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Valor agregado
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El plus, el extra, la yapa, ese algo más que emprendedores, empresas, profesionales, artistas, estudiantes, deportistas dan en su día a día marca la diferencia. Siempre.

4 Abril de 2024 17.49

No voy a hablar del Impuesto al Valor Agregado, el IVA que desde hace una semana subió a 15 % por decisión del Gobierno y que ha generado un infinito debate en redes, academia, sectores productivos, medios de comunicación y otros espacios fundamentales como mercados, supermercados, taxis y tiendas de barrio.

Tampoco voy a hablar del valor adicional que adquieren determinados bienes y servicios al ser transformados durante un proceso productivo. Y por cierto, si hablamos del IVA hay una serie de productos que no siempre cumplen este requisito, pero que igual resultan, digamos, beneficiados de este concepto económico. Son productos y servicios whatever, pero que cobran la nueva tarifa al consumidor

Quiero hablar del valor agregado entendido como el plus, el extra, la yapa, ese algo más que emprendedores, empresas, profesionales, artistas, estudiantes, deportistas dan en su día a día.

Empecemos con los entrepreneurs, esos seres (¿humanos?) incansables. Tomo de ejemplo, casi que al azar, a Steve Jobs y Bill Gates, abanderados de un ejército global de soñadores que cambiaron el mundo para siempre. Sus productos, pero sobre todo sus ideas, tuvieron un altísimo valor agregado. Pusieron todo y más. No se quedaron de brazos cruzados nunca, tenían un plus natural, eran exigentes en extremo y se convirtieron en un modelo para millones de personas.

Si hablamos de empresas con valor agregado nos encontramos con aquellas que abrieron el camino hace más de un siglo en sectores como el automotor, el financiero, el retail, el entretenimiento y otros. Allí están compañías centenarias y otras más jóvenes que comprendieron que dar un plus es la mejor estrategia. En este grupo también entran las startups (todas las tech) y las empresas de triple impacto, diría quizá de triple valor agregado.

Los campeones en este tema, a mi parecer, son los deportistas. Muchos, literalmente, dejan la vida (vean el documental El Alpinista) y forjan un legado que impresiona al más escéptico. Cada vez más fuertes, más veloces, más hábiles; los atletas de diferentes disciplinas son incansables y tienen a la gloria entre ceja y ceja. No importa el deporte o el país al que representan, son verdaderas máquinas de ese esfuerzo final, esa brazada, ese salto, incluso ese dolor que marca la diferencia en una pista atlética,  en una cancha de fútbol, en una ruta de bicicleta o en otros escenarios.

En la academia y en las artes también juega el valor agregado. Allí tenemos a profesores que saben que tienen un rol vital en la sociedad, maestras y maestros que viven para sus estudiantes, que se convierten en mentores y guías de las nuevas generaciones. Ese esfuerzo es invaluable, al igual que el de los artistas que han marcado épocas en la historia moderna de la humanidad. Pensemos en Da Vinci o Picasso, en Frida Kahlo o Dalí.

Y si hablamos del valor agregado en el desarrollo de las civilizaciones pensemos en los esfuerzos sobrehumanos que hicieron los aztecas, los egipcios o el imperio romano. O si vamos más allá imaginemos a los cazadores y recolectores que dieron paso al homo sapiens, miles de años atrás. Todos ellos, sin saberlo, encarnaban lo que hoy llamamos valor agregado. (O)

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