Efecto Barbie
Cada una de nosotras tendrá una historia y un recuerdo que contar al pensar en nuestra Barbie favorita. No polaricemos las opiniones y las tradiciones. Todo fue parte de un contexto en el crecimos y que por suerte este ha evolucionado en pro de la equidad pero que es trabajo de todos que las diferencias se reduzcan y no es solo cuestión de culpar a un juguete.

El estreno de la película Barbie ha causado furor en todo el mundo y Ecuador no es la excepción. Los centros comerciales han montado espacios instagrameables para recrear elementos característicos de esta muñeca. Por ejemplo, la típica caja rosada o su clásico auto convertible. Muchos restaurantes han incorporado platos o bebidas rosadas a sus menús habituales para estar con la corriente pink. De hecho, me atrevo a decir que hay un efecto Barbie a nivel mundial. 

La economía se ha pintado de rosado. Según datos de la producción de la película, la pintura color rosa se había agotado a nivel mundial ya que la escenografía requería grandes cantidades de la misma. Las marcas no solo de ropa y accesorios sino incluso las cosméticas y del hogar han lanzado una colección Barbie. Todo el mundo quiere su outfit Barbie no solo para ir al estreno de la película sino para usarlo en su día a día. 

Esta tendencia ha sido tan fuerte que considero que el furor durará más que el tiempo que la película permanezca en cartelera. Es que el efecto Barbie toca varias generaciones. Abuelitas, madres, hijas y nietas comparten recuerdos con esta emblemática muñeca que nació en 1959. 

Si bien es cierto que desde 2012 Mattel ha sido criticada por vender una imagen de feminidad que causó trastornos alimenticios en algunas jóvenes y que volvía superficial el rol de la mujer. Los reproches se evidenciaron en una reducción de sus ventas en un 20%. Sin embargo, es válido el giro que tuvo la marca desde 2016 al implementar en su colección tres diferentes tallas: tall, petite y curvy. Incluso crearon muñecas con prótesis, discapacidad y alopecia. Estos cambios hicieron que Mattel recuperé su imagen de marca y que aun siga bien posesionada con su línea Barbie. 

Desde mi punto de vista, la Barbie nos demostró que ninguna profesión era inalcanzable para una mujer. Fue astronauta, profesora, militar, científica, veterinaria entre otras. A través del juego entendimos que el rol profesional de una mujer no limitaba su vida amorosa y sus deseos de formar una familia. Barbie tenía una pareja, Ken, y también tuvo hijos que eran Kelly y Tommy. 

Dependía de nosotras que rumbo le dábamos a la muñeca. Solo una faceta profesional, una familiar o ambas. Es decir, que por fin entendíamos que ninguna decisión limitaba a otras opciones y que Barbie podía tener su casa su auto y su profesión por ella misma. Era una forma de empoderarnos y motivarnos. En 1959 y durante el boom de este juguete, las mujeres luchaban por tener profesiones y romper esa dependencia económica que las oprimía. No sé si ese era el objetivo de Mattel, pero analizándolo desde mi punto de vista eso es lo que logró en primer plano. 

No quiero quitarle impacto a la influencia que la figura creó en nosotras. Había hasta halagos que decían “parece una Barbie” porque tenía una figura esbelta y sus facciones eran finas y de tonos claros.  No es hasta recién que tenemos conocimiento y consciencia de lo que ciertos comportamientos y comentarios pueden generar en los niños. La salud mental y los estereotipos no eran temas que se manejaban en las conversaciones cotidianas. 

En todo caso, creo que el acompañamiento de los padres es vital con cualquier juguete, película, música etc. La importancia que le da la familia a una determinada situación es más determinante que lo que una marca quiera demostrar. 

Lo reprochable hubiera sido que Mattel no tomara correctivos y que hasta hoy tengamos a la misma muñeca cuando el mundo en general ha cambiado. La realidad y ambiciones de las mujeres son otras. Hoy podemos decir “que Barbie se ve” a una mujer radiante. Esto para mi significa que está empodera, decidida y feliz. 

En mi caso, la Barbie es una muñeca que me recuerda con alegría mi infancia. Era el momento para compartir con mis amigas, primas y mi mamá. Heredé unas pocas de sus Barbies pero que por traviesa las dañé. Hoy soy parte de esa estadística que compró una prenda especial para ir a ver la película y que quiere compartir una tarde con sus amigas recordando esas anécdotas que nos dejó este icónico personaje. 

Creo que es de las pocas películas que me quiero repetir para poder verla con mis amigas y también con mi mamá. Si mis sobrinas vivieran en esta ciudad seguro compartiría con ellas este momento. Por eso me atrevo a decir que este personaje ha sido trascendental para varias generaciones. 

Cada una de nosotras tendrá una historia y un recuerdo que contar al pensar en nuestra Barbie favorita. No polaricemos las opiniones y las tradiciones. Todo fue parte de un contexto en el crecimos y que por suerte este ha evolucionado en pro de la equidad pero que es trabajo de todos que las diferencias se reduzcan y no es solo cuestión de culpar a un juguete. Que el efecto Barbie nos permite ver el lado rosa de las cosas y disfrutemos de esta tendencia. (O)