El arte de desconectar para reconectar con la vida
Explorar para vivir más allá de lo urgente

La vorágine del mundo actual se desarrolla entre reuniones interminables, correos electrónicos que no cesan y avalanchas de cliks, likes, tuits y tik toks, todos en busca de productividad y crecimiento. Al parecer, el único dios venerado es el que hace subir y subir sin descanso, nadie está por la esencia, ni por preguntarse lo fundamental: ¿qué tan bien vivimos cuando estamos siempre ocupados? 

Más allá de los balances financieros y los logros profesionales, existe un universo que palpita esperando ser redescubierto y ese es, el arte de la pausa y el equilibrio, al que solo se puede llegar cuando, una vez cubierto lo básico, se encuentra la punta del ovillo y se lo desenreda con paciencia.

Cuando se habla de arte, para nosotros los taurómacos, es fácil entender que es la belleza natural expresada por un alma serena frente a un problema salvaje que, por infortunio o negligencia, puede causar la muerte, para otros, el arte es como un soplo o una iluminación que los lleva al trance creativo, como el que generaban, en siglos pasados y gloriosos, el ajenjo y las tuyonas del Absenta. 

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Otros como Henri de Tolouse-Lautrec lo conjeturan como un elemento emocional y sensorial que no necesita ser verbalizado: "el arte como la mierda, se huele, pero no se explica", sin duda es una provocación y una celebración al mismo tiempo, un recordatorio de que el arte como la vida misma, no necesita de explicaciones, ni justificaciones.

Filósofos como Epicuro nos recuerdan siempre que la felicidad no está en la acumulación de riquezas, sino en el disfrute de las pequeñas cosas, el dinero tranquiliza los nervios, es verdad, pero la acumulación es un morbo que solo produce problemas mentales de obsesión que afecta a pobres y ricos, simplemente terminan pensando siempre en lo mismo, el dinero. Porque hay o porque no hay...

Un paseo descalzo sobre el césped, un descanso bajo la sombra de un árbol (siempre y cuando no llueva porque le puede partir un rayo), un café compartido con un amigo o la lectura de un libro olvidado en la estantería, pueden ser actos de resistencia ante un mundo que insiste en la velocidad.

Para los empresarios modernos, el tiempo libre no debería ser visto como una pérdida, sino como una inversión, las mentes más creativas suelen encontrar sus mejores ideas durante momentos de relajación, mientras caminan, cocinan o simplemente miran el horizonte desde un balcón con vista al mar, pensando sin propósito definido, verbigracia escribo estas letras, en el campo, admirando sinfín la estampa de un semental y sus vacas, el toro disfruta "en familia" porque en su día, fue indultado por bravo y noble. Es en ese "vacío o soledad" aparentes donde florecen las ideas - y en el caso de los que tienen talento, que no es el mío- el ingenio.

Pensemos en el empresario o en quien busca trabajo, tras una jornada intensa, decide sumergirse en el flamenco o la música clásica o talvez, aprender a preparar salmón o un risotto perfecto, o quizá explorar las fotografías impresas y "antiguas" con los viejos o los niños de la casa, esas son cosas que no solo nutren el alma, sino también ofrecen perspectivas frescas que, muchas veces, terminan aplicándose en la azarosa vida real.

A veces siento que, para muchos, es una necesidad imperiosa buscar el oasis de la conexión humana y eso se puede conseguir en una comida sin teléfonos, desconectados, escuchando, aprendiendo, conversando y creando recuerdos que son los insumos de una vida plena.

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El poeta John Keats uno de los principales del romanticismo inglés, describía la belleza como "la verdad que permanece", y tal vez en la búsqueda de momentos auténticos, en una conversación genuina, en una risa espontánea o el simple acto de contemplar una puesta de sol, encontremos la clave para equilibrar nuestras vidas, lo cual no quiere decir que abandonemos las luchas por la transparencia, en contra de los vivos y avivatos que inundan nuestros campos, pueblos y ciudades, disfrazados de políticos, asesores y máximas autoridades.

Si usted, amable lector, tiene la oportunidad de desconectarse, hágalo, disfrute de la contemplación y el silencio, no para escapar del trabajo, la caótica rutina, los problemas o las campañas, sino para reconectar consigo mismo y redefinir prioridades, porque el mejor negocio que podemos cerrar en la vida, la mejor lucha que podemos librar, es nuestra propia plenitud, al fin y al cabo, somos la persona más importante de nuestra vida y lo que verdaderamente le da sentido a la existencia humana, no es cuánto acumulamos, sino cuánto disfrutamos el camino, eso es lo que se llama transformar lo ordinario en extraordinario. 

Repito, hágalo y verá... (O)