La guerra en curso entre Israel y Hamas obliga a hacer algo de historia, con el propósito, al menos de tratar, de entender dos "cuestiones": la judía y la palestina. Estamos ante pendencias incomprensibles en su proyección humanitaria, al margen de consideraciones políticas, geopolíticas, económicas, religiosas y étnicas. Lo son desde el momento en que dos pueblos -el israelí y el palestino, ambos igual de respetables, como todos- adoptan posiciones extremas que les impiden vivir en la armonía demandada por la razón y la ética. Nuestro solo propósito es revisar el origen de un problema latente desde tiempos bíblicos, con base en lo cual el lector puede arribar a sus propias conclusiones.
El "sionismo" es un movimiento político-nacionalista, también una ideología, de cierto sector del pueblo judío. Aboga por el regreso de los judíos a su patria originaria, Israel -la Palestina histórica-, con la intención primaria, pero además última, de constituir allí un "estado independiente". Los sectores ortodoxos identifican su génesis en la promesa divina a Abraham de la Tierra de Canaán. El término proviene del monte Sion, ubicado al sur de la ciudad vieja de Jerusalén. La Biblia hebrea la empareja con la Ciudad de David, el Monte del Templo y la ciudad misma. En Isaías 2:3 leemos "Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Señor".
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Interesa, por ahora, aquello que la doctrina denomina "sionismo político". El uso remoto del término lo encontramos en el vienés Nathan Birnbaum (1864-1937). Lo empleó en relación con la hostilidad hacia las comunidades judías en Europa oriental. Sin embargo, la historia debe la estructuración orgánica del movimiento a Theodor Herzl (1860-1904), en El Estado judío. Fue un escritor y periodista austrohúngaro, quien ante el antisemitismo imperante y creciente en el continente europeo vio como única solución la creación de un estado-nación fuera de sus fronteras. De hecho, convocó el Primer Congreso Sionista, celebrado en Basilea en 1897, germen de la Organización Sionista Mundial. El último congreso ordinario fue el 38vo. en 2020.
La primera pretensión sionista concreta se dio ante el gobierno otomano. El requerimiento no tuvo eco, sin perjuicio de que durante el Imperio los otomanos fueron "receptivos" del pueblo judío. Habrá que esperar hasta 1917 -en las postrimerías del Imperio- para la emisión de la llamada Declaración Balfour, por parte del Reino Unido. Ella habla del establecimiento de un "hogar nacional judío en Palestina". Nótese que la Declaración adopta la palabra "hogar", no "estado". La Sociedad de las Naciones, con ocasión del Mandato británico de Palestina de 1922, acoge la idea. Solo se concretaría veinte y seis años después. En todo caso, entre 1925 y 1933 al menos cien mil judíos migran a Palestina. La reacción de los árabes fue drástica hacia su presencia en tierras no consideradas judías por ellos, lo cual subsiste hasta hoy.
A la vera de miramientos políticos y étnicos, la oposición árabe tiene también connotaciones extáticas. En efecto, el sionismo posee ramificaciones contemplativas, que dada la estrictez del islamismo sus seguidores estiman que atentan contra sus creencias. El sionismo místico relaciona la patria israelí con la "religión nacional" del pueblo judío, y por tanto confunde Estado con religión, lo cual siempre es malo con toda y cualquier devoción mística.
La década de los 30 inició con un sostenido proceso de deterioro de las condiciones de vida de los árabes en Palestina. La crisis del sector agrícola de su economía condujo a la población a una alarmante miseria. En 1935, los árabes palestinos solicitaron del Alto Comisionado británico el establecimiento de un gobierno democrático en "su" país, el cese de la migración judía a Palestina, e impedir la compra de tierras árabes por los judíos. Estos pedidos fueron rechazados.
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En 1937, Gran Bretaña concluyó en que su Mandato era inviable en las circunstancias. El Informe Peel, partiendo de la realidad evidente en los hechos y en el Derecho, expuso la imperiosa necesidad de dividir Palestina en dos Estados. Puede leerse en el documento que "El hogar nacional judío ya no es más un experimento [...] no da cabida a una fusión o asimilación entre culturas judía y árabe. El hogar nacional no puede ser seminacional". El Consejo Supremo Musulmán, representante de los árabes palestinos, y el Partido Palestino Árabe Nacional afirmaron haber sido traicionados por el Reino Unido. Dieron paso a violentas confrontaciones con los judíos.
Los eventos que sucedían en Europa, desembocantes en la II Guerra Mundial, llevaron a un entente no exento de conflictividad al interior de Palestina... Continuaremos con el tema en nuestra siguiente entrega. (O)