El mundo actual se encuentra cada vez más impulsado por la búsqueda de la inmediatez y el éxito económico; una de sus manifestaciones se encuentra en la noción de "dinero fácil", que atrae la atención de no pocas personas. La promesa de ganancias rápidas y sin esfuerzo embelesa a quienes anhelan mejorar su situación económica sin las tradicionales barreras del trabajo arduo. A esto contribuyen los anuncios llamativos y testimonios tentadores. Pero el deseo de obtener ingresos sin esfuerzo trae consecuencias que afectan no solo a los individuos, sino también a la sociedad en su conjunto
El concepto de dinero fácil se refiere a la obtención de dinero con poco esfuerzo, a menudo a través de prácticas financieras especulativas. Pero también se trata de la búsqueda de dinero mediante formas ilegales, ilícitas, reñidas con la ética, que dislocan la sana convivencia y alteran los procesos normales que deben imperar en las actividades de todo orden.
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Las primeras -prácticas financieras especulativas- incluyen los incentivos al endeudamiento de las personas durante los períodos de tasas de interés muy bajas. El resultado inmediato es la especulación y la búsqueda de inversiones rápidas, sin el conocimiento suficiente para la participación en el mercado financiero. Se encuentra también la promoción de productos que prometen altos rendimientos que realizan las instituciones financieras con el fin de atraer inversores sin experiencia. Estas prácticas pueden desestabilizar los mercados financieros.
Las consecuencias de ceder al atractivo de este tipo de dinero fácil se encuentran en la deuda que asumen las personas, por encima de sus capacidades, con el peligro de llegar a la insolvencia.
Por otra parte, se puede establecer una relación de causa y efecto entre el dinero fácil y la corrupción, en varios aspectos. Ante la posibilidad de obtener ganancias rápidas, facilitada por sistemas financieros poco regulados, sin supervisión efectiva, se incentiva la práctica de actividades ilegales, como sobornos o fraudes, para acceder a esos recursos de manera más fácil. Asimismo, las personas en posición de poder pueden aprovecharse de su influencia para obtener beneficios personales, perpetuando la corrupción.
La percepción de que el dinero fácil está asociado a la corrupción puede socavar la confianza pública en las instituciones, lo que a su vez puede desincentivar la inversión y el desarrollo económico. La normalización de prácticas corruptas puede llevar a un ciclo donde la corrupción se convierte en una forma aceptada de hacer negocios, dificultando la aplicación de leyes y regulaciones.
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La corrupción se ha enquistado en muchos de los sectores de la institucionalidad del país, de la prestación de servicios, del uso de recursos públicos, de la producción e intercambio, entre otros. En los medios cuya capacidad de acceso a la toma de decisiones es nula, la corrupción se ha transformado en una estrategia de supervivencia traducida en ingeniosas formas de aumento de ingresos mediante fraudes, embustes, timos, estafas, argucias y hasta comisiones, que adquieren nombres emblemáticos en los diferentes países. Estos métodos van adquiriendo una tácita aceptación de la sociedad en la medida que facilitan la obtención de resultados rápidos en las diversas gestiones y actividades de todo orden. Y en los estratos que acceden a las decisiones públicas del uso de recursos el dinero fácil adquiere connotaciones superlativas.
Los recursos obtenidos a través de medios corruptos a menudo se reinvierten en más corrupción, creando un ciclo vicioso que perpetúa la ineficiencia y la falta de ética en el sistema. En fin, la corrupción alimentada por el dinero fácil puede resultar en la malversación de fondos públicos, afectando servicios esenciales y el bienestar general de la sociedad.
La búsqueda de dinero fácil puede fomentar un entorno donde la corrupción prospera, y, a su vez, la corrupción puede exacerbar la búsqueda de dinero fácil, creando un ciclo perjudicial para la economía y la sociedad. (O)