En los últimos meses, América Latina ha sido testigo del movimiento del péndulo político hacia la izquierda ideológica. El pasado fin de semana, el turno le tocó a Brasil, que ha elegido a un político quien pese a estar cuestionado por casos de corrupción durante sus anteriores administraciones, ha logrado volver al poder en la economía más grande del continente.
A diferencia de Europa y/o el continente norteamericano, Sudamérica se caracteriza por las grandes brechas socioeconómicas y educativas que polarizan a sus poblaciones. Sin quitar mérito a campañas como las de los presidentes Boric en Chile, Petro en Colombia y da Silva en Brasil, su llegada al poder ciertamente tiene un vínculo con errores cometidos por sus predecesores.
En su libro titulado Cuando los votantes pierden la paciencia, el economista español Rafael Pampillón, afirma que “Los cambios de Gobierno se deben más a errores de anteriores gobernantes que a méritos de los vencedores. Las propuestas de los vencedores por muy novedosas que sean no suelen ser la causa de la victoria”. Esto, ciertamente, es una realidad en la historia reciente de nuestro continente.
Aun cuando los gobiernos de Piñera en Chile, Duque en Colombia y Bolsonaro en Brasil, tuvieron buenas intenciones y aportes a la economía de sus países, los votantes eligieron un cambio de rumbo. La historia se encargará de juzgar a sus gobiernos, pero indubitablemente, la comunicación de sus políticas públicas, logros y resultados no fue eficaz. En política, no solo hay que serlo, sino parecerlo. Es por ello que la comunicación de acciones y éxitos es vital para evitar que el péndulo político oscile a mayor velocidad. Es importante tomar en cuenta que en democracia, el péndulo siempre se moverá y su efecto será saludable, en tanto el interés común sea el conductor de las políticas del gobierno de turno.
Las campañas y gobiernos de la izquierda moderna en nuestro continente basan sus planes de gobierno y regímenes en la justicia social y la redistribución de la riqueza. La inversión pública como principal motor de las economías, también suele formar parte de sus promesas electorales y sus políticas. La derecha, por su lado, aboga por el libre mercado, el incentivo a la inversión privada y la equidad social. Sin perjuicio de las preferencias del votante, el bienestar de los ciudadanos debe regir el accionar de los políticos, por sobre sus intereses personales.
Lo cierto es que en democracia se admite la variedad y la crítica, por lo cual es indispensable entender que las redes sociales son armas de doble filo que deben ser utilizadas [responsablemente] no solo durante las campañas políticas sino también durante los periodos de gobernación.
En el caso ecuatoriano, el péndulo se encuentra en la derecha y es difícil predecir si en las siguientes elecciones presidenciales cambiará su rumbo. Sin embargo, los resultados de las elecciones seccionales serán un buen indicador para predecir el futuro. Al margen de lo anterior, la administración Lasso tiene dos años para continuar con la implementación de su plan de gobierno y para mejorar la comunicación. Aún si el presidente Lasso no opta por la reelección, el regreso de la izquierda dependerá no solo de las propuestas de campaña de los próximos aspirantes al cargo, sino también de los resultados del actual gobierno, y sobre todo de la percepción que los votantes tengan del actual gobierno. (O)