Hoy quiero hablarles con total sinceridad, queridos amigos, abriendo mi corazón para contarles algunas verdades, sin adornos ni rodeos. Desde el momento en que puse un pie acá, en los Estados Unidos, hace poco más de un año, descubrí una serie de aspectos que me hicieron reflexionar profundamente. Estaba bien en mi país natal, Ecuador, sí, iba por buen camino, pero ahora me doy cuenta de que podría haber estado mucho mejor. ¿Por qué? Simplemente porque he comprendido que hay elementos de nuestra mentalidad como latinos, en cuanto a valores y crianza, que necesitamos revisar y mejorar. Permítanme compartirlos uno por uno con ustedes, en especial con los emprendedores jóvenes.
Nos guste o no, en el tercer mundo tenemos muchos antivalores que nos impiden crecer y que, lamentablemente, seguimos traspasando a niños, adolescentes y jóvenes. Déjenme ilustrarles. Sé que algunos dirán que quieren cambiar, pero que lo malo está arraigado de tal manera que resulta complicado hacerlo. Muchos de los que vivimos aquí escuchamos la misma historia: "Renzo, tu forma de pensar está cambiando, ¿verdad? Este es el resultado de estar inmersos en un entorno que nos muestra nuevas posibilidades". Es por eso que quiero dejarte algunas lecciones de las que estoy seguro que, si las consideras y aplicas, te van a servir.
Primera: no eres el centro del universo. Crecemos con la idea de que el mundo gira a nuestro alrededor y de que somos lo más importante. Por ejemplo, si enviamos un mensaje, esperamos una respuesta inmediata, o una atención especial para nosotros allá donde vamos, pero las cosas no funcionan así. Aprende a lidiar con el hecho de que la gente te ignorará, no responderá o, la mayoría de las veces, no tendrá el más mínimo interés en lo que ofreces. Ten en cuenta que la atención se gana, no se exige. ¡Así es la vida!
Segunda: aprende a dar y a recibir. Nos han educado de forma que pensamos que nos tienen que dar todo sin esfuerzo y nos quedamos anclados en la idea equivocada de que, por fuerza, debe ser así. Aquí, tienes que entender que debes dar según tus prioridades y aceptar lo que recibes con gratitud y responsabilidad. No todo te lo van a dar gratis y, además, recuerda que lo gratuito rara vez tiene valor.
Tercera: la inversión es clave para el crecimiento. Como emprendedor, la reinversión en tu negocio es fundamental. Del mismo modo, si buscas crecer como individuo, invertir en tu desarrollo personal es esencial. No pierdas el tiempo buscando atajos en el camino hacia el crecimiento y el éxito duradero porque estos no existen. El éxito solo llega con esfuerzo e inversión.
Cuarta: fracasar es una faceta inherente en la experiencia del emprendimiento. A menudo, buscamos resultados instantáneos, cuando la verdad es que el éxito requiere perseverancia y dedicación a lo largo del tiempo. No se puede esperar alcanzar un millón de dólares de la noche a la mañana porque se trata de un proceso gradual y continuo de aprendizaje, adaptación y superación de obstáculos. Asimilar el fracaso y aprender de él es esencial para avanzar hacia nuestros objetivos.
Quinta: las redes sociales no reflejan la verdadera realidad. ¡No te creas todo lo que te muestran! Detrás de esas imágenes aparentemente perfectas se ocultan luchas, fracasos y momentos de tristeza. Es crucial no compararse con lo que se ve en las redes sociales. Debemos aceptar la realidad plenamente, con sus altibajos y desafíos, y recordar que cada uno de nosotros tiene su propio viaje lleno de adversidades y triunfos, más allá de lo que se exhibe en línea.
Sexta: el aburrimiento es un catalizador para el crecimiento personal. En ocasiones, es en los momentos de aburrimiento donde surgen las mejores ideas y oportunidades de crecimiento. No deberíamos temerlo, sería mucho más positivo abrazar esta emoción y verla como una oportunidad para la reflexión y el desarrollo personal porque a través de ella podemos explorar nuestra creatividad, profundizar en nuestros pensamientos y encontrar nuevas formas de expandirnos como individuos.
Séptima: es crucial establecer expectativas realistas. Si vives en un entorno limitado, como por ejemplo un pueblo pequeño, y no has tenido acceso a la educación, no es realista pensar que puedes alcanzar metas extraordinarias súbitamente, de un plumazo. Es fundamental ser honesto contigo mismo y reconocer tus circunstancias y capacidades actuales. Trabaja en función de ellas, estableciendo objetivos alcanzables y trazando un camino gradual hacia el éxito que sea acorde con tu situación y potencial.
¿Por qué comparto todas estas reflexiones? Lo cierto es que, en conciencia, siento la responsabilidad de hacerlo, especialmente con los jóvenes, quienes a menudo están llenos de expectativas poco realistas. Este texto también va dirigido a los padres, a los que animo a educar a sus hijos en una realidad más honesta y práctica. Estoy convencido de que es vital transmitir estas lecciones para que las generaciones futuras estén mejor preparadas para encarar los desafíos del mundo real y cuenten con las capacidades necesarias para construir un futuro mejor con el que logren marcar la diferencia. ¡Vamos…! (O)