“Blitzscaling” es el nombre del método de crecimiento en nuevos emprendimientos que estuvo en boga en los últimos años. La idea detrás era buscar start-ups con modelos de negocio disruptivos y adueñarse de una gran cantidad de clientes de manera rápida, para llegar a una posición competitiva fuerte. Este enfoque permitió que las compañías tecnológicas modernas puedan hacer pérdidas durante años y justificar excelentes perspectivas para sus inversionistas, dado que lo importante era el crecimiento agresivo. No nos olvidemos que compañías como Facebook y Amazon pasaron una gran cantidad de años sin generar ganancias mientras construían una posición de mercado monopólica.
Así tenemos en Latinoamérica el caso de Rappi, representativo de las aplicaciones de delivery que han aparecido en los últimos 10 años como Uber, Bolt y Pedidos Ya. Y estas empresas han llegado a grandes cantidades de clientes: Uber reporta 131 millones de usuarios activos para el 2022 y Rappi reportó presencia en 9 países, con más 100 millones de personas que se han descargado la aplicación y más de 10 millones de usuarios activos mensuales, logrando levantar más de US$ 2000 millones de inversionistas en estos años para seguir creciendo. Sin embargo, a pesar de tener un gran número de clientes, Uber nunca ha hecho ganancias y Rappi tampoco, logrando perder 50 millones en el 2021. Y estamos hablando de empresas que tienen más de 8 años en el mercado.
Por esto es que en los últimos años el concepto del Blitzscaling ha empezado a mostrar problemas, sobre todo en un ambiente de tasas de interés altas como el que vivimos actualmente. Al mantener las tasas de interés bajas por mucho tiempo, las empresas tenían acceso a capital fácilmente, con lo que tenían tranquilidad para enfocarse en su crecimiento. Y con esto, los fondos de riesgo (venture capital) no se quedaron solamente en empresas comercialmente viables, sino que se empezaron a ver proyectos altamente especulativos como viajes espaciales, metaversos y criptomonedas. Pero todo esto cambia cuando empiezan a subir las tasas de interés. Las tasas altas reducen el valor de las acciones y dificultan el levantamiento de capital fresco, además de enfriar a los consumidores, que dejan de consumir ante las perspectivas de un freno en la economía. Se revienta la burbuja.
Y esto no solo afecta a las empresas en crecimiento, sino también a las empresas tecnológicas maduras. En los últimos 6 meses, Amazon ha despedido a 27,000 trabajadores y Facebook ha recortado 21,000 plazas de empleo, sumado a que las acciones de Meta estuvieron en su cotización más baja de los últimos años, producto también de sus problemas con el iPhone y los malos resultados de sus absurdas inversiones en el metaverso. El caso de Twitter es emblemático: Elon Musk compró esta empresa en el mes de octubre en US$ 44 mil millones y hace poco dijo que seguramente la empresa hoy valía menos de la mitad. Y esto después de botar a más de 9,000 trabajadores, más del 50% del número de trabajadores que había antes de que Musk tomara el control. Bien dijo Warren Buffett: “Las tasas de interés son para el valor de los activos lo mismo que la gravedad".
Es que en un ambiente de tasas altas a las empresas se les exigen la generación de resultados. De hecho, Uber ya pasó por una reestructuración y han aparecido voces que demandan una reestructuración de Rappi también, dado que en el nuevo entorno existen dudas sobre si su modelo de negocios algún día podrá generar rentabilidad. Especialmente en el sector de restaurantes crece el escepticismo sobre las aplicaciones, dado que cobran comisiones entre el 20% y 40% por hacer algo que básicamente se puede hacer por Whatsapp o por una aplicación propia, como ordenar y rastrear el pedido.
En conclusión, esta época de tasas altas deja un mensaje para los inversionistas de riesgo: los tiempos en que las empresas podían hacer pérdidas por muchos años se acabaron. Es hora de ver esas ganancias. (O)