El 13 de enero de 1999, Hae Min Lee, una estudiante de secundaria de origen coreano, desapareció de forma repentina en Baltimore, Maryland. Dos semanas después se descubrió que su cuerpo había sido enterrado en una fosa de poca profundidad. Hae Min Lee murió estrangulada. Las sospechas recayeron inmediatamente en su exnovio Adnan Syed, un joven de origen pakistaní al que se acusó con pruebas circunstanciales y con un claro componente de xenofobia flotando sobre su caso, para condenarlo a cadena perpetua por más 30 años.
23 años después de haber pasado en prisión, Adnan Syed ha sido liberado por decisión de la jueza de Baltimore, Melissa Phinn, quien anuló su condena y ordenó un nuevo juicio en el que se incorporarán las pruebas que podrían exculpar a Syed del crimen y que en su momento fueron ocultadas por los policías que investigaron el caso.
Syed, que en la actualidad tiene 41 años, ha sido liberado, pero permanecerá en prisión domiciliaria hasta que se realice el nuevo juicio que sus abogados habían solicitado todos estos años y que el Estado de Maryland se negaba obstinadamente a concederle.
¿Pero qué es lo que cambió el curso de esta historia hasta lograr la liberación de una persona que siempre afirmó ser inocente y que había pasado más de dos décadas en prisión?
En el año 2014, Serial, un poadcast de periodismo investigativo se involucró en esta extraña historia que presentaba enormes vacíos e incongruencias entre la acusación formulada por los fiscales y las pruebas que sostenían tal acusación. La teoría del caso decía que Syed había estrangulado a Lee por cuestiones de celos y con la ayuda de un amigo enterró su cuerpo en las afueras de Baltimore. Sin embargo, el poadcast de Serial sembró las dudas que envolvían a este caso. Los episodios del programa se descargaron más de 340 millones de veces. Los descubrimientos que arrojaban las nuevas investigaciones generaron el interés de HBO que en 2019 produjo la serie documental sobre la historia de Adnan Syed.
En 2019, gracias a la tenacidad de los abogados de Syed, una fiscal del Estado de Baltimore, que estudió a profundidad los expedientes, dijo que no tenía confianza en la integridad de la condena, pues en las nuevas investigaciones se había descubierto a dos sospechosos potenciales, ninguno señalado o imputado en las investigaciones de la policía a pesar de que sus agentes conocían de su existencia y sabían perfectamente que esas dos personas, cuya identidad se mantiene aún en secreto, tenían un movil para matar a Lee. De hecho, uno de ellos la había amenazado con asesinarla unos meses antes, pero, además, se revelaba en 2022 que el automóvil de la víctima después del crimen fue descubierto por la policía detrás de la casa de uno de estos sospechosos que habían quedado en absoluta impunidad tras la detención y acusación de Syed.
Por el caso del ecuatoriano Nelson Serrano ya sabemos que la justicia en Estados Unidos, en especial en ciertos Estados, adolece de los mismos vicios de corrupción y podredumbre que se señalan y remarcan siempre en una sola vía hacia nuestras naciones.
El caso de Adnan Syed cobra ahora más importancia para los otros casos de injusticia, ocultamiento de pruebas y testigos, manipulación de evidencias y corrupción policial y fiscal como el de Nelson Serrano en el que los abogados cuentan con trece nuevas pruebas que lo exculpan de los crímenes de Bartow y que, a la vez, inculpan a otras personas con nombres y apellidos en los asesinatos de Erie Manufacturing en diciembre de 1993.
La diferencia entre el caso Syed y el caso Serrano, es que en Baltimore una fiscal y una jueza comprendieron que el propio Estado, sus policías y los fiscales estaban envueltos en una trama de corrupción y ellas podían hacer justicia anulando el proceso anterior, liberando a Syed y convocando a un nuevo juicio para revisar estas evidencias.
Lo contrario sucede en Florida, y más concretamente en Bartow, donde todos los involucrados se protegen entre sí. Ellos saben que Nelson Serrano tiene las evidencias para salir libre y por esa razón han detenido de forma ilegal sus recursos. Ellos saben que además de haber ocultado testigos, armas, huellas de ADN, información y nombres de presuntos asesinos intelectuales y materiales, también un fiscal y un policía estadounidenses están involucrados en el secuestro y traslado ilegal de Serrano desde Quito hasta Miami en 2002.
Ellos saben y por eso temen que este caso sea revisado.
Finalmente, el mensaje para los familiares de las víctimas de estos procesos salpicados por corrupción fiscal y policial, es que, a pesar de lo que les han dicho, a pesar de lo que han pensado todos estos años, nunca se hizo justicia cuando alguien como Syed o como Serrano fueron acusados y sentenciados, pues la policía y los fiscales solo ocultaron la verdad y los autores reales, los verdaderos asesinos, aún están sueltos.
A los responsables de los crímenes de sus hijos, de sus hermanos, de sus padres, solo se los descubrirá cuando se efectúe un nuevo juicio y salgan a la luz todos los nombres ocultos y todas las pruebas fraguadas y enterradas por los policías y fiscales en los que los familiares confiaron. (O)