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Ahora queda por decidir -o si ya está decidido- el futuro de los vehículos autónomos para aprovechar todo su potencial de esta innovación y, al mismo tiempo, mitigar sus riesgos con nueva regulación que se adapte a la realidad.

8 Noviembre de 2024 14.16

En San Francisco (EE.UU.) ya utilizamos vehículos autónomos de transporte público, el futuro hecho realidad controlado desde un celular. Un taxi sin conductor que se moviliza por la ciudad con tecnología de geolocalización (GPS), sensores, cámaras, mapas digitales, inteligencia artificial, el automóvil manejado por tecnología de última generación.

El viaje suave, silencioso, sin una sola infracción de tránsito, sin atropellar, chocar o poniendo en riesgo a los transeúntes. Esto parecía dirigido por un fantasma salido de la película de ciencia ficción Total Recall con Arnold Schwarzenegger; mis hijos fascinados.... 

La evolución del transporte constituye una piedra angular del progreso humano, desde el rudimentario carruaje halado por caballos, después el motor de combustión interna a gasolina, diésel, eléctrico e híbrido con conductor humano, siendo la último de lo último los vehículos eléctricos autónomos, revolucionando las calles al modificar la forma en que viajamos, trabajamos y vivimos desafiando la noción misma del transporte operado por humanos. Esta consecuencia necesaria de las nuevas tecnologías y las aplicaciones de transporte por encargo ya alteró los servicios de taxi "tradicionales", eliminando la necesidad de permisos burocráticos y licencias profesionales, entre otras. Las implicaciones de este salto tecnológico son enormes y de largo alcance, donde cada cambio trae nuevas consecuencias y preguntas jurídicas, sociales y éticas. 

La primara duda y preocupación es la responsabilidad. En caso de un accidente de tránsito con heridas ¿Quién es el responsable? ¿El fabricante? ¿El ingeniero de software? ¿La computadora? ¿El propietario del vehículo? ¿El propio vehículo? o ¿Una combinación de todas ellas? Si no hay infracción de tránsito que cometer, la eliminación del error humano podría reducir de forma significativa el número de accidentes de tráfico, haciendo que nuestras carreteras sean más seguras, el policía de tránsito pasa a ser inservible y a desaparecer, así como no hay insultos entre conductores enojados.

En el lado social no hubo con quién conversar sobre la actualidad de la política y del fútbol. ¿No más viernes de ecuavóley? En el pago del servicio la computadora no pidió propina que trabaja de forma sigilosa y eficiente, no hay licencia de conducir que obtener al carecer de chófer. No hay quien secuestre al taxista, más seguridad vial y el que a hoy era conductor con este tiempo libre ¿más cómodo o más vago? 

Otra cuestión ¿pueden irse a la huelga las máquinas? hacer un "paro de transportistas" como ocurría en los años 90 en Ecuador, hoy por hoy no las programan para ello.  Si todos los vehículos se "hablan" entre sí al estar interconectados, siguiendo a que todos los autos estén automatizados y los tradicionales interactúan en tiempo real se eliminará o reducirá de forma significativa el tráfico vehicular. 

A cambio de cero privacidad en el viaje puesto que te monitorean y te oyen toda la conversación y recopilan enormes cantidades de datos personales, lo que plantea preguntas sobre su protección y la vigilancia de datos. ¿Qué pasa si se va la electricidad y el internet? (realidad ecuatoriana...) o ¿Una afectación grave en la red? o ¿Un hackeo? todos los autos se detienen y se genera un caos sin poder movilizarse al estar los automotores varados. 

Estas cuestiones plantean complejos dilemas jurídicos y éticos que la sociedad debe afrontar hoy para mejorar el bienestar general. Ahora queda por decidir -o si ya está decidido- el futuro de los vehículos autónomos para aprovechar todo su potencial de esta innovación y, al mismo tiempo, mitigar sus riesgos con nueva regulación que se adapte a la realidad. (O)

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