Mijail Gorbachov fue Secretario General del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética y Jefe de Estado de la Unión Soviética de 1985 a 1991. Muchos de sus detractores culpan a sus políticas de haber sido las causales de la disolución de la nación en 15 repúblicas. Sin embargo, algunos lo recordarán por su espíritu innovador y apertura para lograr consensos con Estados Unidos y Europa. En el futuro cercano, el legado del difunto Gorbachov será mejor recordado fuera de Rusia; dentro de ella, se lo tendrá como uno de los causantes del colapso de la Unión Soviética, asociado con las políticas implementadas durante su gobierno.
Para nuestra generación, los términos “glásnost” y “perestroika” no significan mucho. Es importante recordar y entender estas dos políticas, ya que son una muestra de acciones disruptivas que lograron aperturar a una sociedad opacada por pensamientos y posiciones extremas del Partido Comunista. Inclusive, varios de los actuales lideres mundiales pueden referirse a Gorbachov como ejemplo de audacia y coraje para instaurar un nuevo orden que en muchas facetas contradecía a los valores y creencias de su Partido.
Para analizar el legado de Gorbachov, cabe notar que de nada servía modernizar la economía soviética sin hacer avanzar el pensamiento político de una sociedad aislada del mundo durante décadas. El primer pilar que se estableció fue aquel conocido como “perestroika”, que se asocia con la reestructuración del modelo económico. La perestroika pretendía alcanzar una apertura hacia un liberalismo económico, de la mano de un proceso de democratización. El gobierno intentó sustituir el centralismo político-económico por un nuevo modelo disgregado.
El régimen de Gorbachov también lanzó la “glasnost”, que se relacionó con la transparencia y franqueza. El objetivo principal de esta política fue generar discusiones internas, libres y abiertas entre los ciudadanos sobre asuntos políticos y sociales.
Gorbachov, podría haber aplicado su arsenal y poder sobre a las fuerzas de la independencia nacional, en Polonia y otros lugares de Europa Central y en los países bálticos, o al menos intentarlo. Pero no lo hizo. Quería algo más que la violencia y la represión masiva, algo mejor que el gulag. Trató de hacer de su país uno mejor para sus pueblos, más honesto, más abierto, más decente y, por lo tanto, más exitoso según estándares distintos a los de los zares reaccionarios y los comisarios comunistas.
Aún cuando la historia se encargará de juzgar sus acciones y mandatos, estos generalmente fueron dirigidos a lograr el bien común. Entendiendo que éste [bien común] no es exactamente la suma de los bienes individuales, sino el mayor bienestar para el mayor número.
En noviembre de 1985, en la ciudad de Ginebra, el líder soviético se reunió por primera vez con el Presidente estadounidense Ronald Regan. Regan y Gorbachov, lideres del capitalismo y comunismo respectivamente, formaban una pareja con visiones políticas opuestas. Dos lideres que lograron consensos en una serie de cumbres de alto perfil que han sido elogiadas por ayudar a poner fin a la guerra fría. Juntos negociaron un acuerdo histórico en 1987 para desechar misiles nucleares de alcance intermedio.
Ciertamente, Gorbachov marcó una época que se proyectó al mundo y su futuro. Abogó por la paz que al menos en su país lo logró hasta el ascenso de Putin al poder. (O)