No tenemos que mirar más allá del beso no consensuado de Luis Rubiales a Jenni Hermoso para comprender cuánto queda por hacer para convocar a la conciencia y la comprensión del consentimiento afirmativo, también conocido como el sí es sí.
El sí es sí representa un importante cambio en la estructura de derechos y obligaciones. El consentimiento afirmativo define la anuencia real como un acuerdo claro, inequívoco, voluntario y continuo para participar en una actividad sexual. Ambas partes deben aceptar el contacto sexual verbalmente o mediante señales no verbales claras. No contar con ello significa un delito grave de agresión sexual o violación.
El cambio hacia el consentimiento afirmativo es el resultado de la injusticia e ineficacia jurídica y procesal que históricamente ha sido el estándar para identificar y evaluar casos de agresión sexual y violación: la ausencia del no, en el cual el silencio o la falta de resistencia o rechazo indican consentimiento. Si no hay un no es consensual. En consecuencia, el consentimiento ha sido definido por el momento en que se inhabilita, lo que ha permitido que el consentimiento sea considerado presente en circunstancias que incluyen intoxicación, inconsciencia, coerción y abuso de poder. Esta definición constituye nada menos que otra forma de violencia institucionalizada contra la mujer, avalada por la sociedad.
Aunque capaz de convocar controversia y burla en la actualidad, el consentimiento afirmativo no es nuevo y tiene raíces históricas en la educación superior de los Estados Unidos. En 1991, en respuesta a casos de violación en el campus, un grupo feminista del Antioch College de Ohio emprendió una campaña para poner fin a la violencia sexual. Esta institución se convirtió en la primera en desarrollar una política universitaria y sistema disciplinario que exigen el consentimiento verbal continuo durante los encuentros sexuales. Décadas después, instituciones de educación superior de todo el país han adoptado políticas de consentimiento afirmativo.
Pero hay más que considerar: ¿qué pasa si incluso el sí… es un no? Esta pregunta se sumerge en las circunstancias y presiones contextuales que invalidan el supuesto consentimiento de una mujer. El sí es sí no necesariamente contempla todas las complejidades y diferencias estructurales de genero involucradas en el consentimiento. Tanto en el ámbito público como el privado, el hombre ocupa posiciones de privilegio y poder social, económico y legal sobre la mujer y, en consecuencia, está en una posición de amenazarla y negarla importantes beneficios y acceso, como los de carácter económico y familiar.
Históricamente, el contrato matrimonial ha considerado a las mujeres como propiedad del hombre y ha convocado la obligación del acceso sexual. Las amenazas explícitas e implícitas y cómo se asimilan en la psique y estructura de la relación hacen que el concepto de consentimiento pierda significado. Las presiones económicas y otras acciones coercitivas que ejerce el hombre son incompatibles con el consentimiento. Con una interacción tan compleja de variables, que a menudo tienen efectos latentes en la víctima, ¿cómo hay una expresión real de los deseos de una persona incluso si hubo acciones y palabras? ¿Cómo podemos entender el consentimiento como real si está arraigado en patrones de comportamiento distorsionados por un contexto de poder masculino? El hombre ha sido condicionado durante mucho tiempo a decidir lo que quiere una mujer, a ser la percepción válida que determina sus deseos. La soberanía corporal de la mujer es un requisito del consentimiento afirmativo, pero la subordinación de la mujer la priva de este derecho y contradice directamente el significado del consentimiento.
El consentimiento afirmativo proporciona un medio de justicia y recurso a las mujeres. Desplaza la responsabilidad de la víctima, obligada a demostrar resistencia, al perpetrador, obligado a demostrar un consentimiento claro de sí. Poner fin a la violencia sexual a través de la comunicación también ayuda en la creación de culturas de respeto y cambios de paradigma dentro de la sociedad. La importancia del consentimiento afirmativo también radica en las preguntas que aún necesitan respuestas, cuya búsqueda ayuda a desenterrar causas estructurales, crear conciencia e impulsar las voces de acción. (O)