La economía ecuatoriana, según proyecciones del BCE, se va a recuperar en 2.8% como crecimiento del PIB respecto del año 2020. Si consideramos que el año anterior el país decreció en 7.8%, aún queda un 5% por recuperar.
No es menos cierto que esta recuperación es positiva, considerando las complejidades que el país ha tenido que enfrentar, siendo la más importante, el congelamiento parcial de las actividades que los ciudadanos han realizado por la pandemia.
El crecimiento esperado tiene como fuentes principales, el mejor precio del petróleo WTI que actualmente se encuentra en 75,3 USD/barril y que para fines de año proyecta estar sobre los 78 USD, el incremento de las importaciones (3.3%) de materias primas y bienes de capital principalmente y el de las exportaciones (2,8%) que como participantes más importantes están la minería metálica y no metálica, productos de exportación tradicional como banano y camarón y también los no tradicionales como cacao, madera de balsa, entre otros. Lo interesante es que gran parte del crecimiento mencionado lo determinan las actividades privadas y eso es un cambio significativo en la estructura económica. La inversión pública y el estado aportan menos en este proceso.
El crecimiento pronosticado del país se basa en los incrementos marginales en los rubros anteriormente mencionados así como la demanda de los hogares (2.1%). También considera el crecimiento de las economías que son nuestros principales socios comerciales (7%) y la estabilidad financiera que otorga el apoyo de los multilaterales en la estabilización del déficit para este año.
¿Cuánto aporta al escenario futuro el hecho de tener un gobierno y un presidente como el actual, cuánto puede impactar en este crecimiento las nuevas formas de gestionar la economía y política nacional?
La respuesta no es sencilla y tampoco la propongo desde un ejercicio de correcciones econométricas detalladas, pero si es evidente que hay variables que, a parte de las ya mencionadas, pueden modificar este crecimiento y las mismas las circunscribo en lo que se conocen como las expectativas de los agentes económicos. En realidad, no es más que la reacción de estos ante una política económica diferente que se presenta con argumentos creíbles.
En estas variables no podemos dejar de incluir el proceso de vacunación que para este efecto no es una variable sanitaria sino una económica. También debemos incorporar los reales cambios que se están produciendo como son: el descenso del riego país, la oferta de créditos a menores tasas de interés, reactivación paulatina de los negocios de ocio, descanso y turismo, la incipiente reactivación de la contratación de personas y la reactivación del sector inmobiliario en Quito y otras ciudades del país y los anuncios para el agro ecuatoriano. No menos importante las expectativas negativas sobre nuestro vecino del sur y el nuevo proceso constituyente en Chile, situaciones que pueden provocar el direccionamiento de capitales a proyectos ecuatorianos.
Todo esto genera una atmósfera favorable que está comenzando a producirse. Pues bien, estas expectativas que tienen los agentes económicos sobre lo que creen que va a pasar en el corto y mediano plazo, provocarán un comportamiento que hará que efectivamente ocurran.
Factores que pueden anular lo anteriormente dicho estarían concentrados en la política: movilizaciones indígenas, proyectos desestabilizadores, acciones de confrontación con el gobierno y bloqueos parlamentarios a iniciativas válidas para apoyar la recuperación nacional.
El Presidente y el gobierno deben estar muy alertas y seguir generando expectativas positivas profundizándolas con gestiones de orden internacional y también con acuerdos locales con los integrantes del mapa político vigente.
Si todo lo dicho ocurre y se puede manejar políticamente los potenciales problemas mitigando el riesgo que existe por la dispersión política y se capturan las oportunidades y el arranque que ha tenido esta nueva era de bienestar nacional, creo que se podrá agregar medio punto adicional a las cifras de crecimiento del PIB y celebrar un cierre del 2021 con un 3.3% en las estadísticas nacionales. (O)