En el mundo del arte, hay obras que trascienden la simple representación visual y nos invitan a cuestionar la realidad misma. Una de estas obras forma parte de la colección La traición de las imágenes del pintor surrealista René Magritte. Muestra una pipa acompañada de la inscripción: Ceci n'est pas une pipe (Esto no es una pipa, en castellano). Aunque parece contradictorio, Magritte nos plantea una verdad profunda: el cuadro no es una pipa en sí misma, sino la representación artística de una pipa.
Al enfrentarnos a esta pintura, nos damos cuenta de cómo nuestra percepción puede ser engañosa. Cada persona puede interpretarla de manera diferente, e incluso algunos podrían ver algo totalmente distinto a una pipa. Esta ambigüedad nos lleva a reflexionar sobre la naturaleza de la realidad y las múltiples interpretaciones que podemos darle. Es decir, realizamos el objetivo del arte en sí, que se conoce también como dar nuestro sentido a la realidad.
De manera similar, los abogados enfrentamos constantemente nuevos desafíos legales que requieren una visión más allá de lo aparente. Cada norma, caso, litigio o contrato presenta una realidad compleja y única. La habilidad de un abogado para analizar cada situación desde múltiples perspectivas es esencial para brindar las alternativas y soluciones más favorables para quienes representemos.
La educación jurídica, el conocimiento profundo de la historia del derecho, la filosofía y los grandes principios legales proporcionan a los abogados una caja de herramientas invaluable. Pero no es suficiente, ya que el abogado además de contar con una sólida base intelectual también debe aprender y poner en práctica su inteligencia emocional, ya que nuestro arte radica también en lidiar con personas. Al igual que Magritte nos insta a cuestionarnos por qué no es una pipa, los abogados deben mirar más allá de lo aparente y buscar soluciones innovadoras para ofrecer las mejores alternativas, desde su dimensión conceptual y emocional.
El derecho no se limita a aplicar ciegamente las normas existentes, sino a entenderlas, razonarlas y complementar el derecho positivo con los principios del derecho, jurisprudencia, doctrina e incluso entender las costumbres sociales. Las sentencias relevantes así como los cambios normativos de trascendencia generacional han surgido de la capacidad de un abogado para ir más allá de lo evidente, usar su conocimiento como su intuición, de manera que la salida a un problema jurídico sea producto de un verdadero ejercicio de maestría. No obstante, en las contadas ocasiones en que esas soluciones dejan huella, también se añade la simbiosis social que realmente genera un cambio positivo para la sociedad. Es en este proceso de análisis donde el derecho se convierte en un arte en sí mismo.
En conclusión, la obra de Magritte nos recuerda que la realidad puede ser una ilusión con varias interpretaciones, y si pretendemos establecer la visión del derecho, deber ser aquella herramienta que a través de nuestra artesanía permita a los abogados dar la representación más cercana a la justicia, especialmente cuando no sea evidente a simple vista. (O)