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El Renacimiento marca el inicio de la filosofía moderna, que no decir reevaluación de la religiosidad... que culmina, o más bien se inaugura, con la Reforma de M. Lutero. Respecto de la referencia a la Grecia antigua, resaltamos en el rescatar renacentista de Platón, lo que supuso “repensar en el pensamiento” de Aristóteles.

21 Agosto de 2024 11.38

El término designa a un “movimiento” que aparece a mediados del siglo XV, prolongándose hasta el XVI. Si bien puede afirmarse que en sus orígenes fue principalmente artístico, cubrió a muchas otras manifestaciones del saber humano. Nos interesa lo que representa en el campo del pensamiento como moderno acercamiento a la concepción del “logos”… la razón de las cosas. Se comienza a hablar de lo natural frente a lo dogmático. Fue un despertar a todo lo que significó el medioevo, que inicia con el derrumbe del Imperio Romano de Occidente en 476. 

Fueron mil años marcados por una verdadera postergación en la realización del hombre tanto como individuo cuanto en su condición de miembro de la sociedad. Particular relevancia tuvieron en tal período Las Cruzadas, pretensión de la Iglesia Católica por conquistar tierras en nombre de un Dios, a costa inclusive de la dignidad de pueblos distintos de los europeos. Al margen de lo que el Renacimiento encarnó en el campo político y socioeconómico, fue reacción “pensativa” al oscurantismo de la Edad Media, en que penosamente el “conocimiento” era fe, no razón. 

Punto de partida del Renacimiento es la toma de Constantinopla por los otomanos, en 1453 a manos de Mehmed II. Fue el fin de más de un milenio de historia de la ciudad, capital del Imperio Bizantino, el cual por siglos venía observando franco declive. El ataque otomano se dio con tal furia que los habitantes de la ciudad lo asumieron como presencia del Apocalipsis, buscando cándido refugio en la oración dentro de templos cristianos. Si bien las ayudas bélicas que llegaban de ciudades italianas ayudaron a Constantino XI, no fueron suficientes para detener a las tropas del sultán. Mayores en número y superiores en tecnología. Jamás Constantinopla volvería a ser cristiana. El Renacimiento se consolidó en 1492 con el descubrimiento de América, que coincidió, además, con la caída de Granada y el fin de la Reconquista católica de la Península Ibérica luego de setecientos años de predominio musulmán.

Aun cuando tomará a Europa muchos años desde finales del siglo XV para apuntalar su presencia en el Nuevo Mundo, la sola referencia a algo al oeste del continente fue suficiente para comenzar a pensar de manera distinta. España con los Reyes Católicos – y luego con sus nieto y bisnieto, Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico, y Felipe II – inicia un proceso de reestructuración de las relaciones sociales, económicas y políticas europeas. Supera, en buena medida, a esa tendencia medioeval a mirar el oriente islámico, pues avizora en América la oportunidad de expandir el cristianismo. Europa continental emprende en una nueva visión del mundo. Pero alejada del observado por pensadores ingleses que se sacuden de Roma.

La contracara fue el peso que mantuvo la Iglesia Católica, lo cual implicó un serio obstáculo para el progreso de los Viejo y Nuevo Continentes, en aquello que podía darse de no existir lastres místicos. Recordemos que, por ejemplo, la Inquisición perduró hasta entrado el siglo XIX; fue oficialmente abolida solo en 1834 en la regencia de María Cristina de Borbón. A diferencia de lo sucedido para bien en la Inglaterra renacentista – y hasta cierto punto en Francia – España y Portugal se aferraron al oscurantismo místico. Ello repercutirá en lo temprano que hace presencia la industrialización en las Islas frente a los países ibéricos. 

En el ámbito filosófico, sus empieces están patentados por un cuestionamiento al escolasticismo medioeval, así como por la nueva interpretación de los clásicos griegos. El Renacimiento marca el inicio de la filosofía moderna, que no decir reevaluación de la religiosidad… que culmina, o más bien se inaugura, con la Reforma de M. Lutero. Respecto de la referencia a la Grecia antigua, resaltamos en el rescatar renacentista de Platón, lo que supuso “repensar en el pensamiento” de Aristóteles. Esta novel aproximación condujo a sentar las cimientes del “humanismo” mediante la ponderación del alma y del amor, no por consideraciones extáticas pero apadrinadas por la razón. No escapará al buen analítico que en materia filosófica la libertad de reflexión fue determinante. Las bases metafísicas renacentistas – y por cierto del consiguiente humanismo – las asienta Erasmo de Rotterdam, al amparo de la dispensa intelectual que le otorga su Holanda natal y la Suiza que lo acoge.

Hay también un renacimiento en la forma de entender y asumir la política. Referente es la obra de N. Maquiavelo plasmada en El Príncipe y en sus Discursos. En estos devela lo que hoy se denominaría la “realpolitik”. Para el florentino, las virtudes cristianas de los políticos medioevales eran nada más que un camuflaje hipócrita a ser superado en pragmatismo. (O)

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