Ella tomaba su café mientras escuchaba atentamente a su amiga, la otra le decía: “cómo no voy a creer en Dios”; de repente vieron en la calle un señor con su hijo de alrededor 3 años, caminando y pidiendo caridad, le preguntaron al niño sí había comido, él respondió que no, les regalaron algo de comer y algo de dinero, ellos siguieron su rumbo al igual que ellas…
La conversación sobre Dios y la fe volvió a la mesa, y las dos se miraron y llegaron a la conclusión de que es difícil creer ciegamente al vivir en un mundo injusto, pero que incluso así ellas deciden apostarle todo a Dios, quizás eso sea la fe, confiar y creer en Él aun cuando el camino muchas veces te presente dudas, al final entienden que cada uno decidirá en qué creer, pero si Él no les juzga, ¿quiénes serían ellas para hacerlo?
Hoy quiero hablarte del AMOR, algo que en Ecuador últimamente hemos sentido falta; no importan las creencias de cada uno, el género, la raza, el estatus social, los gustos musicales o políticos, si existe un poder que TODOS tenemos, aunque muchas veces nos cueste un poquito, es el poder de amar; al final Dios para MÍ es eso, amor.
Estoy segura de que cada uno le pondrá un significado distinto al amor, y hablo del amor en general, ninguno en específico. ¿Qué pasaría si todos los días intentamos levantarnos para entregar amor a otros? Y no, no solo a quienes amamos y tenemos cerca, eso es fácil, sino a TODOS; al señor que pita exageradamente mientras manejamos, a la persona que te da un mal servicio al cliente, al que defiende a su candidato político, que no es el tuyo, al que no comparte tus creencias, a quien no vive la vida como tú crees que debería vivir, a la persona que te juzga sin conocerte o conociéndote, al perro que se acerca a “molestar” cuando solo tiene hambre, a esa persona que no te cae tan bien.
Entiendo que no es tan fácil ponerlo en práctica, pero el hecho de pensarlo y querer vivirlo es un avance, porque todo, todo tiene un inicio… Acepto que para mí es complejo entender que DIOS nos ama a TODOS por IGUAL, y también admito que yo no soy una monedita de oro, pero poco a poco voy entendiendo que si doy amor y si hago mi parte, siempre, siempre habré ganado, y eso en mi caso, se ha hecho más llevadero de la mano de Dios y de mi fe; aunque también hay días en los que no quiero hacer mi parte, porque soy humana. Si no tienes claro qué es hacer tu parte, por más cursi que suene, busca en tu corazón, te aseguro que ahí dentro hay muchas respuestas, más de las que imaginas.
Tengo que aceptar que me llena de ilusión pensar en un mundo mejor, en un Ecuador con más sonrisas y con menos sufrimiento; y es ahí cuando mi corazón me grita “puedes ser mejor”; algunos dirán que el Estado es el responsable de todo esto, y no niego el importante papel que cumple; pero al país no lo hacen solo los políticos, sino también su gente, al final somos la sonrisa que sacamos en el rostro del otro, somos la mano que extendemos, somos el respeto, la sinceridad y la honestidad que brindamos.
Considero que, si todos buscamos ser la mejor versión de uno mismo, entregar amor y servirnos uno a los otros, tal vez podamos vivir en un mundo mejor, disfrutando de un presente con más paz y sin tanta ansiedad por el futuro. Te preguntarás, al igual que yo o quizás no, ¿cómo hice para meter en un mismo artículo, Dios, amor y política?, pues para mí se relacionan, Dios es amor, el amor es servicial y la política es servir, así que creo que hoy en día a todos nos falta un poco de amor y le pido a Dios que me ayude día a día a serlo.
Dicho esto, espero haber movido algo en ti, porque algo en mí se ha movido al escribirlo, espero que los días malos, las injusticias, los planes fallidos, los sufrimientos y los dolores, no nos quiten las ganas de AMAR y de vivir, espero que todos los días, todos, podamos hacer algo para que este mundo sea un lugar mejor.
Espero que aun en los días de m…, seamos AMOR. (O)