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El diálogo interno positivo te empodera, te calma y te brinda paz y seguridad, además, se vincula con el “Ser” la autenticidad y expansión, es decir, con la inocencia y plenitud con la que venimos los seres humanos por naturaleza.

1 Diciembre de 2023 16.07

La consciencia es la capacidad del ser humano para percibir la realidad y reconocerse en ella, en la que, cada individuo realiza sus funciones intelectuales, perceptivas, afectivas y motoras. Es importante cuestionarse las creencias limitantes o empoderantes, es decir, lo que cada uno interpreta de su realidad. Lo que la persona humana interpreta como su verdad. 

Una creencia limitante es algo que se manifiesta en el estado de ánimo o algo que crees de ti mismo o del entorno y que, te condiciona. Es aquella voz interior o en palabras de Rosa Torres, mentora especialista en el manejo de un método de alta conciencia para el logro del bienestar emocional de las personas, es la comunicación intrapersonal o diálogo contigo mismo. 

A través de este tipo de comunicación las personas se conectan con su consciencia, reflexionan y activan el pensamiento desde un punto de vista positivo o negativo. 

El diálogo interno positivo te empodera, te calma y te brinda paz y seguridad, además, se vincula con el “Ser” la autenticidad y expansión, es decir, con la inocencia y plenitud con la que venimos los seres humanos por naturaleza. 

Por otro lado, el diálogo interno negativo te genera ansiedad, temor o inseguridad, ejemplos de esto serían frases que te dices a ti mismo como: “soy incapaz de hablar en público” “no soy lo suficientemente buena madre” “no tengo la capacidad de…” “no me merezco…” “tú no eres bueno para…” “el Ecuador va de mal en peor” “esto es solo para mujeres” “me irá mal” “estoy muy vieja o viejo para...” “este niño no es bueno para los deportes” y más… El diálogo negativo se relaciona con el “ego” o la separación”. Torres (2023) define al ego como la parte de la mente que le permite al individuo reconocerse a si mismo. De acuerdo con Ivan Duran Garlick investigador de la consciencia, existen diez tipos de ego, entre los que menciona están:

  •  El sabelotodo: aquellos que siempre consideran tener la razón.
  • El insaciable: quiere ser el centro de atención, sin dejar a los demás participar. Resalta con frases como “es que yo…” 
  • El interruptor: es aquel que necesita interrumpir permanente y, por lo tanto, los demás no terminan de hablar. 
  • El envidioso: el que no soporta los logros y triunfos de otros y los minimiza.
  • El prestigioso: necesita aplauso y reconocimiento por todo lo que hace, incluso de las cosas más sencillas. 
  • El jinete: obtiene de manera estratégica información de los demás para su propio beneficio.
  • El sordo: se niega a escuchar o finge hacerlo.
  • El manipulador: miente, engaña o se justifica para que las cosas resulten siempre a su favor. 
  • El orgulloso: se manifiesta en personas competitivas que no les gusta perder.
  • El silencioso: aquel que parece que escucha y es empático, pero cuando no estás presente habla mal de ti. 

Detrás de estas conductas se esconden profundos complejos y también heridas que no han permitido reconocer la propia existencia desde un autoconcepto adecuado y un diálogo interno positivo. Seguro nos hemos identificado con alguno o varios de estos tipos de ego.

Pero ¿Qué hacer? primero, aplacar el ego, esto en la infancia es fundamental, puesto que en esta etapa se forma la primera identidad, se cimientan las creencias, los pensamientos y las emociones derivadas del entorno familiar, social y cultural. De esta manera cada niño y niña va interpretando su realidad desde algo más que lo material, va reconociéndose a sí mismo con errores y fortalezas, pero sobre todo con oportunidades de siempre mejorar. 

Desde la crianza, debemos cuestionarnos desde qué creencias limitantes se están formando nuestros hijos. 

Y si nos encontramos en la etapa adulta sería imprescindible recordar que siempre podemos crecer, mejorar, reparar y lograr una mejor versión de nosotros mismos, pero primero hay que conocernos y reconocernos tal cual somos. En palabras de la psiquiatra Marian Rojas Estapé “comprender es aliviar” Empecemos por comprender qué nos limita en nuestras relaciones intra e interpersonales. (O)

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