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poder y dinero
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Como individuos es importante entender que las periodicidades de los políticos, no debe afectar el crecimiento económico y social que debería beneficiar a quienes asienten o disienten en una sociedad libre de elegir en mayoría.

22 Marzo de 2023 16.35

Más de una vez hemos escuchado esta pregunta casi filosófica en un contexto social corporativo o muy familiar, pero siempre es importante analizar su génesis para racionalizar una respuesta.

Socialmente estamos en un tiempo en el que el poder se intenta aplicar desde varios puntos y vemos lo difícil que se torna cederlo a quien ya lo gozó, o a quien ya sea por un periodo puntual, debería hacerlo.

Pero en sí mismo, ¿cuál es la diferencia de poder y dinero?, o es que ¿el dinero es poder?  Sobre lo último podemos decir categóricamente que no, ya que todos los ricos o millonarios del país estarían gobernando y lo hubieran hecho siempre. Sin embargo en una sociedad con libertad, la capacidad de influencia de quienes tienen más dinero se puede medir socialmente por la aceptación de lo que quieren mostrar.

El primer cuestionamiento nos lleva a un análisis un poco más antropológico, ya que antes del dinero y de su acuñación en monedas o billetes, se intercambiaban bienes -o servicios- que finalmente tenían un fin comunitario o social.  Cuando se empieza a tener un intercambio de monedas o billetes y los Estados o países empiezan a acuñarlos, lo interesante es que en esas monedas se imprimía la cara de alguien, de algo o de un lugar que poseía el carácter de único, y desde ahí probablemente empieza la dimensión del dinero y su relación con el poder.

Las sociedades modernas cimentan su mayor expresión de poder en el Estado ya que concentra la capacidad de coacción en pocas personas, elegidas en democracia por una comunidad humana que legitima a los gobernantes a controlar o coaccionar a quienes no se rigen por las normas morales, tributarias, éticas o legales impuestas por el mismo Estado.

La diferencia simple es que cuando un ladrón roba a mano armada, la persona agredida o despojada entiende como una violación a sus pertenencias, mientras que si otra persona se rehusa a pagar al SRI sus tributos, esa institución le puede coaccionar sin contemplación.  Por tanto, el poder está en las instituciones que hacen los hombres, entendiendo que las personas son pasajeras.

Por tanto y hasta este punto, es entendible que la gente, prefiera principalmente el poder y esto se puede ejemplificar desde la familia, una empresa o ciudad.

En la familia, así como en las empresas, el ejercicio de poder está en quien o quienes pueden premiar, bonificar y castigar a otro, por cualquier desempeño subestándar o no tolerado por las propias reglas convencionales.

El poder es algo tan complejo y genera adicción, y no se asusten cuando vean ex presidentes o ex dictadores estando siempre en plataformas de comunicación, intentando exponer sus ideales a la comunidad para mantener viva su cuota de interacción basada en el poder. Por tanto, para esas personas, ceder el poder o hacer un acto de sucesión les resulta extremadamente complejo por dos razones, porque no quieren -ceder sus espacios sin los cuales no serían trascendentes- ,o no pueden -porque no generaron la línea de sucesión necesaria para que otros tomen los riesgos, la necesidad y continúen con las líneas de mando.

Lo opuesto al poder podría ser entendido como la libertad en ausencia de coacción, pero esta debe estar tan bien normada, para que la gente entienda con un perfil exacto, cuáles son sus límites, responsabilidades y consecuencias.

Por tanto, el dinero si bien es importante para construir, ampliar, generar (y sólo a propósito resalto los puntos positivos), su acumulación no genera en sí mismo poder.

Si entendemos esa simbiosis desde el núcleo familiar, hasta la escala nacional o regional por ejemplo, entenderemos el porqué existen personas sin poder legítimo de mayorías que quieren coaccionar gobernantes (por la fuerza, extorsión o amenaza), ya que sustentan sus creencias sociales o comunitarias, a veces en su propio imaginario de representar a alguien o a todos, aunque la mayoría ni siquiera está de acuerdo.

Perseguir el poder y querer racionalizarlo sin una vía democrática, sino por la creencia personal de investidura minoritaria, individual o fanática, es absurdo e ilegal.

Finalmente, como individuos es importante entender que las periodicidades de los políticos, no debe afectar el crecimiento económico y social que debería beneficiar a quienes asienten o disienten en una sociedad libre de elegir en mayoría. (O)

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