas y prohibiciones que la ley impone por el embarazo.  ¿Acaso, esto también afecta la brecha entre las remuneraciones por género?
  6. No quiero dejar la sensación de oponerme a estas normas de protección de la mujer, pero no creen que será necesario cambiar el chip y replantearse la dirección de estas normas, hoy punitivas por otras que generen incentivos.  Protejamos a la mujer mediante acciones que permitan que el empresario le vea como “una gran aliada” al tenerla dentro de su nómina.  Que el empresario sea el “cófrade” de nosotras las mujeres para que no perdamos participación en la fuerza laboral al inicio de nuestra vida precisamente cuando la maternidad es un momento tan hermoso que al mismo tiempo nos complica en organización y tiempo.
  7. No hagamos que las mujeres tengan que salir del mundo laboral solo para regresar (si es que lo logran) con una desventaja salarial por los años dedicados a la tarea de la maternidad.  ¿Cuanto talento se pierde a través de los años? ¿Cuántos mas se perderán para tomar en serio este problema? Queremos que nuestras hijas sean madres y profesionales competitivas, eso lo exige el mundo moderno y la propia auto estima de una sociedad que reconoce que el ingreso familiar sólo se lo completa con la conjugación del trabajo de las parejas. Son excepcionales los casos en los cuales uno de ellos sostiene el hogar. Este es un reto importante del futuro en equidad por género.  (O)
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