El amor es un milagro
El amor produce, aunque sea por momentos y mediante engaños, lo más parecido a un milagro que hay en la naturaleza. Hoy todas las demás cosas que suceden no son tan milagrosas en general y los fenómenos relacionados con el amor dependen mucho de la ineptitud de nuestras percepciones. Sin embargo, estamos buscando que ese milagro suceda constantemente. A pesar de todo, el amor es una buena noticia.

La amistad no necesita frecuencia, el amor sí. El amor está lleno de ansiedades, de dudas, un día de ausencia puede ser terrible, decía Borges. Pero para que esto ocurra, antes tienen que suceder muchísimos milagros. 

Sin lugar a ninguna duda, el amor es el más grande de los milagros cuando sucede. No me refiero a que amar es un milagro extraño. Todo lo contrario, enamorarse es sencillo, sobre todo la gente sensible se pasa enamorando todo el tiempo. Desde que tengo memoria he tenido novia. Y, casi desde la misma época, exnovia también. Son las coincidencias las que van a determinar el destino de todo enamorado. En tono de canción de Fernando Delgadillo: “coincidencias tan extrañas de la vida, tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio… y coincidir”. 

El amor nunca sucede por generación espontánea, aunque parezca que es así. Decirlo así parece sencillo, pero para que ocurra tuvieron que haber pasado una serie de cosas muy complejas. Si no fuera complejo, también sería muy aburrido. Alguien decía que la suerte está en coincidir, la magia está en conectar y la fortuna está en cuidarse y quererse bien. Por eso, enamorarse es casi un prodigio. Muchas cosas encadenadas deben ocurrir y, además, es preciso que sucedan de un modo correcto y sincronizado. Desde el momento en que una persona nace hasta el momento en que ocurre el milagro del primer beso, son tantas las cosas que tienen que pasar, tanta la suerte y el azar, que muchas veces parece difícil que pudiera ser posible. 

Muchas veces el amor platónico no tiene eco y enamorarse de Natalie Portman, sin duda, es una opción. Ella no me conoce, yo me muero de amor. Cabe decir que no me hace caso sólo porque aún no sabe quién soy y porque todavía no se dan muchas coincidencias que espero algún día sucedan. Seguro cae rendida, como me pasa a mi por ella. 

Pero volviendo a los milagros, el mayor de ellos debe suceder cuando confluyen muchas cosas: existir, para empezar. Estar en el mismo lugar y, muchas veces, sintonizar de la misma manera. Luego vienen las pequeñas coincidencias: decidir ir a esa fiesta o estar en el mismo colegio o trabajo, que ella esté sin novio, que esté dispuesta a enamorarse sin conflictos sentimentales, que las miradas se crucen en el momento exacto, que nadie se cruce antes y que el destino haga lo suyo, que ella diga sí (a lo que sea: salir, bailar, conversar, una copa). Luego vienen más cosas: un número de teléfono, algunas sonrisas cómplices, la primera salida, que nuestro cerebro esté tan a gusto que segregue torrentes de químicos que droguen el cuerpo, que todo el universo confluya en un primer beso. Es decir, algo milagroso.

Toda aquella magia tiene que suceder sin distracciones ni baches ni excusas, con la serenidad de los milagros cotidianos. El amor no sólo es el de la pareja. Puede ser a los hijos, a una actividad o a cualquier cosa que nos apasione y siempre es hermoso y milagroso. Por eso lo pasamos buscando de manera consciente e inconsciente. Aunque el amor nos trate mal, siempre vale la pena. Creería que es lo único que vale la pena dentro de esta vorágine de sentimientos que se dan en la vida de los hombres (y mujeres).

El amor produce, aunque sea por momentos y mediante engaños, lo más parecido a un milagro que hay en la naturaleza. Hoy todas las demás cosas que suceden no son tan milagrosas en general y los fenómenos relacionados con el amor dependen mucho de la ineptitud de nuestras percepciones. Sin embargo, estamos buscando que ese milagro suceda constantemente. A pesar de todo, el amor es una buena noticia. 

Así las cosas, “nadie escoge su amor, nadie el momento, ni el sitio, ni la edad, ni la persona…”, escribe Pedro Prado. Por eso, enamorarse no es como hacer una selección de personal: profesional, estudios, recursos propios, que tenga 33 años. Sería frívolo y triste que alguien elija de esta manera. ¡Nadie se enamora así! Es como lo describía Cortázar: “[…] como si se pudiere elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio”. Por eso es un momento inesperado, lo más parecido a un milagro y por el cual nos desvivimos cuando sucede de verdad.

El destino es siempre impredecible. El amor es una posibilidad en un millón, así que si le toca a usted… ¡Disfrútelo! (O)