El escritor Eckhart Tolle en su libro ¨La Nueva Tierra¨ nos habla de dos movimientos: el de expansión, que empieza con el abandono de nuestra fuente y nuestro nacimiento, seguido por el crecimiento físico, el aprendizaje, el desarrollo de nuestras actividades, de nuestra personalidad, de la identidad, posesiones y experiencias. ¨Es la etapa en la cual nuestro interés primordial es hallar y perseguir nuestro propósito externo¨
El segundo movimiento es el que Tolle denomina el de retorno. El camino de regreso a nuestro verdadero hogar. ¨La disolución de la forma¨ lo llama este pensador. Estos dos movimientos van acompañados de un propósito interno y otro externo y esto se refleja en el propio universo y claramente en los ciclos de vida de cada ser humano.
Leer sobre estos conceptos me llevó a reflexionar sobre el momento en que acaba el movimiento de crecimiento e inicia el de regreso. ¿Dónde está el punto de quiebre entre el ir y el empezar a regresar? Algo quizá muy individual y subjetivo en cada vida y difícil de determinar. Pero para ciertas personas ese sendero de vuelta a casa se anticipa. Como lo ha sido para Paola Roldán, quien, invadida por la feroz ELA, ha tenido que emprender ese recorrido cuando pensaba que el florecimiento de su vida estaba en su plenitud.
El movimiento de expansión de Paola fue lleno de vicisitudes, aventuras, luces y sombras, como la de la mayoría de las personas. Siempre con inquietudes, ganas de crecer y con consciencia sobre el mundo que la rodeaba y lo que podía hacer por él. Su movimiento de retorno inesperado evidentemente ha sido doloroso, porque le puso una fecha de caducidad a su existencia en este plano, le planteó incógnitas sobre el futuro de su hijo y un millón más de conmociones. Sin embargo, lejos de caer en la angustia y depresión y quedarse ahí atrapada, como a la mayoría de las personas en su situación nos hubiera sucedido, inició un desplazamiento hacia adentro, muy profundo e intenso, que redundó en consecuencias poderosas hacia afuera, para sí misma y para muchos más.
Esta travesía la llevó a cuestionarse casi todo lo que había aprendido. A retirarse capas, eliminar roles y etiquetas autoimpuestas y establecidas por la sociedad. Fue un periplo gradual forzado por las circunstancias, pero elegido por la sabiduría de su alma. Se confrontó profundamente con su pasado, mirando lo real y lo trivial. Encaró frontalmente el presente. Se entendió, lloró y se iluminó. Pocos podrían resistir este auto escrutinio sin perder la razón, pero Paola encontró la fuerza de su espíritu para vivir todo lo que le fuere posible e intentar además obtener el derecho para ella y otros, a dejar este mundo de una forma menos dolorosa, si eso es posible. Derecho que ha sido conseguido en días recientes, lo que probablemente sea su última gran contienda en el ámbito terrenal.
Ahora vendrá el resto del movimiento del retorno, senda que estoy seguro la recorrerá con la misma sabiduría. Los legados que nos deja son incontables. Demuestra cada día lo que significa el enfoque, aun en las circunstancias más difíciles. Su padre seguro se verá reflejado en ella con esta cualidad. Nos enseña con su ejemplo, que sin apenas movimientos se puede lograr metas fabulosas como escribir un libro y contar con honestidad su recorrido, sus más profundos deseos y pesares o dar una ardua batalla legal. Nos hace recordar que no somos solo este cuerpo físico sino mucho más. Pasión, corazón, mente y sobre todo un alma que marca nuestro destino, a pesar de los avatares del camino.
Paola, hace de la compasión consigo misma, con sus seres queridos, con quienes sufren como ella y aun con sus detractores, un verdadero símbolo que recordaremos toda nuestra vida. Su familia a su lado con fortaleza y solidaridad son muestra del amor divino. Su hijo hoy pequeño sube sobre su madre, juega, la besa y ríe, mientras ella lo mira con infinito cariño. Los demás la acompañamos desde lejos en momentos, de cerca cuando es posible. En ocasiones en silencio. A veces tenemos largas conversaciones que nos hacen llorar.
Cuando Paola no esté la vamos a extrañar, pero hoy le puedo decir: Maravillosa justa la que llevas a cabo en esta tierra, Guerrera de la Luz. Y para cuando llegue el momento de regresar, te deseo buen viento y buena mar, en la siguiente fase de tu andar. (O)