Forbes Ecuador
Dolar y petroleo
Columnistas

El crudo de la dolarización: 25 años de petróleo como motor de estabilidad en Ecuador

Nelson Baldeon

Share

La dolarización no es un fin en sí mismo, sino una herramienta que debe ser respaldada por políticas coherentes y visión estratégica. El desafío para los próximos 25 años será garantizar que el sistema siga siendo viable en un contexto global cambiante, donde el petróleo dejará de ser el motor principal de la economía.

14 Febrero de 2025 14.30

El 9 de enero del año 2000, el Ecuador marcó un hito económico con la adopción del dólar estadounidense como moneda oficial. La dolarización fue una respuesta urgente a una crisis económica devastadora caracterizada por la devaluación del sucre, la hiperinflación y el colapso del sistema bancario. A 25 años de su implementación, el sistema dolarizado ha demostrado ser una herramienta eficaz para estabilizar la economía, pero no sin desafíos. Entre los factores que han permitido su sostenimiento, el petróleo destaca como un pilar fundamental, generando los dólares necesarios para alimentar la liquidez interna y financiar el gasto público.

Sin embargo, este aniversario también invita a reflexionar sobre las lecciones aprendidas y los retos pendientes, desde la dependencia del petróleo hasta la necesidad de una mayor disciplina fiscal y diversificación económica.

Tal vez te puede interesar: La reconfiguración de las cadenas globales de suministro energético y el papel de Ecuador

 El contexto inicial: una economía en crisis 

A finales de la década de 1990, Ecuador enfrentaba una tormenta perfecta: la crisis bancaria, los efectos del fenómeno de El Niño en la agricultura y la caída de los precios del petróleo. Entre 1999 y enero del 2000, el sucre perdió un 300% de su valor, pasando de 7.000 a 25.000 por dólar. En este escenario, la dolarización se presentó como una medida extrema, pero necesaria, para estabilizar una economía al borde del colapso.

El impacto inicial de esta transición fue doloroso. La pérdida de autonomía monetaria y la necesidad de operar exclusivamente en dólares provocaron una contracción económica inicial, aumento del desempleo y mayor desigualdad. Sin embargo, también se generó un efecto positivo: una rápida reducción de la inflación, que pasó de más del 60% en 1999 a cifras de un solo dígito en los años posteriores, devolviendo confianza a los consumidores y a los mercados financieros.

 El petróleo: el motor de la dolarización

Desde el inicio de la dolarización, el petróleo ha sido crucial para garantizar la estabilidad del sistema. Como principal producto de exportación del Ecuador, el petróleo ha generado la mayor parte de los ingresos en dólares que sostienen la economía. Entre 2000 y 2014, los precios internacionales del crudo experimentaron un auge sin precedentes, llegando a superar los $100 por barril en varios años. Este periodo permitió al país financiar su gasto público, reducir la pobreza y mantener un crecimiento económico sostenido, con un aumento promedio del PIB del 3.4%, según datos del Banco Central. 

Además, proyectos clave como el bloque ITT (Ishpingo, Tambococha y Tiputini) han ampliado la capacidad productiva del país, con un promedio de producción de 500.000 barriles diarios. Sin embargo, las fluctuaciones internacionales del precio del crudo han evidenciado la vulnerabilidad del Ecuador ante factores externos. La caída de los precios en 2014 y el impacto de la pandemia en 2020 demostraron que, sin diversificación económica, el sistema dolarizado enfrenta riesgos estructurales significativos.

Lee también: La realidad del campo Sacha: ¿Realmente la joya de la corona?

Beneficios y desafíos de la dolarización 

A lo largo de estos 25 años, la dolarización ha transformado la economía ecuatoriana. Por un lado, ha reducido la volatilidad cambiaria y ha brindado estabilidad macroeconómica, aspectos clave para la atracción de inversión extranjera. Por otro, ha limitado la capacidad del gobierno de implementar políticas monetarias, dejando al país vulnerable a choques externos y dependiente de ingresos en dólares provenientes del petróleo, las exportaciones no petroleras y las remesas.

 Además, la falta de disciplina fiscal ha sido un talón de Aquiles para el modelo dolarizado. En los años de bonanza petrolera, los gobiernos ecuatorianos aumentaron el gasto público en lugar de priorizar el ahorro. Como resultado, el país enfrenta actualmente un déficit fiscal significativo, que amenaza la sostenibilidad de la dolarización si no se toman medidas correctivas.

Migración y remesas: un apoyo adicional 

Un elemento menos discutido, pero igualmente relevante, ha sido el papel de la migración ecuatoriana y las remesas. Desde la crisis de 1999, millones de ecuatorianos han emigrado a países como Estados Unidos y España, enviando remesas que representan una fuente constante de dólares para la economía. Estas divisas han ayudado a aliviar la presión en la balanza de pagos y han contribuido al consumo interno, aunque no sustituyen la necesidad de ingresos sostenibles generados localmente.

El futuro del petróleo en una economía dolarizada

 A medida que el mundo avanza hacia la transición energética, el rol del petróleo en la economía ecuatoriana enfrenta grandes desafíos. La descarbonización y los compromisos globales para reducir las emisiones de carbono podrían limitar el desarrollo de nuevos proyectos petroleros en el mediano plazo. En este contexto, Ecuador debe acelerar sus esfuerzos por diversificar su economía, fomentando sectores como la agricultura, el turismo y la tecnología, que puedan generar ingresos en dólares de manera sostenible.

Asimismo, el país necesita implementar políticas públicas que garanticen una mayor eficiencia en la explotación petrolera, inviertan en energías renovables y promuevan la transparencia en la gestión de recursos. De igual manera, la disciplina fiscal será esencial para reducir el déficit, acumular reservas internacionales y mantener la confianza en el sistema dolarizado.

Conclusión: 25 años de lecciones y retos

El petróleo ha sido el "crudo" que ha alimentado la estabilidad de la dolarización durante los últimos 25 años. Sin embargo, depender exclusivamente de este recurso plantea riesgos significativos en un mundo cada vez más enfocado en la sostenibilidad. El Ecuador tiene la oportunidad de construir un modelo económico más resiliente, basado en la diversificación y el manejo fiscal responsable.

A medida que se celebra este aniversario, queda claro que la dolarización no es un fin en sí mismo, sino una herramienta que debe ser respaldada por políticas coherentes y visión estratégica. El desafío para los próximos 25 años será garantizar que el sistema siga siendo viable en un contexto global cambiante, donde el petróleo dejará de ser el motor principal de la economía. (O)

10