El tomismo (II)
Creamos o no en "un Dios", la doctrina tomista -o mejor la teo-filosofía de Tomás de Aquino- sí que ofrece un tratamiento complejo, profundo, al sensible tema de la existencia o presencia de Dios en la vida humana.

Referíamos a la teorización doctrinaria de Tomás de Aquino (1224-1274) como "teo-filosofía". Es una teología filosófica que pretende compaginar la fe con la razón. Parte de Aristóteles (384 a. C.-322 a. C.) y de sus ideas en torno a la percepción y a la ética, para arribar a la relación de los hombres con Dios. Tomás busca una real y efectiva mediación entre la fe como esfuerzo humano etéreo por creer en algo no evidente, pero que lo siente en su conciencia, con la razón -a título de brío filosófico- para inferir o colegir en la elección de profesar una religión.

Al diferenciar la fe de la razón, el tomismo asigna a la primera la capacidad de conocer verdades reveladas, pero no demostrables. La segunda, por su lado, permite a la persona adentrarse en el discernimiento de certezas no necesariamente expuestas, pero que sí son susceptibles de demostración. La fusión de los dos arrimos intelectuales genera un conocimiento de certidumbres descubiertas al amparo de la revelación divina y de la cognición razonada. En este sentido, la teorización de Tomás es bastante sólida en su proyección teo-filosófica. No obstante, la propia Iglesia católica se ha encargado de obstaculizar su interpretación por temor a que mediante ella cuestionemos "dogmas" católicos, todos arbitrarios.

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Ejemplo de lo expuesto es la encíclica Doctoris Angelici (Motu Proprio) Sobre el estudio de la doctrina de santo Tomás de Aquino, emitida por Pío X en junio de 1914. Incomprensiblemente en lógica, ella ordena que su filosofía no sea considerada como "algo opinable", y por tanto metafísica no susceptible de discusión. Va más lejos al disponer que los estudiosos de las ciencias sagradas están impedidos incluso de "captar el significado de las palabras con las que el magisterio de la Iglesia expone los dogmas revelados por Dios". Al margen de la coacción intelectual que tan irracionales palabras representan, el problema se torna traumático desde el momento en que el Vaticano se ha encargado de forjar dogmas que ninguna relación tienen con las Escrituras.

De Aquino pretende demostrar la existencia del Ser Divino mediante cinco "vías", así las denomina. Las enuncia como vías del movimiento, de la causalidad, de lo posible y necesario, de los grados de perfección, y de la intencionalidad. En cuanto a la primera, siendo que todo lo existente se mueve, y de que por fatalidad imperiosa alguien debe ser quien lo haga, ese primer motor no puede ser otro que Dios. Lo mismo en la ruta de la causalidad: lo que existe requiere de una causa... "causada" por otro, yaciendo esa primera fuente en Dios. Lo posible y necesario en la teo-filosofía tomista es una "contingencia", pues podría no haber existido un ser, en cuyo caso estaríamos ante "la nada", de lo cual nos excluimos por la presencia del Ser Necesario, Dios. Respecto de la perfección, lo único puro, intachable e incorruptible es Dios, a diferencia de su creación -los hombres- que no gozamos de tal virtud. La intencionalidad la relaciona Tomás con el "gobierno del mundo", el cual requiere de seres inteligentes cuyo máximo representante es "el" Dios.

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Lo declarado es consecuencia de la realidad teológica innegable de que, según Tomás de Aquino, Dios es el "único ser absoluto en tanto que único y sencillo", y además perfecto. De ello deriva que la bondad del hombre y su disposición a hacer el bien, innatas en este, solo son posibles por la presencia de Dios en la vida humana... y por la gracia que de Él emana.

Para el tomismo, el "alma" es la esencia -principio de vida del ser humano- compuesto de materia y de forma. Sin embargo, esa alma al ser incorruptible seguirá existiendo al separarse del cuerpo a la muerte del hombre. De allí la racionalidad del ánima que no muta, siendo que es un algo "subsistente" por sí mismo en el organismo y fuera de él. En función de esta aproximación abstracta, en el tomismo Dios es un "acto puro de ser", a diferencia de las cosas que "son algo". Por ende, la esencia para existir requiere de ese "Ser", pues es este lo que "hace existir a todo lo que existe". Nada distinto de un ser perfecto puede dar esencia al hombre y a las cosas. Este desarrollo lo emprende Tomás de Aquino partiendo de la metafísica aristotélica. Según la misma, el "ser" es sustancia cualitativa y cuantitativa, pero también es "potencia y en acto" que desemboca en acción.

Creamos o no en "un Dios", la doctrina tomista -o mejor la teo-filosofía de Tomás de Aquino- sí que ofrece un tratamiento complejo, profundo, al sensible tema de la existencia o presencia de Dios en la vida humana. En cualquier caso, es una teorización digna de estudio crítico, al margen de que, como lo expusimos arriba, la Iglesia llama absurdamente a no interpretarla. ¡Interpretémosla! (O)